X. Disorder

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Frank sonrió en cuanto pudo abrir sus ojos por la mañana. Uno tras otro los recuerdos de la noche anterior se agolpaban en su cabeza provocándole cosquilleo en el estómago: las caricias, los besos y... el sexo. Frank no solía simplemente llevar a alguien a casa y hacerlo, pero en esa situación no se trataba de cualquier persona, sino que de Peach, la chica que tanto le había costado olvidar.

No se habían visto en años y apenas se encontraron, ambos experimentaron nuevamente aquella antigua química que los había llevado a besarse apenas cruzaron el umbral de la puerta de entrada de la casa de Frank.

En cuanto volteó en la cama, se encontró la espalda tatuada de Peach. Con la yema de sus dedos repasó algunos trazos, provocándole unas cosquillas que acabaron por despertarla.

—¿Siempre despiertas así a la gente? –preguntó ella con voz grave, pero Frank pudo percibir una sonrisa-. Hey –saludó cuando se dio vuelta y lo vio.

—Hey –respondió de la misma forma-. ¿Dormiste bien?

—Sí, ¿y tú?

—Creo que hace varias semanas no dormía tan bien –sonrió.

—Me alegra oír eso –dijo para luego acercarse a besarlo.

Sabía que Peach solo había ido de visita por una noche y que eso de ninguna manera significa que podrían tener un romance o algo así, pero él estaba bien con ese trato. No le dolía ni esperaba más.

Frank la miró y definitivamente tenía sentimientos hacia ella, pero estaba seguro de que eso no era amor.

Si lo pensaba bien, era algo parecido a lo que sentía por Diane.

Mierda, Diane.

Solo entonces, Frank se dio cuenta de que la había jodido. Era cierto que no tenía nada serio con ella, pero habían estado saliendo y aunque, no hubiera acuerdos verbales concretos, él sabía que estaba mal lo que había hecho. Eso le hizo encender las alarmas porque si no se había acordado de Diane hasta ese momento era porque claramente no buscaba algo serio con ella y tendría que hacerse cargo de esa situación.

—Tenemos que hablar de lo que pasó, ¿cierto? –Había duda en la voz de Peach.

—¿Tenemos que hacerlo? –preguntó él en un susurro.

—Eso creo –No se veía para nada convencida-. Fue una gran noche, pero no estoy aquí para quedarme, Frank.

—Lo sé, no debes preocuparte por romperme el corazón... otra vez –Se atrevió a bromear-. Hablo en serio. Es extraño, pero siento que esto tenía que pasar para poder cerrar el ciclo –Frank sabía que eso sonaba mal-. No me refiero al sexo, sino que a...

—Simplemente estar juntos. Así —dijo ella con una sonrisa-. ¿También lo sientes de esa forma? –Él asintió-. Ayer cuando nos encontramos, solo tuve estas enormes ganas de besarte y estar contigo, como si fuese algo pendiente.

—Creo que era algo que nos debíamos.

—Te quiero, Frank –Ella lo abrazó.

—Yo también te quiero –respondió besándole el cabello.

—No quiero perderte de nuevo –susurró contra su cuello.

—Yo tampoco quiero perderte. Te quiero en mi vida –Peach se alejó y lo miró.

—¿Amigos?

—Amigos –Con un último beso tierno y suave, sellaron el acuerdo.

Eran casi la una de la tarde, así que Frank se ofreció a hacer algo de comer, pero cuando bajaron, encontraron a Sherry en la cocina preparando el almuerzo. Su tía los saludó y miró a Peach, como intentando reconocerla.

The Clash {Frank Iero & Gerard Way}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora