XXVI. Nervous Breakdown

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A Frank le costó despertar aquella mañana. Sus ojos se sentían pesados, su cuerpo estaba flojo y el sonido de la lluvia definitivamente no lo ayudaba con la tarea de levantarse para comenzar su día. Como no tenía mucho que hacer, decidió regalarse unos minutos más en la calidez de su cama y tomó su móvil para comprobar la hora, pero su atención no alcanzó a llegar a los números en la pantalla porque lo primero que vio fue que tenía una llamada perdida de Gerard.

Ver su nombre le hizo recordar la conversación que habían tenido y lo mal que se había sentido luego de pensar en él y Adrien. El recuerdo, por supuesto, trajo consigo aquellos mismos pensamientos y suspiró cerrando los ojos para no dejar que su jodida cabeza le ganara una vez más.

Sabía que ese día tendría que lidiar con lo que le estaba pasando. Debía ordenar sus sentimientos y encontrar las palabras correctas que le permitieran entenderse a sí mismo para poder también explicarle su situación a Gerard. Pensó en devolverle la llamada, pero sabía que si lo hacía, acabaría soltando lo que le estaba pasando y, sinceramente, no le gustaría que el pelinegro creyera que era un estúpido niño creándose problemas.

No, primero debía resolver las cosas consigo mismo.

Un nuevo suspiro se le escapó mientras tomaba la fuerza suficiente para levantarse. Con pereza arrastró sus pies fuera de la cama y fue a darse una ducha para luego bajar a comer algo. Prendió la televisión para no sentirse solo y no oírse a sí mismo mientras preparaba el almuerzo. Estuvo tentado a comer en el sillón solo para distraer su cabeza con algún programa, pero sabía que su tía odiaba eso porque significaba dejar toda la casa con olor a comida y, además, porque siempre acababa dejando alguna mancha.

Después de comer volvió a su habitación y se fumó un cigarrillo junto a la ventana. El viento invernal le impactó el rostro y, a pesar de que hacía un frío de mierda, eso lo reconfortó un poco. Dio la primera fumada y pensó que la mejor forma de sacar lo que lo estaba molestando, era con música. Aun con el cigarrillo entre los labios, buscó su libreta y comenzó a escribir, tratando de dejar ir todo aquello que lo tenía pensando en cómo jamás podría consolidar una relación como la que Gerard y Adrien habían tenido.

No se molestó en darle una forma real a lo que estaba escribiendo, sino que solo fueron frases y palabras que graficaban un poco la intensidad de sus sentimientos. Con su guitarra hizo lo mismo, simplemente dejó que su mano se deslizara por el mástil mientras sus dedos jugueteaban con las cuerdas. No era nada concreto, pero se sintió un poco más tranquilo al dejarse ir con la música.

Cuando llegó la noche, se sintió cansado y entre bostezos se metió a la cama. Pensó nuevamente en llamar a Gerard, pero era tarde y una conversación de ese tipo no era la mejor opción antes de dormir. Decidió hacerlo el día siguiente luego de la escuela.

Lo que no esperaba era que el pelinegro volviera a llamar el lunes. Él no había podido atender porque estaba en clases, así que le había escrito rápidamente un mensaje preguntando si todo estaba bien.

La respuesta le había llegado cuando se había separado de Liam para ir a su casa y, realmente, no era lo que esperaba leer.

"¿Recuerdas que hace un tiempo tuvimos esta discusión porque había desaparecido un par de días sin decir nada? Bueno, está sucediendo de nuevo, solo que esta vez te estoy avisando. Volveré en unos días. G".

Su corazón se aceleró y un nudo se formó en su estómago: que Gerard desapareciera era todo lo que necesitaba para perder la calma que había logrado el día anterior.

Apenas terminó de leer sus palabras, había intentado llamarlo, pero inmediatamente el buzón de voz había acabado con la esperanza de escucharlo una última vez antes de que se tomara ese tiempo que había dicho necesitar.

The Clash {Frank Iero & Gerard Way}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora