CAPÍTULO DIEZ ~Tormenta Eléctrica~

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A mediados de febrero, el evento "Pintura Fresca" empieza su gira con algo de antelación. Tobías, quien no quería perder detalle alguno acerca de la expo, comienza desde temprano a seguir por redes sociales a Mirela. A parte de sus propias obras y de sus pasos en la expo, la pintora también compartía con regularidad los trabajos de los artistas y dibujantes a los que admiraba, seguía de cerca y eran colegas.

     Una tarde, a mitad de su día libre y sin nada que hacer, Tobías se da un paseo por el perfil de su amiga. Su dedo medio hacia girar hacia abajo la rueda de desplazamiento del mouse y sus ojos veían las publicaciones casi sin interés pues solo prestaba real atención a lo relacionado directamente con su amiga. De súbito el gris de sus ojos se aclara y destella con interés; una ilustración digital había atrapado su reticente atención.

     Con un clic la coloca en pantalla completa y de su boca sale un "Wow"; era la primera vez que se sentía fascinado con una obra ajena a Mirela. Viendo aquel blanco bosque, cuyos delgados y elegantes árboles no contribuían a hacerlo un lugar de sofocante densidad, Tobías siente como su sangre pierde calidez al ver a un ave saltar de un árbol para emprender el vuelo. El cuerpo del pastelero se sacude con un violento respingo, sus pies se impulsan en el suelo y la silla con ruedas sobre la que se encuentra sentado termina al otro lado de la habitación.

     Tobías, con su ceño fruncido y sus cenicientos ojos lanzando llamaradas, observa fijamente y con un marcado recelo el monitor. La imagen estaba quieta, pero él no dudaba de lo que había visto; sabía que, si se tratase de una animación, desde el primer momento se hubiera movido. Su respiración era lenta, poco sonora, y un frío sudor cubría las palmas de sus manos. Con lo que pasó la última vez durante la exposición, la cautela, precaución y temor del joven era completamente comprensible.

     Por varios largos minutos, la expectación y el silencio llenan el ambiente. No parecía que fuese a suceder algo pero, la paciencia rinde sus frutos y el movimiento en la ilustración se vuelve a repetir. Esta vez con una parvada de aves bajando a descansar sobre unos árboles lejanos, con sus extraños graznidos llegando a los oídos de Tobías. Los malestares anteriores del joven se duplicaron y ahora sentía aberrantes agujas hundirse en la parte superior de su columna, el temor suelta descargas eléctricas en su cerebro y una desesperada idea se inyecta en él.

     <<¡Tengo que apagar la computadora antes de que suceda algo!>> Sentencia el joven apretando la mandíbula.

     Tobías se levanta de golpe y se precipita sobre el ordenador con su mano derecha estirada hacia el frente, listo para cumplir con la misión. A mitad de camino Tobías es sorprendido por un tintineo cristalino y delicado, sus ojos buscan por inercia el lugar de donde vino y por tan solo un insignificante momento, sus ojos se posan sobre la ilustración de la cual quería escapar con tanto apuro. Su mirada atrapa el movimiento de las hojas de los árboles y sin estar seguro de haber parpadeado luego de eso, el joven pastelero se haya a sí mismo lejos de la seguridad de su propio mundo.

LA GUERRA DEL LINAJE DIVINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora