Capítulo 3. Presente.

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Un guardia la toma del brazo, ahogando la respuesta en sus labios para obligarla a entrar al automóvil, mientras yo subo al mío.

Rápidamente llegamos al coliseo Lacrontte donde el pueblo espera con ansias el espectáculo. Aún no comprendo su morbo ante estas situaciones, pero soy su rey y me gusta complacerlos.

Al bajar la mujer lucha contra los custodios que la llevan hasta el escenario. Se tropieza con las escaleras pero aún así avanza hasta su destino.

- ¿Me traes para que me vean agonizar con el veneno?

- ¿Cuál veneno? - Inquiero divertido. - Solo has tomado un simple té. ¿Crees que te daría la vía fácil después de lo que intentaste hacerle a mi esposa?

Ella no responde y es entonces donde comprende lo que pasará a continuación. Conmigo las cosas no son sencillas y el castigo para ella tampoco lo será.

- Reverénciense ante su rey Magnus VI Lacrontte Hefferline. - Habla el vocero real, dando lugar a mi entrada.

- Eres igual o incluso más imbécil que Stefan por fijarte en ella. - Escupe con ira la mujer.

- Debe dolerte mucho el saber que Emily consiguió sin querer todo lo que tú siempre deseaste.

Voy hasta el centro del escenario, dejando la humillación clavada en su rostro, y después de recibir la multitudinaria reverencia, tomo el micrófono y me dirijo a mi nación.

- Lacrontters. - Inicio. - Hoy estamos reunidos aquí para ser testigos de cómo se castiga la traición a la corona.

Las personas vitorean mi nombre una vez les cedo mi silencio. Lo repiten sin cesar, poniendo su atención solo en mi figura.

Rose es llevada hasta la horca a trompicones, donde le ponen la soga en el cuello y la preparan para su cruel destino.
Sus ojos me observan con odio, con desdén y no puedo disfrutar más su inferioridad como lo hago ahora.

- El atentar contra la vida de sus monarcas se paga con la muerte y mucho más si se trata de su reina. - Señalo hacia la joven Alfort quien esta a punto de quebrarse en lágrimas. - Esta plebeya hoy aprenderá la lección que todos deben grabarse en su cabeza. Emily Lacrontte no se toca, no se maltrata o amenaza.

Los espectadores están atentos al frágil cuerpo de la mujer.
El sol la golpea, haciendo brillar el sudor que corre por su rostro y dejando visible el temblor que la controla.

- Nadie intentará jamás asesinar a la reina y salir libre de ello.

Le doy la orden al verdugo para desarrolle su función.
La palanca es accionada y sus pies empiezan a colgar.

Esta mujer debió morir desde el primer momento, pero alargó sus días gracias a la benevolencia de Emily, algo que jamás encontrará en mi, y el pequeño pataleo de sus piernas es la prueba de ello.

Las personas no apartan la mirada de la escena, regocijándose en el morbo y el dolor ajeno. Dicen que el pueblo representa a su rey y esto es una clara muestra de tal refrán.

Cuando el rostro morado de Rose nos regala su último suspiro de vida, el verdugo suelta su cuerpo y lo traslada fuera del escenario. Dando fin al macabro espectáculo.

- Por último, sé que los rebeldes están entre nosotros. - Declaro, paseando la vista por la multitud. - Les aseguro que voy a encontrarlos y todos ustedes correrán la misma suerte que Rose Alfort, porque en Lacrontte la muerte se paga con muerte. Fuerza, lealtad y riqueza. - Finalizo con el lema de la nación.

- Fuerza, lealtad y riqueza. - Repiten mientras salgo del escenario.

Cuando Emily se entere de lo sucedido, no tendrá derecho a enojarse pues ya la había puesto en sobre aviso. Pero lo que no creo que me perdone es el hecho en como ejecute su pena. Algo de lo que no me pienso arrepentir jamás.

El corazón del Rey. [Rey 3]Where stories live. Discover now