Capítulo 27.

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- ¿Sabes que es lo que más me sorprende? - Dice Francis frente a mi.

- ¿Qué? - Cuestiono curioso.

Nos encontramos en la sala central del palacio de Mishnock, tras vernos obligados a asistir a un estúpido baile propuesto por Denavrtiz.
Realmente no iba a venir pero Francis fue bastante insistente con que lo hiciera, supongo quería distraerse del ajetreo palaciego.

No tengo demasiado ánimo para bailes y mucho menos después de verme obligado a retirar mis tropas de la frontera y firmar un acuerdo de cese de armas con Sigourney para que mantuviera la boca cerrada y no revelara lo ocurrido en Grencock.

No estoy dispuesto a traerle más problemas a Emily, pues lidiar con el obseso Denavritz es suficiente.

- Lo poco que te demoro tu promesa de no hablar de Emily. - Habla mi consejero,
devolviéndome a la realidad.

- No sé me da muy bien lo de cumplir promesas.

- Eso ya lo noté, pero creí que al menos dudarías un día entero.

- Deja de criticarme. - Exijo molesto.

- ¿Y hoy le hablaras o no? - Cuestiona intrigado. - Aún no me has contado lo que sucedió anoche y por lo cual llegaste en la madrugada.

- Y tampoco te lo contaré.

¿Por qué esta tan ávido de información? Mi nueva intimidad con Emily Malhore no es del interés de nadie y mucho menos ahora sé que solo ha experimentado esta clase de cosas conmigo.

- Y claro que voy a hablarle. - Espeto finalmente.

- Excelente noticia pues allí viene. - Dice sonriente.

Me giro de inmediato aún tratando de guardar la compostura, para observarla bajar las escaleras totalmente despampanante.

No puedo creer lo que veo o más bien lo que trae puesto. Es decir, es tal como la imaginaba e incluso más. Sin duda es su noto, su color, su naturaleza.

Aparece con un vestido rojo cubierto con lo que parecen pétalos en la parte superior. Se ve hermosa y tal como lo sospeché, el carmín se ve increíble en ella.

Abro y cierro la boca ante el asombro que me embarga. Creí que odiaba ese color y ahora esta resplandeciente en el.
La manera en que resalta su piel pálida, su cabello oscuro y sus ojos café es deslumbrante. Hipnótico.

- Emilia. - Saludo gratamente sorprendido, luego de perder la voz.

- Rey Lacrontte. - Contesta confiada ante el efecto que causó.

- Pensé que ese título ya carecía de sentido entre los dos. - Replico para devolverle el golpe. Sé que esto la hará sonrojar. - El rojo luce muy bien en ti. Creí que no te gustaba.

- Cambié de parecer.

- Eso veo. - Sonrió malicioso. Estoy completamente convencido que lo usa por mi.

- ¡Rey Magnus! - Llama Hurstewn. Uno de mis tantos mensajeros en Mishnock.

- Luego nos vemos, Emilia. - Aviso, dejándola en compañía de Francis. - Te encuentro en el salón más tarde.

Acompaño al sujeto que está haciendo mis envíos hacia la casa Malhore. Vamos hasta la salida del palacio, bajando las escaleras hasta llegar a un lugar reservado.

- El último envió fue entregado correctamente. - Me Informa.

- ¿Quién lo recibió?

- La madre. Intentamos que siempre sea ella, pues suponemos que el señor Malhore hará demasiadas preguntas.

El corazón del Rey. [Rey 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora