Capítulo 3.

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Escucho las trompetas sonar con fuerza en el exterior del palacio.
Abro las ventanas de mi habitación y observo al millar de personas aglomerarse a las afueras de mi hogar, cada una con obsequios o carteles.

Las doncellas se abren paso en la alcoba con el desayuno listo para mi. La tarta de durazno sobresale en la bandeja que es dejada en mi cama y no podría pedir un mejor inicio para este día. Descubrí la tartaleta de durazno cuando tenía 7 años y desde entonces la he amado, creo que jamás querré tanto a alguien como a ella.

Mis padres se adentran segundos más tarde y me rodean entre abrazos, mimos y besos. Resulta algo asfixiante pero aún así me niego a refutar, en el fondo me gusta tal comportamiento.

- Ahora eres un hombrecito de 12 años. - Espeta mamá, apretando mis mejillas.

- El reino hoy te rinde homenaje, hijo. - Arguye padre. - Es el día más importante que existe, pues se celebra la vida del heredero.

Hace 3 días papá firmó el comienzo de los acuerdos de paz con el rey Silas y yo no fui capaz de contener la emoción ante esta noticia. Ya no habrá más guerra.

Han acordado un cese de armas parcial como medida inicial, motivo por el cual hemos decidido extenderle la invitación al príncipe Stefan Denavritz y así conocerlo en el transcurso de mi fiesta. Será agradable interactuar con otro heredero.

- Sé que tu padre ya te dio su obsequio, así que ahora yo quiero hacerte entrega del mío. - Informa madre, pasando a mis manos un cofre de terciopelo vino en el cual reposa un anillo de oro con un grabado de dos leones que se miran fijamente.

- Es intimidante. - Consigo decir, mientras lo saco de su estuche y lo pongo en mi dedo.

- Era de mi bisabuelo. - Repone con una sonrisa.

Es realmente pesado y me cuelga un poco pues me queda algo flojo, por lo que decido guardarlo en la mesa de vestidor.

- Es la joya familiar de los Hefferline. Tu padre te ha dado muchos, pero ninguno como este.

- Es invaluable. - Deduzco. - Muchas gracias, prometo cuidarlo con mi vida.

Tomo el desayuno en compañía de mis padres, quienes no dejan de mirarme ni un solo segundo.
Voy a la ducha y me aseo con rapidez. Me visto en tonos acordes a mis padres y uso mi corona de príncipe.

Cuando ya me encuentro preparado, salimos rumbo al coliseo Lacrontte a dar como todos los años un discurso referente a mi cumpleaños.

Mientras vamos en el carruajes observo las calles atestadas de personas que aplauden y alaban nuestro paso. Algunas intentan llegar hasta la ventana del transporte pero son detenidos por los guardias quienes les impiden acercarse.

Al llegar pasamos directamente al escenario, donde papá toma el micrófono para dirigirse a la multitudinaria audiencia que nos observa atentamente.

- Lacrontters, hoy el reino esta de fiesta, pues se celebra la vida del príncipe y futuro rey. - Inicia papá. - Nuestra historia se seguirá escribiendo a través de sus pasos, siendo el único Lacrontte heredero al trono.

Todas las personas posan sus ojos sobre mi y sonríen al hacerlo.
Me gusta recibir tanta atención, me hacen sentir poderoso.

- Magnus VI me ha profesado su deseo de armonía para ambas naciones y por ello he visitado al reino enemigo y le he propuesto al rey Denavritz el retiro de las tropas Lacrontters de la frontera a cambio de que él hiciera lo mismo, así que gracias a mi hijo hemos conseguido la paz con Mishnock.

Una barrida de aplausos ante la noticia se extiende en el coliseo, haciendo retumbar el piso bajo mis pies. Me alegra hacer feliz a mi pueblo.

- El palacio ha estado abierto, recibiendo todos los obsequios que han llevado para su príncipe. - Arguye mamá. - En su nombre agradecemos todos los regalos y atenciones para con él.

El corazón del Rey. [Rey 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora