Capítulo 7. Presente.

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La otra mitad del capítulo está abajo, porque... si, actualice en el mismo capítulo. Así que busquen con paciencia.

Magnus.

Mentiría si dijera que he podido dormir algo. Desde que me enteré de la nefasta noticia parece que toda calma me ha abandonado por completo.

El pensar que puedo perder a Emily o a nuestro hijo me desconcierta, me atemoriza. Nunca deseé una familia a esta edad y ahora que la tengo no quiero que me la arrebaten, no quiero que la historia vuelva a repetirse.

He leído los papeles más de un millón de veces, buscando un error, una cláusula que me salve de tan macabro destino. Pero no hay nada, mi padre no solo me condenó a mi, si no también a mi hijo.

No comprendo en qué momento dictaminó tal cosa y como pudo aprobar algo que tarde o temprano me pondría en riesgo. Después de todo el desprecio que profeso hacia Gerald, era de esperarse que este aprovechara la mínima oportunidad que tuviese para acabar con nosotros y mi padre básicamente me ha puesto en bandeja de oro.

Nunca creí odiar a mi padre, pero ahora lo hago. El recuerdo grato que tenía hacia él se ha esfumado desde hace unas horas y aunque intento entenderlo, no soy capaz de hacerlo.
Pensó como rey y no como un padre. Es como un Lacrontte debe comportarse y él siguió tal enseñanza al pie de la letra.

Si algo me pasaba, tenía que ser un miembro de nuestro linaje el que asumiera el trono para no permitir que nuestro apellido volara como hojas secas por el aire y después de mi, él único que podía asumir ese papel era Gerald.

Mi corazón está acelerado y el miedo me corroe al pensar en el trágico destino. Yo daría mi vida por Emily pero no quiero irme sin haber disfrutado de su compañía. Es como si la vida se burlara de mí y me recordara que solo me dará penumbras, pues cada vez que encuentro un momento de felicidad, el destino se encarga de arrebatármela.

Ya he entendido que jamás seré dichoso pero al menos espero que ella logre serlo sin mi.

Intento concentrarme en algo para alejar los amargos pensamientos, pero cada cosa que hago solo surge efecto por algunos minutos.

- Majestad. - Saluda Francis, adentrándose en la oficina. - Hay algo que necesito hablar con usted.

- ¿Bueno o malo? - Cuestiono irritado.

- Ineludible. Se trata de su abuela.

- ¿Qué ocurre? - Pregunto alarmado. No puedo acarrear un problema más, no lo soportaría.

- Bueno... - Inicia con algo de ansiedad. - Debo informarle que le he pedido matrimonio.

Tal declaración me hace levantar la cabeza de inmediato.
Cuando dije que era como mi abuelo no me refería a esto.

- ¿No están muy mayores para tales parsimonias?

- Voy a omitir su comentario. - Dice con un poco de molestia. - Pero aquí el asunto es que ella quiere contraer nupcias lo más pronto posible y dado el hecho de que ahora es imposible pues hay asuntos más importantes que tratar, debemos decirle lo que ocurre para que así aplace su idea.

- No veo conveniente el informarle. Lo único que eso causaría es que se atormente por cosas que no le conciernen.

- Es su nieto.

- Bisnieto. - Le recuerdo. - Y ella no sabe que Emily está embarazada. Entre menos personas sepan mejor. Alguien podría secuestrarla y obligarla a hablar, no estoy dispuesto a dejar cabos sueltos.

El corazón del Rey. [Rey 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora