Jeremiah Sawyers (18)

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Mamá mató a mi hermano

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Mamá mató a mi hermano.

En realidad, no teníamos el mismo padre, pero el bebé era hijo de mi madre, y eso lo convertía en mi hermano.

De todos modos, lo mató. Y la odio por eso.

Antes no la odiaba. Antes yo amaba a mi madre. Antes tenía una familia muy bonita, muy feliz. Vivía en mi casa con papá, mamá, y tía Lola, la hermana de mamá.

Papá era mi favorito. También amaba a mamá y a la tía Lola, pero papá era mi familiar predilecto. Él trabajaba casi todo el día, pero cuando regresaba a casa agotado tras un día entero de trabajo duro, siempre tenía una sonrisa para mí detrás de esa expresión de fatiga.

Me contaba muchas historias. Desde la concepción del mundo, hasta la vez en que el hombre llegó a la luna.

Una de mis favoritas era la de mi nacimiento. Nací de madrugada, como casi toda la gente que conozco. Nací pequeño, regordete y con bastante cabello, lo cual mi madre pensó que se trataba de una señal indudable de que me quedaba poco tiempo de vida. Es algo que siempre me repetía papá, una frase que me sonaba hasta cierto punto cómica: "Vamos, Rachel" le había dicho "no me espantes al niño antes de que abra los ojos".

Mi papá eligió mi nombre porque dijo que a mi madre no se le ocurría nada. Me puso un solo nombre porque no quería que me complicara mucho la vida. Además, era largo, así que pensó que bien podía hacer la función de dos nombres. Jeremiah. Sé que mi padre fue muy devoto cuando era joven, hábito que empezó a perder al conocer a mi madre, según sé. Ella siempre ha creído que todo eso de la religión es una reverenda tontería, pero a mi padre le parece algo mágico creer en un ser misericordioso que lo ama a pesar de todo lo que le ha fallado.

Eligió Jeremiah por el profeta bíblico, aunque nunca le dijo eso a mamá. Su explicación fue algo así como que mi nombre iba en honor a Jeremiah Johnson, un músico de blues al que había admirado cuando era más joven. Mi madre se rio en su cara. Mamá solía hacer cosas como esa. De hecho, aunque nunca lo decía en voz alta, a veces yo me preguntaba seriamente acerca de las razones por las que papá podía estar enamorado de ella.

Dado que mi nombre era muy largo y él lo admitía, usó una abreviación que a mí me pareció muy sencilla de aprender y no tan mala. A los dos nos gustaba. La eligió cuando yo era pequeño, y yo de hecho la adoraba por el simple hecho de que él la había elegido para mí. Papá me decía "Miah".

La primera vez que tuvo el infortunio de llamarme así en frente de las mujeres de la casa, se ganó una bizarra carcajada de desprecio por parte de la tía Lola. "¿Miah? ¿Desde tan chico lo quieres volver marica?".

Pasa que yo era un niño muy delicado. Era blanco, sonrosado, con rizos color bronce colgando de mi cabeza como resortes brillantes. Todos desde pequeño me decían que parecía un muñeco. A todos les parecía especialmente fascinante mi cabello, los comentarios de que parecían un montón de cables delgados de cobre eran muy frecuentes. Recuerdo que una vez para asustarme mi mamá me dijo que era una maldición. Que había nacido con él y su maldad me perseguiría por el resto de mi vida.

Cuatro de agosto © [MEMORIAS #1]Where stories live. Discover now