En un mundo distópico donde monstruos son la especie dominante, Cameron Wells, una joven que junto a su compañero, Charles Landham, se ganan la vida recolectando y vendiendo Energía G. Cuando todo parecía estar mejorando para Cameron, el demonio de...
"A pasado como una hora después del ataque del Biollante. El coronel y sus hombres tomaron todo ese tiempo en busca de sobrevivientes entre los restos de los masers destruidos. Lo vi todo desde la cubierta. No tenía palabras para describir el estado de los cadáveres mientras los veía por los binoculares.
Paula se quedó dormida en mi cama, lo cual me extraña porque ¿Quién puede dormir después de semejante experiencia? Aunque bueno, creo que el cansancio y el dolor de su pie la ayudaron en eso. Yo aún sigo exaltada y aunque me siento exhausta, no creo que pueda conciliar el sueño sabiendo que en lo que queda de camino pueda pasar algo similar o peor"
- Cameron Wells
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Sentada al borde de la cama y con la mirada perdida en la ventana, Cameron jugaba con su largo cabello rubio. Sintió uno de los pies de Paula tocar su cadera y esta abrió suavemente los ojos.
— ¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó con voz floja.
—Una hora, más o menos —respondió Cameron.
—Ok... Oye, si no te es mucha molestia ¿Me podrías traer un vaso de agua, por favor? —dijo Paula mientras se acomodaba mejor en la cama.
—Uhm... sí claro —
—Gracias —
Cameron bajó a la cocina y sacó la jarra de la nevera. Mientras servía el agua en un pequeño vaso de plástico, escucho como la escotilla de entrada se abría. Ella volteo rápidamente y vio entrar a Charles y al coronel Cyrus. Ambos tenían una expresión de lamento en sus rostros, pero el coronel parecía expresar más frustración.
— ¿C-cuál es la situación... coronel? —preguntó la joven.
Charles se quitó el sombrero y bajó la mirada. El coronel extendió el brazo mostrándole varias chapas de identificación. Cameron no supo qué contestar.
—3 tanques fueron destruidos y otro inutilizado, varios heridos y sobre todo... 12 buenos hombres perdieron la vida —dijo Cyrus.
—D-deberás lo sien... —
—No, no tienes porqué disculparte... Lo bueno es que las ruedas de su embarcación no sufrieron daños mayores por lo que llegaremos al complejo en unas cuantas horas... Ahora, si me disculpan, debo regresar a mi puesto —dijo el coronel para después ir a su cuarto.
Cameron lo miró con lástima, sosteniendo el vaso de agua con ambas manos.
— ¿Crees que vaya a estar bien? —le preguntó a Charles.
—Eso espero —respondió.
— ¿Y tú estás bien? —preguntó Charles.
—Sí... —
— ¿Y Paula? —
—También bien. De hecho, baje porque me pidió agua —
—Pues será mejor que subas. No la hagas esperar más —dijo Charles.
