Capítulo 28

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Las personas murmuraban al ver pasar al grupo que se dirigía a una de las salidas laterales. Por más que la señora Greengrass y su hija menor sonrieran a los demás como si nada estuviera pasando, las expresiones serias de su hija mayor y de los anfitriones revelaban todo lo contrario. Al llegar a la oficina, John ocupó su sillón detrás del escritorio, Draco y Hermione se instalaron en uno de los sofás, mientras que las Greengrass ocuparon el restante, quedando frente a frente a la pareja. Al cabo de unos minutos, Jane, Narcissa, Severus y Anthony Greengrass ingresaron en la estancia, dejando los asientos restantes a las mujeres.

—¿Se puede saber que está pasando, John? —dijo Anthony colocándose al lado de su esposa.

—Eso mismo quisiera saber, Anthony —respondió John. Dirigió su atención a su ahijado—. Draco ¿Me puedes explicar que está pasando?

El rubio fulminó con la mirada a las pelinegras antes de responder—. La señora Greengrass le mostró una grabación alterada a Hermione en donde se escucha mi voz insultándola y diciéndole a Astoria lo mucho que me gustaría dejar todo por ella—acotó señalando a la joven pelinegra con el mentón.

—¡Pero qué barbaridad es esa! —chilló Margareth con fingida indignación—. ¡Yo no le he mostrado ninguna grabación a la señorita Granger!

—Usted vino esta mañana a mi oficina para exigirme que dejara a Draco porque, supuestamente, yo le impedía estar con su hija —espetó Hermione—. Y como no quise ceder, me mostró esa grabación, donde…, donde decía que Astoria era la mujer de su vida y que yo era una chica malcriada y berrinchuda.

—¡Eso es una gran mentira! —vociferó la pelinegra mayor, levantándose de su asiento—. ¡Una calumnia!

—Y entonces ¿a qué viniste esta mañana al conglomerado? —intervino Narcissa, al ver que, tanto el señor Greengrass como Astoria, se disponían a defender a su esposa y madre respectivamente—. Porque, viniste esta mañana al conglomerado a hablar con Hermione. Tengo personas, registros y cámaras que confirman tu presencia, tanto en el conglomerado como en la oficina de Hermione.

Los presentes, quienes estaban como espectadores en un juego de tenis, ahora miraban expectantes a Margareth, quien estaba pensando a mil por hora como librarse de su culpa y dejar a Hermione como una mentirosa delante de todos. No era algo planificado, ya que en ningún momento se le ocurrió que aquella mocosa la delataría, pero bien podía utilizar ese contratiempo a su favor.

Aunque no estaba segura si resultaría teniendo a Narcissa Malfoy interviniendo en su contra, por lo que, quizás, era mejor utilizar una verdad a medias.

—Vine esta mañana para ultimar detalles de la entrega de los vinos por petición de Anthony —dijo ella, siendo secundada por su esposo quien asintió en confirmación—. Y admito que hablé con Hermione sobre mi opinión de que Astoria y Draco serían una pareja fabulosa, y de que no perdía la esperanza de que Draco reflexionara sobre ello y se casara con mi hija. Pero, en ningún momento le mostré ninguna grabación.

—¡Por supuesto que lo hizo! —bramó Hermione, al ver que aquella mujer la quería dejar como mentirosa delante de su familia—. Según usted ese audio servía para abrirme los ojos y que no siguiera impidiendo que Draco fuera feliz con Astoria.

—¿Y todavía tienes el descaro de seguir difamando a mi madre? —chilló Astoria, levantándose también del sofá—. ¡Porque ella te haya dicho la verdad no significa que tengas que estar inventando cosas sobre ella!

—Silencio, por favor —vociferó John Granger al ver que los ánimos se estaban caldeando—. Hermione ¿tienes esa grabación?

La castaña negó con la cabeza—. La señora Greengrass reprodujo la grabación en su teléfono.

Dulce PesadillaWhere stories live. Discover now