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“La casualidad no existe, si te conocí fue por algo”

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La observó ella lucía genuinamente asustada, sus grandes ojos perla lo miraban fijamente y por un momento, un pequeño segundos le pareció ver a su hermano reflejado en el miedo que brillaba en aquellos bonitos ojos.

—¿M-me va a matar?.—y está vez quién lo pregunto no fue ella, a quién él vio fue a su pequeño hermano, a quién él vio fue a Sasuke, y su corazón dolió de tal manera que fue imposible para él retener el pequeño gemido que abandonó sus labios.

—No… no la voy a matar, mi deber es protegerla, mantenerla con vida, velar por su seguridad, mi deber en alejarla de la aldea, por el bien de Konoha.—susurro apartando su mirada de ella, obligándose a recordar que Sasuke estaba lejos, obligándose a recordar su pecado y el dolor en los ojos de su pequeño hermano.

Él sintió la confusión de ella y la entendió, después de todo, ¿Qué niño de 7 o 8, entendería esa situación?. Suspirando regreso su mirada a ella y procedió a explicarle la razón por la que ella estaba ahí, omitiendo sus propias razones, por obvios motivos, conforme le explicaba, sus grandes y sinceros ojos se iban llenado poco a poco de entendimiento y resignación, como si estuviera acostumbrada a tener desgracias en su vida.

—…Sandaime-sama me ha dicho que usted podrá regresar, pero no aún.—concluyo, pero ella solo asintió distraídamente.

—Otou-sama… lo sabía.—susurro débilmente para ella misma.
Para su total sorpresa está vez no hubieron lágrimas, solo silencio. La pequeña niña Hyūga caminaba junto a él en silencio, metida en sus pensamientos.

—Uchiha-san, ¿Debe cuidarme?.—preguntó al cabo de unos minutos, él la miró unos cortos segundos y asintió; esa había sido la última orden del Sandaime.—L-Lo siento. Intentaré no ser una molestia.—susurro suspirando con pesar.

Él la miró confundido.

—Hinata-san, no es una molestia.—susurro mirándola de reojo.—En mi opinión creo que es una heroína.—comento, atento a las reacciones en su joven e inocente rostro, él cual no tardó en pintarse de un adorable tono rosa.

—¿H-Heroína…?—susurro avergonzada y confundida, evitando su mirada oscura y jugando nerviosa con sus dedos.

Para él, quién estaba acostumbrado a las miradas frías y serías de los miembros de su clan, las reacciones de esa pequeña niña le parecían totalmente refrescantes. Suspirando forzó una sonrisa en su rostro, debía agradecer internamente que la niña fuera de mente amplia o si no, esa misión se habría tornado más difícil de lo que ya era; intentaría levantarle un poco la moral.

—Hinata-san es una heroína. Porque a pesar de tener miedo, a pesar de caminar con un desconocido, sigue adelante por el bien de su aldea y su familia.—dio ánimos y ella le dedicó la mirada más pura e inocente que alguien alguna vez le haya dedicado en ese mundo contaminado de odio, y por alguna razón le dolió, porque vagamente le recordó la mirada de admiración e infinito amor que Sasuke también le dedicaba.

—…g-gracias..—susurro ella bajando el rostro totalmente sonrojado, el asintió en silencio y continuo caminando junto a ella por aquel sendero desolado. No tenía idea de a dónde ir, por primera vez en su vida se encontraba perdido, por primera vez en su vida no tenía un plan al que atenerse, pero había algo de lo que si estaba seguro sin importar cuanto doliera seguiría viviendo, lo haría por esa pequeña niña y por su hermano.


Le dolían los pies, le dolían tanto como jamás había sentido, cada paso se había convertido en una agonía, sentía pequeñas piedras bajo sus sandalias que en cada paso se convertían en agujas que torturaban sus pies. Había perdido la cuenta del tiempo que llevaban caminando pero a juzgar por la oscuridad que les rodeaba suponía que ya debía ser de noche… otra vez.

Asegurándose de no quedarse demasiado tiempo atrás intento caminar un poco más rápido, pero era inútil, sin importar cuanto lo intentará jamás podría igualar el paso de él. Sus pequeños pies cada vez se sentía más pesados, no pedían que se detuviera por mucho tiempo solo lo necesario para descansar, pero internamente se había prometido así misma no ser una molestia, no quería que Itachi-san, se cansará de ella, ya habían comenzado con el pie izquierdo lo ellos que podía hacer era causarle la menor cantidad de problemas posible, pero al parecer su cuerpo no pensaba igual, porque cuando quiso dar un paso más para alcanzarlo, estos simplemente cedieron y como un costal de papas ella cayó al suelo, impactando su rostro de lleno en la tierra que le sacó un pequeño gemido de dolor.

—¿Hinata-san?.—la voz de él se escuchaba genuinamente confundida, y al levantar su rostro lo encontró mirándola, sus mejillas se sonrojaron de vergüenza y culpa, no quería retrasar el viaje, pero su cuerpo parecía haber llegado a su límite.—¿Se encuentra bien?

—L-lo siento…—susurro avergonzada, bajando el rostro.


Suspiró, mientras con calma se acercaba a ayudarla a levantarse, se había perdido tantos en sus pensamientos que la había olvidado, había olvidado que ella era solo una pequeña niña, había olvidado que a diferencia de él, ella era delicada y débil. Sintiéndose molesto consigo mismo la ayudo a levantarse, suspirando cuando observó sus pequeñas rodillas raspadas y temblorosas.

—Vamos a descansar.—susurro mientras la sostenía por los hombros, ella tenía el rostro cabizbajo.—Cuando sea de día le conseguiré un poco de comida.—susurro al recordar que durante el tiempo que llevaban juntos no le había dado nada de comer.

—L-Lo siento…—la escuchó decir y el solo suspiro antes de forzar una sonrisa en su rostro y acariciarle sus cortos cabellos oscuros.

—Si hay alguien que debe disculparse, ese sería yo, Hinata-san.—dijo, y ella levantó su rostro temerosa y confundida—Así que olvide ese sentimiento de culpa y descanse mañana todavía tenemos un largo camino por recorrer.—susurro empezando a levantarse, debía buscar leña para encender una fogata y tal vez si tenía suerte encontrar algo que aminore el hambre que suponía la pequeña niña Hyūga debía de tener.

—¿A d-donde vamos?.—la escuchó preguntar haciéndolo detenerse de sus intenciones y mirarla. Sus grandes ojos claros lo miraban curiosos y confundidos.

Hasta el momento no había pensado en eso, hasta el momento su único plan era alejarse lo más que podía del país del fuego, pero ¿Y después…? ¿A dónde irían después?

—No lo sé…—susurro con sinceridad y ella solo lo vio un poco sorprendida.

SacrificiosWhere stories live. Discover now