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"El sufrimiento es lo que hace madurar a las personas"
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Ahí acostado con la respiración calma, ajeno a todo los peligros a los que estaba expuesto observó el rostro de su hermano, el rostro de la inocencia, el rostro de la persona que más amaba en el mundo.

Con ágiles y totalmente silencioso pasos se acercó hasta su hermano, arrodillándose frente a él. Sería tan fácil matarlo, tan fácil acabar con el sufrimiento que estaba próximo a venir, solo tenía que deslizar la filosa punta de su kunai en algún punto vital y todo acabaría, pero no lo hizo, en cambio se perdió entre las facciones infantiles e inocentes de su pequeño y torpe hermano menor, llevando su mano al cabello negro y desordenado, sonriendo levemente cuando una sonrisa y un sonrojo se pintó en el rostro dormido de Sasuke.

Hubiera dado lo que fuera por mantener aquella sonrisa y sonrojo en el rostro de su hermano, habría dado hasta su vida sin dudarlo un segundo, pero a cambio de conservar la sonrisa de su hermano muchas vidas inocentes pagarían el precio, no podía permitirlo.

—Pase lo que pase, recuerda que yo siempre te amaré.—susurro sin dejar de acariciar los negros cabellos de su hermano.

Ya solo era cuestión de horas para que lo destruyera todo, cuestión de minutos para manchar sus manos de más sangre, cuestión de segundos para destruir la vida e inocencia de su hermano.

Con un suspiro se levantó, no sin antes darle una última mirada a Sasuke. En silencio, casi como un alma en pena deambuló por su casa, por el lugar donde creció hasta convertirse en ninja que era hoy en día, recordando las sonrisas, los momentos y las caídas, acariciando las paredes blancas en las que se apoyaba cuando empezó a dar sus primeros pasos.

—Fueron tiempos de hermosa paz.—escucho un suave susurro tras él, sin voltear la mirada asintió, escuchando sus débiles pasos acercándose a él.—Hemos puesto mucha carga sobre tus hombros Itachi, te hemos privado de tu infancia solo por el talento con el que naciste... hemos sido malos padres, creo que merecemos un castigo.—susurro su madre junto a él, haciendo que un desagradable escalofrío le recorriera el cuerpo, rápidamente volteo su rostro a ella, quién solo sonreía y lo miraba con calidez e infinito amor.

—...Okka-san...

Pero su madre sonrió y asintió.—Le puedes mentir a todo el mundo menos a tu madre Itachi.—susurro acercándose a él y rodeándolo con sus manos, su cuerpo se tensó automáticamente y aunque quiso simplemente no pudo alejarse, porque por primera vez en varios años, él volvía a sentirse protegido y a salvó en los brazos de su progenitora... por primera vez desde la muerte de Shisui él volvía a llorar.

—Yo te voy amar siempre, no importa lo que hagas. Y si la muerte es el precio a pagar por nuestra negligencia, yo la aceptó...—susurro apretándolo un poco más cuando sus sollozos se hicieron más fuertes.—S-solo te pediré una cosa...

Y antes de que ella lo dijera él sabía que era.

—Protege a Sasuke...

...

Era un nuevo día, un día realmente hermoso como siempre en Konoha, el sol brillaba cálidamente sobre la aldea, y las risas de los niños y las voces de los adultos se dejaban escuchar como todos las mañanas, a simple vista no parecía un día realmente diferente a los demás, pero él sabía que ese día no era igual al de ayer, ese día una tragedia estaba pronta a suceder. No, mejor dicho dos tragedias estaban prontas a suceder.

—Llama a Itachi.—susurro al Ambú que lo cuidaba, escuchando segundos después el característico "poof".
Era hora de poner en marchar su plan para preservar la vida de la pequeña e inocente heredera Hyūga.

Ni esa vida ni la otra le alcanzarían para pagar todo el sufrimiento que le causaba aquel pequeño niño Uchiha, la crueldad al hacerlo matar a su familia, probablemente su alma se quemaría en el infierno y aun así no sería suficiente. Nunca sería suficiente.

Después de unos minutos escucho la puerta ser tocada y suspiro.

—Puedes pasar Itachi-kun.—ordeno, observando al pequeño Ambú adentrarse a su oficina, su mirada oscura ni mostraba otra cosa más que vacío y su piel pálida y ojeras pronunciadas le daban a entender que probablemente no había dormido los últimos días.

—¿Me mandó a llamar Hokage-sama?.—pregunto con su voz hueca y mirada vacía.

Su corazón dolió, esa no era la mirada que un niño de 14 años debería tener. Pero ya era tarde para arrepentimientos, ya no podía corregir sus errores.

Suspirando asintió.—Necesito que hagas una última cosa antes de marcharte de la aldea está noche.—susurro, Itachi lo observó confundido.—Necesito que te lleves contigo a la pequeña heredera Hyūga.—susurro, procediendo a explicar el porqué ese la nueva orden.

Después de unos minutos donde explico las razones de la nueva misión, Itachi finalmente tomo la palabra.

—¿Qué haré con ella, una vez esté fuera de la aldea?.—pregunto y el suspiró.

—Cuida y protege de ella, en tus manos estoy poniendo no solo a la heredera Hyūga, estoy poniendo el byakugan, el poder del ojo blanco, pero aún más importante, la vida de una inocente niña. Cuando consideres que ella ya puede defenderse sola, hazla regresar de lo contrario no permitas que ponga un pie en Konoha. Esa es mi última misión para ti Uchiha Itachi.—dijo e Itachi asintió.

Entonces él sonrió tristemente.—Probablemente no me alcanza la vida para redimirme de mis pecados, pero hoy, solo por hoy, quiero pedirte perdón, por obligarte a cometer el peor crimen posible, por poner sobre tus hombros más carga de la que debes soportar.

Pero para su sorpresa Itachi solo sonrió, una sonrisa pequeña y casi inexistente, pero sonrisa al fin y al cabo, y debía admitir que la primera que le veía en muchos años.

—Destruiré mi corazón las veces que sean necesarias por el bien de Konoha, por mantener la paz por la que muchos valientes Shinobis han dado sus vidas. Por lo que preguntaré ¿Mi última misión es acabar con el clan Uchiha y secuestrar a la heredera Hyūga?.—pregunto y él asintió con pesar y culpa.

—Entonces lo haré...

SacrificiosWhere stories live. Discover now