Capitulo 12: Angustia

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La habitación estaba en silencio. Diana miró a su alrededor y se encontró con Chariot, inconsciente, acostada en otra camilla.

Podía sentir como una gran cantidad de magia recorría todo su cuerpo para luego abandonarlo lentamente.

Todas sus extremidades se encontraban dormidas, apenas podía sentirlas, aún menos moverlas.

- Lo siento, sé que debe ser confuso despertar de la nada en la enfermería, pero te lo explicaré todo.- Anne se sentó frente a Diana.

- ¿Qué... me sucedió?- Intentó recordar, pero todo lo que venía a su cabeza eran imágenes borrosas.

- Recibiste una descarga de magia que causó que tu cuerpo colapse. Fue todo culpa de un hombre que acechaba a la academia. Justo hace unas pocas horas lo atrapamos intentando entrar. Por suerte logré detenerlo y ahora está en camino a prisión, así que no debes preocuparte por eso.

Diana entonces miró a Chariot. Ella seguía inconsciente, con varias vendas cubriendo distintas zonas de su cuerpo dañadas por las flechas de Kimura.

- Una estudiante casi es atacada por este hombre, ella llegó a tiempo y logró salvarla, pero él resultó ser mucho más fuerte, y puedes ver cómo terminó. Al parecer la encontraron en el medio del bosque con quemaduras graves causadas por una explosión.

La estudiante colocó su mano en su frente, intentando asimilar todo lo que había sucedido. Aún le costaba creer que había estado en una camilla los últimos días.

Por alguna razón, no se sentía tan insegura junto a esa mujer. Había algo en ella que la tranquilizaba.

- ¿Ya puedes moverte mejor?- Preguntó Anne, acercándose a la ventana.

- Un poco. Aunque todo mi cuerpo se siente extraño.- Diana observó su mano y movió sus dedos.

- Oh, olvidé decirte esto, para lograr que despiertes tuve que exterminar los restos de aquella magia que quedó en tu cuerpo luego de la sobrecarga y reemplazarlo con una regenerativa, así que tuve que darte una buena dosis, lo que probablemente habrá sido demasiado para tu cuerpo, pero lo suficiente para que recuperes la consciencia.- La mayor abrió la ventana, suspirando al sentir una fría brisa contra su rostro.

- Vaya, eres bastante talentosa.- Diana notó el uniforme que ella llevaba puesto.- Eres una maestra... el reemplazo de Chariot, ¿no?

- Adivinaste. Yo fui junto a ella a Luna Nova hace bastantes años. Hace tiempo que dejamos de hablar, supongo que tomamos caminos muy diferentes.- Anne miró de reojo a la mujer.

- ¿Tú qué hiciste luego de graduarte?

- Por un tiempo quise enseñar aquí, pero rápidamente me di cuenta que no era para mí. No tengo mucha paciencia con los niños, ¿sabes? Así que me dediqué a explorar en busca de nuevas utilidades para la magia y a crear nuevos hechizos. Poco después de lo que le sucedió a Chariot me contactaron para reemplazarla momentáneamente. Hasta ahora, no es tan difícil como me lo imaginaba.- Sonrió un poco mientras miraba el cielo.

Diana no pudo evitar sonreír junto a ella. Las emociones de esa mujer eran demasiado contagiosas.

- Bueno, ahora debo darte las malas noticias. Cuando tu cuerpo recibe tanta magia, hay consecuencias. Es muy probable que no puedas usarla, al menos durante un largo periodo de tiempo.

La estudiante se quedó en shock. Simplemente esperar a recuperar su habilidad no era una opción. Si era durante un largo tiempo, entonces sería expulsada antes de que la magia regrese.

- Tranquila. Yo tenía esto en mente cuando hice que despiertes. Tengo planeado un largo entrenamiento diario que acelerará el proceso. Si tú quieres...- Anne fue interrumpida por Diana.

- ¡Claro que quiero!- Exclamó, comenzando a moverse con más facilidad.

- Te lo advierto, seré estricta. Estoy segura de que es mucho más difícil que cualquier trabajo de la academia.

- ¡Por favor! Necesito ese entrenamiento.- Dijo Diana, llena de determinación.

- Está bien. Comenzaremos en cuanto te recuperes completamente.- La mujer caminó hacia la salida.- Intenta descansar.

- Oye, Anne.- La estudiante hizo que esta se dé la vuelta.- Muchas gracias.

Ella le dedicó una sonrisa y abrió la puerta.

- No hay de qué.- Abandonó la habitación, dejando a Diana sola.

El payaso seguía al hombre de traje, que aún no le había dicho por qué lo necesitaba, pero Dante no tenía intenciones de preguntarle.

Se encontraban en un laberinto creado con interminables estanterías repletas de libros.

Cuando fue por primera vez a la guarida de su jefe, su trabajo fue crear un compartimento secreto en la cueva.

A los pocos días, el de traje lo había llenado de libros, que no tenía idea de cómo había logrado transportarlos.

- Dante, ¿Cuál fue el momento en el que comenzó tu afición por la poesía?- Preguntó su superior, sin darse la vuelta.

Tragó saliva. A pesar de que su jefe nunca se había mostrado agresivo ante él, sentía como si pudiera ser asesinado en cualquier momento.

- Mi madre me compró mi primer libro de poesía. Realmente nunca había leído algo similar. Fue una lectura única.- Dante miró el libro colgado de su cintura.

- Sí, lo sé, por eso te traje aquí.- El hombre dejó de caminar y comenzó a buscar con la mirada entre los estantes.- Ahí está.

El payaso notó cómo el anillo en la mano derecha de su jefe brilló por un pequeño segundo, para que al instante el libro que este buscaba apareciera en sus manos.

Aquel hombre no se había movido ni un poco. Fue como si el objeto se hubiera teletransportado hacia él.

- "Cancionero." De Francesco Petrarca.- Sonrió mientras observaba la portada.

- ¿Cómo...?

- ¿No lo recuerdas? Tú ya me dijiste cuál era el libro.- Su jefe lo miró a los ojos, mandando un escalofrío por todo el cuerpo de Dante.

Él estaba completamente seguro de que nunca le había dicho. Esa era la primera vez que siquiera hablaban de los poemas.

- Léelo, seguro que te traerá buenas memorias.- El hombre comenzó a caminar de regreso.

De la nada, Dante sintió algo pesado en sus manos. Ahora el libro estaba siendo sostenido por él, a pesar de que su jefe ni se acercó.

- Necesitamos aferrarnos a los buenos recuerdos.

Las memorias del payaso regresaron, y cayeron en su espalda como si fueran ladrillos.

- Porque sin ellos, ¿cómo podemos levantarnos con una sonrisa en el rostro?- Su jefe se acomodó la corbata.- Recuérdalo Dante, vivimos en tiempos oscuros.

Cuando el de traje lo dejó solo, comenzó a reír. Realmente no sabía por qué, pero desde que era pequeño, su angustia venía acompañada de una risa macabra.

Continuará...

Cuando Llueve (Akko x Lotte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora