T R E C E

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Sus pasos habían sido inseguros mientras atravesaba el pasillo que conducía a la habitación de Mino. Con la mano de él sosteniéndole firmemente de la muñeca, sin dejarle opción a arrepentirse, SeungRi vio con incertidumbre como la luz del televisor de la sala iluminaba de manera tenue los rasgos angulosos del rostro del Señor Song.

Mino le había asegurado que su padre caía como peso muerto justo a las diez, y por lo que podía ver, era cierto. El viejo reloj en la pared marcaba las diez con treinta mientras que ellos caminaban sigilosamente hacia la habitación.

El sentimiento de anestesia que lo recorría debió haberle dicho algo. Quizás si solo tiraba de su mano con un poco más de fuerza, podría salir huyendo del lugar, sin embargo, esa parte testaruda en su interior lo mantuvo dócil mientras entraba en la desaliñada habitación. Ciertamente no había mucho qué mirar, un par de pilas de ropa esparcidas por el piso, una cama tamaño medio, un mueble en una esquina con una pantalla plana y una consola de juegos pasada de moda.

Se sentía torpe al estar simplemente parado a mitad de la habitación mientras el moreno se movía alrededor, tratando de encontrar malditamente algo.

-¡Los tengo! - dijo en tono triunfante mientras se giraba hacia él y le mostraba un paquete de condones y un pequeño sobre de lubricante. La sonrisa arrogante en el rostro de Mino simplemente terminó de traerlo a la realidad. En verdad iban a tener sexo. Arrojando su reciente tesoro descubierto sobre la cama, el moreno se acercó a él mientras lo recorría con la mirada. - Tan solo relájate...- le dijo mientras que sus manos se aseguraban en el contorno de su rostro. Los pulgares le acariciaron la mandíbula lentamente mientras el moreno se acercaba y sin ninguna vacilación, atrapaba sus labios.

Obligándose a cerrar los ojos, se tragó un gemido mientras los labios ajenos se encargaban de besarle con urgencia. Nunca había recibido un beso tan demandante. Era como si Mino hubiese estado sediento y él fuese las primeras gotas de agua que probaba en mucho tiempo. La lengua ajena irrumpió en su boca con astucia mientras el dueño de ésta se encargaba de sostenerlo con fuerza, empujándolo poco a poco en dirección a la cama. Sintió el borde tras las rodillas un momento y al siguiente fue empujado sobre el lecho. Ni siquiera tuvo tiempo de acostumbrarse a la nueva posición antes de sentir cómo el otro abandonaba sus labios y apremiadamente comenzaba a despojarlo de su camiseta.

Se sintió expuesto ante la hambrienta mirada que lo observaba, sin embargo, no hizo nada al respecto, simplemente se quedó allí. Demasiado pronto los labios ajenos se ciñeron sobre su piel desnuda. Mino arañó y chupó con ahínco cada trozo expuesto mientras que él no hacia otra cosa más que retorcerse sobre las sábanas mientras que sus manos se volvían puños y sus ojos se cerraban con fuerza.

La presión de la mezclilla de sus jeans se hizo insoportable conforme pasaban los minutos. Su cuerpo estaba reaccionando positivamente, sin embargo, su mente no terminaba de estar completamente allí.

Sintió como si perdiera la noción de la realidad. El adormecimiento se acentuó mientras era desnudado completamente. Sintió las manos del mayor sobre su cuerpo desnudo mientras lo tocaba en las partes más íntimas. Arqueó la espalda cuando Mino comenzó a trabajar en él. Gimió quedamente mientras los largos dedos lo preparaban y recibió entre sus brazos al otro mientras trataba de distraerlo. Ahogó sus quejidos en los labios ajenos mientras sentía cómo el cuerpo contrario tomaba lugar entre sus piernas e instantes más tarde la cabeza roma comenzaba a hacer presión en su punto más íntimo. Cerro los ojos mientras sentía cómo el moreno comenzaba a besarle el cuello y mordisquearle el lóbulo de la oreja. Pulgada tras pulgada, sintió cómo era llenado por primera vez. Su respiración se tornó errática mientras sentía los empujes que comenzaban a tomar un ritmo constante. Una de las manos del otro se encargó de su aprisionado mástil mientras las embestidas daban todo de sí. Escuchó los gruñidos, gemidos y maldiciones contra su oído.

CASI UNA NOVELA DE AMORWhere stories live. Discover now