T R E S

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Se trataba de una fría tarde en la que las nubes grisáceas cubrían el inmenso firmamento, amenazando con soltar una lluvia torrencial sobre el centro de la ciudad.

En las calles, pocos eran los valientes los que se aventuraban a salir, y uno de ellos era SeungRi, quien caminaba titubeante, ya fuese por la helada brisa o porque no quería llegar precisamente a su destino. Hundiéndose dentro del largo abrigo que había tomado del armario de su hermano mayor, y protegiendo sus largos y casi congelados dedos dentro de los bolsillos, el chico alzó la mirada para encontrarse con el nombre de una de las cafeterías del centro.

Suspirando nerviosamente, se decidió a empujar la puerta, haciendo que la campanilla de la entrada sonase y que sólo unos pocos de los personajes en el interior se giraran breves instantes para mirarle para después seguir en lo suyo. El aroma a café inundó sus fosas nasales y la calidez del establecimiento casi le hizo ronronear de dicha.

Miró en todo el lugar, buscando a aquel que le había citado, hasta encontrarse con un conocido mohicano negro. Lamiendo su inferior con ansiedad, se apresuró hacia aquel lugar, sentándose enseguida frente al personaje, quien sostenía entre sus dedos una taza de café caliente.

-Viniste...- murmuró el hombre, sorbiendo su café sin mirarle aún, para después dejarlo impasible sobre la mesa y alzar la mirada, mostrándole esos pequeños ojos marrones.

-Estuve a punto de no hacerlo.- confesó, jugando con sus dedos sobre la mesa, mordiendo inconsciente su labio inferior- Temía que simplemente estuvieses jugando...

-No juego contigo...

-¿No?- soltó una risa amarga- ¿Y entonces que fue lo de hace dos noches?- frunció sus cejas levemente.

-Es precisamente para eso...- confesó suspirando profundamente mientras apartaba su café- Lo pensé mucho, y la verdad es que llegué a la conclusión de no involucrarme contigo.

-¿Qué?

-Eso mismo. No puedo involucrarme con un niño.- sus palabras fueron pronunciadas con dureza mientras su expresión reflejaba estoicismo. Apartando la mirada, el rubio miró a través del cristal de la ventana y observó cómo poco a poco las finas gotas de lluvia comenzaban a caer.

-Cuando me besaste no creíste que fuera un niño.- volvió su mirada hacia aquellos ojos marrones, observando cómo el dueño de estos suspiraba profundamente.

-Mira SeungRi, lo pensé y no es correcto. Yo soy un hombre a mitad de sus veintes y tú un niño de diecisiete.- cubriendo una de las manos del menor por sobre la mesa, el moreno suspiró profundamente- Experimentar es lo que quieres, y puedes hacerlo con alguien de tu edad. Alguien que irá descubriendo al igual que tú. Tal y como dijo tu hermano, no tienes por qué apresurar las cosas.

-¿Es por él que haces esto? ¿De verdad?- rio sin ganas.

-No SeungRi.- suspiró- Es solo que no hay por qué meternos en problemas que no necesitamos.- mirando una última vez, soltó su mano y se puso de pie, dispuesto a marcharse, no esperándose la reacción del menor, quien importándole verdaderamente poco que de pronto todo el local les mirase, se puso de pie para retenerlo y atraerlo sin ningún tipo de reparo hasta sus brazos, robándole entonces un beso de esos que no se cuentan, se sienten.

Los labios de Young Bae probaron esa dulzura tan singular, se deleitaron incluso con el suave contoneo de esa tímida lengua que se planteaba acariciarle, teniendo éxito al demostrar que había mucho más de lo que el menor mostraba.

El rubio representaba juventud.

El rubio representaba frescura.

El rubio representaba pasión.

CASI UNA NOVELA DE AMORWhere stories live. Discover now