D O C E

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El lento suspiro que se desprendió de entre sus labios simplemente fue suficiente como para que el cristal frente a él se empañara. Era muy temprano en la mañana, apenas y el sol estaba saliendo, sin embargo, ya ni siquiera podía contar las horas que llevaba despierto, por supuesto que, ni siquiera se había ido a acostar aún. Recogiendo las piernas contra su pecho, simplemente se dedicó a mirar a través de la ventana. Podía observar desde su lugar cómo la ciudad comenzaba a despertar.

Habían pasado poco más de un mes desde la mañana en que había aparecido frente a la habitación del hotel en donde estaba Young Bae quedándose. Por un momento pensó que las cosas serían difíciles, sin embargo, ni siquiera había tenido noticias de su padre, en cuanto a su madre, aseguraba que todo estaba bien. Por alguna razón, no le creía. Su padre nunca había sido tan indulgente, o por lo menos no con lo que a él se refería.

Suspirando nuevamente, simplemente se tensó al escuchar ruidos a sus espaldas. Mirando sobre su hombro, vislumbró movimiento sobre la cama. El hombre bajo las sábanas se removió pesadamente, en la inconsciencia.

Mordisqueándose los labios, volvió a mirar a través de la ventana, preguntándose si acaso había tomado la decisión correcta.

Aquella mañana había aceptado irse con el mayor. Habían tomado un vuelo junto a ChaeRin, quien al contrario de muchas otras veces, simplemente parecía terriblemente silenciosa mientras los miraba. Apenas y habían regresado a Seúl, Young Bae le había expresado sus opciones. Una de ellas había sido ir con él para vivir en su departamento, compartir todo y comenzar con alguna especie de relación, y la otra había involucrado dejarlo marchar al lado de su hermano y su recién marido. En ese momento no había tenido duda, había accedido a ir con él e intentarlo, sin embargo, su confianza mermaba poco a poco cada día.

No lo malinterpreten, su indecisión no se debía a algo que el mayor hacía, simplemente se trataba de sí mismo. Estaba confundido terriblemente, y lo estaba aún más desde que se había reencontrado con Mino. Habían pasado gran parte de los días fuera de clases, conversando, riendo, coqueteando...

Se sentía terrible. Había un monstruo insistente en su cabeza que no dejaba de repetirle que era un hipócrita.

Interrumpiendo sus pensamientos, sintió su teléfono móvil vibrar en su mano. Bajando la mirada, desbloqueó la pantalla solo para ver que Mino había respondido su mensaje. En verdad, los mensajes con él habían sido lo que le había impedido dormir durante la noche.

Se sentía como un traidor. Había disfrutado al escribirle durante la noche mientras el moreno estaba solo en la cama, durmiendo.

"Podríamos vernos a la diez. Mi viejo se va temprano y no tiene por qué enterarse de que no asistí a clases. Podrías venir... "

-Dile que sí...- la voz a sus espaldas consiguió alterarlo, ocasionando que soltara el móvil descuidadamente. Alzando la cabeza, encontró la mirada del moreno, quien simplemente lo miró desde la cama, manteniéndose recargado contra el cabezal, con el pecho desnudo y nada más que la sábana cubriéndole la parte inferior.

-¿Young Bae? - murmuró, notando cómo el moreno simplemente se dedicaba a mirarlo.

-A lo largo de mi vida he aprendido que cuando obligas a alguien a hacer algo que no quiere, las cosas nunca terminan bien. - sonrió mientras se deshacía de las sábanas y se levantaba lentamente, sin pudor alguno respecto a su evidente desnudes- Lo intenté. De verdad, intenté que las cosas funcionaran, pero evidentemente no soy la persona que necesitas. -suspiró- Y ahora todo lo que puedo hacer es decirte que le digas que sí.

-Yo no...- murmuró, frunciendo el ceño mientras veía cómo el mayor se acercaba y se acuclillaba a sus pies- No...

-He visto la indecisión en tu mirada cuando me acerco. La inseguridad cada vez que te toco. No pienso llegar al extremo. No quiero ver temor en tus ojos si alguna vez intento algo más que sólo tontear. Como dije, no soy lo que necesitas, y tú no eres a lo que yo estoy acostumbrado...- le dedicó una suave sonrisa mientras acariciaba con sus nudillos la regordeta mejilla de querubín- Así que, es mejor que sigas por ti mismo. - murmuró, apartando la mano lentamente.

CASI UNA NOVELA DE AMORМесто, где живут истории. Откройте их для себя