Capítulo 19

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Un extraño acontecimiento tenía revuelta la cabeza del exagente, pasaba las noches en vela, leía incluso los libros que ya había leído, trataba de no dormir pues cada vez que lo hacía, no paraba de soñar con la hermosa joven de cabellos azabache.
Cuando el cansancio lo vencía, soñaba con ella, cada vez era lo mismo; ella y él en una hermosa habitación, una cama llena de pétalos de rosa, incienso, caricias, besos, susurros, jadeos, gemidos, sudor y un te amo.
Estaba harto de su situación, despertaba necesitandola y a pesar de tratar de calmar lo que él consideraba "una simple calentura", no podía.
-Dios mío, ya no puedo más!- exclamó de rodillas ante el altar de la iglesia. -¿Qué es lo que quieres de mí?- demandó a saber con lágrimas en sus ojos. -¿Quieres que vaya y la busque, eso quieres?- inquirió ya cansado. -Iré a buscarla, iré por ella e intentaré confesarle lo que siento aunque estoy seguro de que ni siquiera la veré y que sus hombres me pegarán un balazo- suspiró cansado y el cansancio lo venció; ahí mismo se quedó dormido ante el altar mayor.
Después de esto, el exagente Taisho la buscó por todas partes, incluso en el rancho Hakurei pero la joven y sus hombres ya no estaban en ese lugar. Trató de que la agente Kimura y el agente Yöhei le echaran una mano con la búsqueda a espaldas de Jaken y Totosai pero estos se negaron, aduciendo que los tenían vigilados desde el último operativo donde Sesshomaru estuvo involucrado. Bankotsu le dijo que la DEA había perdido el rastro de la Miko y esto lo estresó aún más.
Estaba solo, no tenía ni la más mínima idea de dónde podía encontrarla, no tenía dudas; la amaba y estaba dispuesto a todo con tal de encontrarla y obtener su perdón. No tuvo de otra; fue a las oficinas de Drug Enforcement administration y pidió hablar con Totosai.
-¿A que debo el honor de tu visita, Sesshomaru? Pensé que no querías tener nada que ver con la DEA- dijo el viejo al ver entrar a la oficina al ojidorado.
-Iré al grano; quiero volver a la DEA- espetó aún de pie, Totosai sonrió y le pidió que tomara asiento.
-¿Qué te hizo cambiar de opinión?- inquirió al verlo sentarse.
-Tú mejor que nadie lo sabe- respondió sereno.
-¿Sigues obsesionado con la Miko?- demandó mirándolo a los ojos. -Pudiste entregarnosla mientras estabas entre sus hombres y no lo hiciste, ¿Qué te hace pensar que esta vez podrás desmantelar su cártel y meterla a la cárcel?- cuestionó con una sonrisa ladina.
-No estoy obsesionado con ella, solo quiero que se haga justicia... si no se las entregué fue porque sus hombres me tenían vigilado y respecto a lo que pasó en Colombia... No tuve opción, sus socios me tenían en la mira, logré escapar de puro milagro... Esta vez será diferente, tú sabes que soy bueno en lo que hago y en cuanto sepa de su paradero la voy a capturar y la enviaré directo a una cárcel de máxima seguridad- finalizó con el ceño fruncido.
-Supongamos que te creo, supongamos- se puso de pie y caminó hacia la ventana. -Si quieres volver a la DEA... Tendrás que hacer todos los procedimientos necesarios; el exámen de drogas, la prueba del polígrafo, investigación, prueba física, puntería...- decía el jefe de gestión de operaciones pero el joven intervino.
-No mames! ¿Piensas meterme como un agente especial?- inquirió poniéndose de pie con el ceño fruncido y apretando los puños.
-¿Y qué esperabas?- sonrió arrogantemente y el joven golpeó el escritorio con sus manos.
-Mierda!!!- espetó furioso. -Estuve a cargo del departamento de operaciones especiales, no puedes hacerme esto!!!- gruñó.
-Claro que puedo, lo tomas o lo dejas- respondió indiferente. El platinado gritó furioso y dió media vuelta, caminó hacia la puerta, la abrió pero se detuvo en el umbral.
-Esto es una gran humillación, esto es algo personal, quieres vengarte por que intenté pegarte un tiro... Te lo merecías, sigo pensando que eres un inepto e incompetente- bufó antes de salir y dar el portazo.
Días después presentó todos los requerimientos para volver a la agencia. Firmó su contrato y empezó a trabajar desde abajo, odiaba sus nuevas funciones, parecía estúpido escoltando a narcotraficantes de bajo rango, hacía muchos años que había pasado por eso y se esforzó tanto para subir de nivel que ahora se sentía patético en la escala más baja de la estructura.
Dos meses después, surgió una esperanza; la DEA había capturado a Kimon en Colombia y el ojidorado solicitó interrogarlo, necesitaba saber el paradero de la Miko y sin duda alguna, Kimon sabía dónde estaba ella.
Bankotsu convenció a Touga para que este le permitiera a Sesshomaru interrogarlo antes de ser extraditado a los estados unidos.
-Gringo de mierda, eres agente de la DEA!- espetó el narcotraficante al ver al ojidorado.
-Te haré una pregunta, solo una pregunta- dijo el platinado mirándolo fijamente a los ojos. -¿En dónde está la Miko?- demandó a saber.
-No lo sé y aunque lo supiera, no te lo diría!- gruñó con el ceño fruncido.
-¿En dónde está la Miko?- inquirió nuevamente tensando la mandíbula.
-Era tu amante, tú debes saberlo!- contestó furioso.
-Si lo supiera, estaría rompiéndole el coño y no te estaría preguntando!- le dió un puñetazo en la cara y este cayó al piso sangrando. Del otro lado del cristal, Bankotsu y Sango negaron con la cabeza, agradecieron estar solos y no estar monitoreando el interrogatorio, de no ser así, todos en la DEA se habrían enterado de que el ojidorado había tenido una relación con la líder del cártel.
-Maldito Gringo- masculló Kimon poniéndose de pie.
-Dame su ubicación y te prometo un juicio justo- espetó el platinado.
-Yo no soy ningún sapo!- gritó el narcotraficante.
-Perfecto, mañana será tu extradición- bufó al dar media vuelta.
-Gringo! Gringo! Maldito Gringo, vuelve aquiiii!!!- gritó al verlo salir de la sala pero el platinado, a pesar de haberlo escuchado, no regresó.

////// ( Hacienda el Ocote, Ciudad Darío, Nicaragua ) //////

Inuyasha había aprovechado la crisis política de Nicaragua y con ayuda de algunos funcionarios del gobierno, se asentó en ese país con su prometida. El cártel estaba siendo protegido por el gobierno a cambio de armamento e implementos que conseguían ilegalmente ya que por las sanciones impuestas por el departamento del tesoro de los estados unidos, ningún proveedor internacional quería hacer negocios con Nicaragua.
-Sabes, me siento muy bien en este lugar- suspiró mirando el hermoso paisaje y tomó un trago de Ron.
-Kagome, yo también me siento bien en este país pero... Creo que ya tienes lo suficiente para retirarte... ¿Alguna vez has pensado en eso?- preguntó el ojidorado abrazándola por la cintura.
-Por supuesto... Precisamente en eso estoy pensando- respondió la azabache con una sonrisa en sus labios.
-¿Te gustaría quedarte aquí?- cuestionó tomando su trago.
-Quiero que nos quedemos aquí- dió media vuelta para quedar frente a frente con su novio y guardaespaldas.
-Entonces es hora de empezar con los preparativos para la boda- dijo el joven antes de fundir sus bocas en un dulce beso.

EL CÁRTEL DE LA MIKODove le storie prendono vita. Scoprilo ora