CAPÍTULO 5

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Habiendo sido una agente de inteligencia de la DEA, Kagura se había dado cuenta de que estaba siendo vigilada y no por los agentes de seguridad precisamente. Quince días habían pasado desde que Sesshomaru le llamó para decirle que no se verían por un tiempo, el ojidorado dejó de llamarle y no volvió a casa desde ese día.
-Mami, quiero ver a papá, ¿que está pasando?- preguntó con tristeza la pequeña Rin. Kagura que permanecía al lado de la ventana, mirando la camioneta blindada que llevaba media hora estacionada y sin que sus ocupantes bajaran. Miró a la niña y sonrió para calmarla.
-Mi amor, tu papá está trabajando muy duro porque quiere ahorrar mucho dinero para llevarnos a Disneylandia- se agachó para quedar a la altura de la nena y recibió el efusivo abrazo de felicidad de la pequeña que canturreaba un "iremos a Disneylandia, iremos a Disneylandia".
Segundos después, las sirenas policiales sonaron, Kagura envío a la pequeña a su habitación y volvió a la ventana.
Un deportivo negro y dos patrullas llegaron y en conjunto con los militares encargados de la seguridad de los Taisho se dispusieron a exigir a los ocupantes de la BMW blindada que bajaran.
-Abran la puerta y bajen con las manos sobre la cabeza- ordenó el agente yöhei al bajar del deportivo, le estaba apuntando con su arma al joven pelirrojo.
-Disculpe agente, ¿Que sucede?- preguntó Shippo al salir del vehículo.
-Identifiquese- ordenó el uniformado, el pelirrojo obedeció y le entregó sus documentos. -¿Que hace aquí?- inquirió mientras los demás oficiales le apuntaban con sus armas.
-Para serle sincero...- sonrió a la vez que mordía su labio inferior. -venia a dejar a mi novia que vive a unas calles de aquí pero decidimos quedarnos un momento y divertirnos- completó. Uno de los oficiales abrió la puerta trasera del vehículo y de ahí salió Kikyo con su cabello algo revuelto.
-No se preocupe agente, ya nos íbamos- dijo la pelinegra acomodándose la blusa. Dos oficiales revisaron rápidamente el vehículo y al no encontrar armas ni nada extraño los dejaron ir, no sin antes advertirles de que si los volvían a ver por los alrededores, los llevarían detenidos.
-Hijo de tu chingada madre! ¿no se te ocurrió algo mejor que "Nos estábamos divirtiendo"?- recriminó la joven mientras el pelirrojo pisaba a fondo el acelerador.
-Cállate la boca barritos! De no ser por eso estaríamos en la cárcel!- espetó el joven con el ceño fruncido.
-Que asco! Pensaron que tú y yo estábamos cogiendo!- exclamó con indignación.
-Asco! Ni que estuvieras tan buena, pinche vieja loca!- gritó haciendo enojar a la joven quien le dió tremendo golpe en la cabeza para hacerlo callar.

/////////////// (DEA) ///////////////

-Sessh, estuve investigando sobre lo que me dijiste- dijo el agente Houshi mientras caminaba por el pasillo al lado del peliplata.
-¿Que encontraste Miroku?- inquirió sin dejar de caminar.
-"Miko" es una palabra japonesa cuya traducción equivale a los términos: profetiza, sacerdotisa o monja- el peliplata se detuvo de golpe y Miroku lo hizo dos pasos adelante. -Eso no es todo- dijo al voltear. -En la literatura manga y anime, se describe a las "Miko" como mujeres muy hábiles en una variedad de artes marciales con el uso de armas tradicionales japonesas como el arco, cuchillos, katanas y la magia- finalizó el agente.
-Claro, solo que esta "Miko" no es japonesa, no usa arco ni katanas sino AR15 y M16, esta "Miko" no es otra más que la monja- dedujo con el ceño fruncido, negó con la cabeza y caminó hacia su oficina.
-¿Qué prosigue?- preguntó Miroku entrando a la oficina junto al ojidorado.
-Diles a los agentes yöhei, Kimura y a mi padre que vengan- ordenó. -Houshi- llamó al verlo que iba saliendo. -Tú también- finalizó. Miroku asintió y fue en busca de los agentes.
Minutos más tarde los agentes estaban reunidos y analizando la información conseguida por yöhei.
-Muy original cambiar "Monja" por "Miko"- comentó la agente Kimura cruzándose de piernas.
-De heroína de un manga a narcotraficante en la vida real, que cosas ¿No?- dijo Bankotsu en tono burlón.
-Kimura, Yöhei- nombró a forma de regaño el agente Touga, ambos bajaron la cabeza. -Dudo mucho de que una novicia esté capacitada para liderar una organización criminal como el cártel del pájaro negro- opinó. -A ésta joven la están metiendo al narcotráfico y enseñándole lo que necesita para sobrevivir ahí... Ella no tiene experiencia, aprovecharemos eso para desmantelar su cártel- expresó mirando fijamente a su hijo, Sesshomaru era el jefe y solo él podía aprobar el operativo.
-Lo haremos- afirmó el joven ojidorado. -Pero lo haremos a mi manera- completó. Todos le veían interrogante pues no entendían a que se refería.
-¿A tu manera?- inquirió yöhei rompiendo el silencio.
-No esperaremos la siguiente entrega, quiero que investiguen en el convento, en el registro de la propiedad, en la DGI y donde sea; investiguen todas las propiedades de los Higurashi, cualquier cosa que pueda llevarnos a la captura de alias "La Miko"- ordenó completamente serio. Los 4 interlocutores asintieron y se retiraron.

//////////// (DIAS DESPUÉS) /////////////

-Me lleva la que me trajo!- gritó furiosa la patrona; sus hombres acababan de informarle que el ejército había decomisado una tonelada de cocaína que entregarían en las montañas al sur del país y que el cargamento que recibirían a cambio, también había sido incautado.
-Señora por favor cálme...- decía el peliplata pero las palabras murieron en sus labios al ver como la patrona le apuntaba directo a la frente con su escuadra.
-¿Qué fue lo que te dije?- inquirió con el ceño fruncido. -¿Qué chingados fue lo que te dije cabrón?- demandó nuevamente. El ojidorado no fue capaz de pronunciar palabra.
-Déjalo Miko- la intervención de Kikyo llamó la atención tanto de la patrona, como de Inuyasha.
-¿Cómo dices hija de la chingada?- la azabache dejó al peliplata y se acercó a la pelinegra que sin miedo alguno, la miraba de forma retadora.
-Lo que escuchaste Miko, te he dicho que lo dejes- repitió. -Te dice señora por respeto, pero si no quieres que te respeten, entonces no te molestes cuando te hablen como lo estoy haciendo- espetó Kikyo. La azabache apuntó directo a la cabeza de su pistolera pero Kikyo sonrió confiada.
-Jálale Miko, con la puntería que tienes, dudo mucho que falles pero de una vez te digo que matarme no te servirá de nada; acaban de matar a 23 de nuestros mejores hombres, tendrás que desembolsar buena lana para sus familias, no querrás sumar la mía- dicho esto, la pelinegra dió media vuelta para salir del estudio.
Kagome gritó con frustración, volvió y se dejó caer en su silla mirando por la ventana hacia las montañas.
-Relájate Kagome- susurró el ojidorado masajeandole los hombros de forma sugestiva. La joven dejó escapar un suspiro que elevó la temperatura de su contrario. -No le hagas caso a barritos, ella es muy alzada... Solo relájate- susurraba .mientras le masajeaba el cuello.
-Inu..Yasha- jadeó la Miko con sus ojos cerrados, estaba disfrutando de aquel masaje.
-Dime Kag- solicitó el joven rozando la oreja de la joven con sus labios.
-No le quites los ojos de encima a Kikyo y... Ah!- volvió a jadear al sentir el aliento del joven en su cuello.
-¿Qué más princesa?- preguntó sumamente excitado.
-No vuelvas a intentar seducirme, imbécil!- gritó antes de pararse muy molesta y echar al joven del estudio.

EL CÁRTEL DE LA MIKOWhere stories live. Discover now