CAPÍTULO 11

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Ocho meses habían pasado desde que el Gringo, había sido llevado al rancho shikkon, había participado en un sinnúmero de entregas desde entonces, se había ganado el respeto y la confianza de todos en el cártel a tal punto que lo enviaban a cobrar o entregar plata y lo enviaban sin más hombres.
La Miko contrató más gente y no era porque le espantara la policía ni nada por el estilo, sino porque el negocio había crecido y necesitaba más gente para la distribución.
-Vamos a necesitar más armas- afirmó la Miko viendo el itinerario.
-Del otro lado no nos quieren mandar nada, ¿Que vamos a hacer?- preguntó Inuyasha sentándose al lado de la patrona. El Gringo frunció el entrecejo y se sentó del otro lado; dejando a la Miko en medio.
-Hay que ir a Colombia- propuso "Daniel"
-No nos queda de otra- admitió la azabache pasando sus manos por el rostro. Estaba cansada y no quería hacer el viaje pero los colombianos exigían hacer tratos únicamente con ella y no con sus hombres.
-Yo te acompaño- propuso Inuyasha posando su mano en el hombro de la joven.
-No Inuyasha, iré con Daniel esta vez- informó la joven haciendo que Inuyasha frunciera el entrecejo.
-¿Co..Cómo dices?- demandó el joven. -En buen plan; El Gringo no lleva mucho tiempo aquí, él se puede encargar de tu seguridad aquí Kagome, allá es otro rollo- se puso de pie muy molesto y suspiró. -No sé que se traen ustedes dos pero... Esto no los puede cegar, Colombia es un sitio muy peligroso y yo que tú no me confiaría- espetó mirando fijamente a la patrona.
-¿Es por eso o es que dan celos saber que voy a estar a solas con ella?- inquirió Daniel poniéndose de pie.
-De qué estás hablando Gringo!- gruñó con el ceño fruncido.
-Inuyasha, no creas que no me he dado cuenta de como ves a la Miko- siseó acercándose a su contrario.
-alucinas! Yo tengo una relación con Kikyo!- se defendió.
-Como si eso fuera impedimento- bufó el Gringo al estar frente a frente con Inuyasha. Ambos sacaron sus escuadras y apuntaron a la cabeza del otro.
-Basta! ¿Acaso estoy aquí pintada?- gritó la Miko poniéndose de pie muy molesta. -Tú entrenaste al Gringo para que pudiera pudiera encargarse de asuntos como este ¿Si o no?- demandó a saber.
-Si pero..-
-Pero nada! Él viene conmigo y tú te encargarás de vigilar la distribución- ordenó. -Y ya! Guarden esas chingaderas- ambos hombres bajaron sus armas y la Miko se fue a su habitación dejándolos solos.
-Si algo le llaga a pasar a la patrona, no habrá lugar en el mundo donde puedas esconderte, te encontraré y te cortaré los huevos- amenazó Inuyasha.
-Guárdate tus amenazas, ella estará más que bien entre mis brazos- respondió el exagente con una sonrisa ladina. Inuyasha gruñó pero su contrario salió de la sala ignorándole por completo.

Al día siguiente Kagome abordó la avioneta junto al Gringo y dos hombres más, viajaron a las selvas colombianas a realizar la compra de armas, al llegar hablaron con el líder del cartel y este se apresuró a conseguir lo que la Miko solicitaba.
Tres días después el cargamento estaba listo en la avioneta pero por una horrorosa tormenta eléctrica habían pospuesto su regreso para el dia siguiente... repentinamente el satelital sonó y la joven respondió.
--* Miko, te tengo una sorpresa*-- afirmó Kohaku.
-Suéltala- respondió ella.
--*La DEA y el ejército nos cayó al rancho Hijiri y...- informaba el joven pero la Miko le interrumpió.
-Pero qué demonios estás diciendo Kohaku!- exclamó la patrona apartando al Gringo quien muy excitado besaba el cuello de la joven.
--* Cálmate, tuvimos que enfrentarnos a ellos y pelarnos del rancho pero la sorpresa es que tenemos a Taisho*-- informó el joven.
-¿De verdad?- preguntó la azabache con incredulidad.
--*De verdad*-- confirmó. La joven cortó la comunicación y se abalanzó sobre el ojidorado; eso sí que era motivo de celebración.
El Gringo la tomó por la cintura y la alzó, ella enredó sus piernas alrededor de las caderas masculinas mientras sus bocas se entregaban en un beso frenético. La llevó a la pequeña cama dentro del campamento y empezó a quitarle el chaleco antibalas que la joven traía puesto, ella le ayudó a quitarse el suyo separándose brevemente de sus labios.
Las prendas cayeron al suelo, ambos ardían en deseo y ella ya estaba lista para entregarse al hombre que amaba, no tenía dudas; lo amaba. Él mismo se había encargado de ganar su corazón con su buen trato, sus detalles, su entrega a la hora de cuidarla y su forma de celarla y defenderla.
-Te amo- susurró ella mientras el peliplata mordía levemente sus pezones endurecidos a causa de su excitación. Él no respondió pero eso no importó, estaba ocupado disfrutando de aquel cuerpo virginal que clamaba por ser profanado por él, únicamente por él. Sus besos fueron bajando por el abdomen de la joven dejando pequeñas marcas rojas sobre la blanca piel femenina, llevó su mano derecha hasta el sexo de la azabache y ella se contrajo al contacto, su respiración era irregular, jamás había estado tan excitada. El ojidorado empezó a acariciar el clitoris de la chica mientras su boca cubría de besos su vientre.
-Estas mojada- susurró con voz ronca y seductora, la joven se sonrojó y cubrió su rostro con sus manos. -No hagas eso mi amor, me encantas- dijo antes de pasar su lengua por el ombligo de la joven.
-Da..niel- la azabache gimió el nombre del ojidorado mientras este llevaba sus labios a su húmeda vagina, se contrajo al sentir como el peliplata lamía y succionaba sus pliegues sumamente excitado. -Ahhg siiii- gimió con fuerza al sentir la lengua de su amado en su cavidad.
-Dilo otra vez- ordenó él deleitándose entre las piernas de la joven. -Di que me amas Kagome- la joven arqueó la espalda y él se prendió al clitoris de la chica.
-Te amo Daniel, te amo y te deseo- declaró al borde del orgasmo. El joven se detuvo y la miró a los ojos.
-Esta noche serás mía- afirmó mientras colocaba su erecto miembro en la húmeda entrada.
-Ten cuidado por favor- suplicó con los ojos aguados, su respiración agitada y su corazón latiendo erráticamente.
-No te preocupes- susurró. -Dime, ¿quien te llamó?- preguntó desviando la atención de la jóven.
-Era Kohaku, dice que la DEA les cayó en el rancho Hijiri y aaahg!- gimió al sentir como el ojidorado pasaba su erecto miembro sobre su clítoris.
-¿Y?- preguntó él sin dejar de realizar la acción anterior. La joven temblaba y se contraía.
-Y se fueron para el shikkon pero capturaron a mi pero enemigo, ooooh siii!- gimió ella totalmente lubricada.
-¿Tu peor enemigo?- inquirió el joven poniendo su  glande nuevamente en la entrada.
-Sesshomaru Taisho... Kyaaaaaaaa!!!- la joven gritó pero el peliplata le tapó la boca, había entrado sin previo aviso en ella y de una sola estocada la desvirgó sin contemplaciones. La joven se aferró a los fuertes brazos masculinos, enterró sus uñas en ellos y sus lágrimas fluyeron. El ojidorado tomó las muñecas de la chica y las afirmó a ambos lados de su cabeza; la tenía a su merced.
No le cabía la menor duda; los hombres de la Miko habían capturado a su padre y lo más seguro era que lo estuvieran torturando al igual que hicieron con él en un principio.
-Miko!!!- gruñó con rabia antes de empezar a embestirla brutalmente, la joven gritaba con dolor pero debido a la fuerte tormenta sus guardas no podían escucharla.
-Para! por favor, detente!- quiso ordenar pero su tono salió a forma de súplica.
El peliplata no se detuvo, siguió haciendo gritar a la joven por sus fortísimas estocadas mientras le mordía los senos... Kagome gritaba, lloraba, trataba de quitárselo de encima pero era inútil; él era muy grande y fuerte, no pudo.
-¿Que te pasa? Me estás lastimando!- gritó ella con lágrimas que bajaban por sus mejillas.
-Cállate!- gruñó él tomándola por el cabello. La sentó y luego la giró para ponerla en cuatro, la joven no podía creerlo, había desaparecido aquel hombre tierno que procuraba su bienestar y una bestia en celo había tomado su lugar. ¿Sería ésta su forma de hacer el amor? ¿Acaso él era de ese tipo de hombres? ¿Estaba ella dispuesta a dejarse someter de esa manera?.
-Aaaahg!!!- gritó ella al sentir como la volvía a penetrar, su miembro era grande, grueso y le dolía mucho cada estocada, sentía que en cualquier momento la partiría en dos, estaba siendo empalada por un completo semental.
-Cállate!!!- exigió él tomándola por el cabello y estrellándola de cara contra la almohada, la joven extrañamente empezaba a disfrutarlo. Empezó a gemir con fuerza y él frunció el entrecejo para luego volverle a exigir que se callara al momento que le propinaba una fortísima nalgada que la hizo gritar y temblar. El Gringo se sentía horriblemente mal, se sentía culpable, sentía que de alguna manera estaba traicionando la memoria de su esposa, aunado a esto, no paraba de pensar en su padre que podía estar siendo torturado.
-Aaaaaah siiii aaaahg!- gritó ella a la vez que se contraía víctima de poderosos espasmos, su piel estaba chinita y fuertes escalofríos la recorrían de pie a cabeza, su sexo se contrajo apretando al enorme invasor, esto hizo gemir involuntariamente al ojidorado y le provocó uno de los orgasmos más increíbles que este haya tenido en toda su vida. Su semilla blanca y caliente inundó el útero de la azabache quien temblaba completamente satisfecha.
-aaaahg Dios! Te amo Daniel, te amo!- gimió ella dejando caer sus caderas.
-Taisho- corrigió él. -Mi nombre es Sesshomaru Taisho- completó poniéndole la escuadra bañada en oro en la cabeza.

EL CÁRTEL DE LA MIKOWhere stories live. Discover now