Serie Fanfic Girls Und Panzer #3 - Jauría de Lobos y Leones

1. Blackbirds

No puedes mirar al pasado como siempre. Lo odias, te desesperas ante él. Sientes las cadenas tirando de tu cuerpo, los grilletes en tus manos y pies, sumiendote por completo en él. Te conviertes en un monstruo, te deshaces en ti mismo hasta que finalmente te despojas de tu existencia hasta quedar vacío.

Llega un punto en que no puedes recuperarte, en el que no puedes crear algo nuevo. Todo lo que tocas perece tarde que temprano, al igual que tu existencia.

No eres capaz de recordar tus cohetes, no recuerdas al blindado como lo hacías y ahora se te insinúa como el simbolo de un tiempo perdido. Porque no eres tú quien lo mira sino alguien distinto.

Miras la lluvia y deseas desaparecer en ella. Es un anhelo de que la tierra te trague y cualquier rastro tuyo físico finalmente cese de estar en este plano.

Te pierdes. Mueres, por supuesto que mueres, si ya no eres capaz de observar y correr hacia el cohete, si ya no eres capaz de volar con él. Si el tanque no te puede llevar más lejos, la muerte es lo más seguro que tienes delante.

Había estado mirando hacia la portada del libro cuando volvimos del templo. Me había distraído un poco recordando como, en una cocina oscura y llena de pestilencia, se encontraba el cuerpo de Nasstassia Filippovna con un vestido de novia con un cuchillo en su vientre. ¡Qué locura había roído el alma de Roghozin a hacer esto! No era capaz de comprenderlo. Era más miserable el Príncipe que él y, sin embargo, había asesinado a la mujer.

La música invadía los alrededores y las algarabías le acompañaban. Podía escuchar con pasividad la voz de Rodolfo Aicardi sonando de los parlantes puestos en el patio de la casa con su: «Aunque me muera dejare a Daniela / Si Daniela no me quiere no me caso con ella» y al mismo tiempo la voz de Mikaela comenzando una pelea con Giovanna Tonneguzzo por alguna tontería.

Alcé la vista de la portada, mientras con mis dedos buscaba la carta en los interiores del libro, notando así la cantidad de gente mientras compartían bebidas no alcohólicas a excepción de quienes nos las habíamos arreglado para obtenerlas y quienes queríamos beberlas, me resultaba todavía increíble cómo Mikaela y Früh se las habían arreglado para traer un barril lleno de cerveza sin haberlo destapado en el camino a la residencia.

La mayoría de las chicas vestian particulares kimonos con afelpado en el cuello. Otras simplemente llevaban su chaqueta del equipo de Panzerfahren o alguna vestimenta usual de invierno para evitar que se murieran del frío.

Al llevar mi vista hacia la parte interior de patio, casi llegando a la mansión, se encontraban Brandon y Abigail bailando cada uno pegado al otro con canciones que se suelen escuchar por estas fechas en Colombia. Los dos fácilmente podían hacerse pasar por una pareja si así lo quisieran, pero sabía muy bien que nunca iban a llegar a ello.

Dejé el libro en el suelo de madera y llevé a mi boca otro sorbo de cerveza a mi boca. Miré hacia todas las personas que se encontraban en mi campo visual, a William y Sarah bailando junto a mis dos amigos, hacia Calypso y Mikaela disctuiendo; a Akihiro regañando a su hermana por buscar una pelea con mi mejor amiga.

A lo lejos se encontaba Miho con un colorido kimono junto a sus otras compañeras, pareciendome curioso cómo desde allí Takebe hacia Brandon y Abigail con cierta cara distraída y desanimada. No quería hacerme una idea equivocada por lo que decidí guardar mis pensamientos en cuanto a ello.

Giré mi cabeza de un punto a otro, viendo a Erika discutiendo con sus compañeras, a Pepperoni sacando grandes cantidades de pasta de una olla gigante hacia sus amigas de Anzio y a las integrantes del StuG III con atuendos de sus personificaciones en lugar de kimonos. Me resultaba gracioso ver a Caesar con una verdadera armadura de centurión romano en Año Nuevo, por un momento pensé que eso era lo que la gente del Campamento Mestizo al ver a alguien del Campamento Júpiter paseandose con su armadura junto a alguno de los pretores.