Des-Encadenar

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Gustabo estaba sintiendo un Deja vu, una taza de café, un poco de pan, olor a tabaco, un silencio apacible y a Conway con sus cabellos desordenados viendo la televisión, sólo le faltaba el dolor de cabeza y las dos aspirinas sobre la mesa para que fuese igual a cuando se emborrachó y terminó cayendo donde mismo ahora estaba sentado.

Un patrón se estaba repitiendo, uno que lo mantenía cerca de Conway, y no era para nada un patrón complejo, el necesitaba ayuda ya sea la pidiera o no y el abuelo aparecía a prestársela, nada muy rebuscado pero bastante dificil de comprender que pensaba el otro de esa situación, si es que él había llegado a su misma conclusión, y si  ese era el caso Gustabo esperaba que al menos tuviese una respuesta para el comportamiento que estaban comenzando a presentar. Ya que al menos por parte de él vislumbraba interés por su cercanía, por su olor y una curiosidad innata de entender que lo hacía diferente a los demás a la hora de su reacción frente a las drogas.

Gustabo se preguntaba si Conway tendría alguna hipótesis más estructurada o más firme que la suya que apenas alcanzaba ser parecido a una lluvia de ideas de lo que estaba pasando.

bebió un segundo sorbo de su taza de café y lo miró de reojo, comparando las diferencias abismales que había entre ese Conway y el que acostumbraba a ver dentro de la comisaría y de paso preguntándose si realmente iban a seguir actuando como si todo lo que pasó dentro del baño no ocurrió, una idea que no le parecía tan descabellada y hubiese estado dispuesto a seguir con ella si las imágenes de su encuentro no aparecieran de vez en cuando a atormentarlo y a traer de vuelta las sensaciones vividas.

Su celular comenzó a vibrar cortando de golpe aquel soliloquio mental que se estaba montando en tan sólo un desayuno. La pantalla mostraba el nombre de Emilio y que un mensajea a su nombre había sido recibido, no había mucho texto, es más, era muy poco texto para su gusto, muy ambiguo y poco alentador "En una hora, venga solo" y bajo esa frase de mierda que le causó inquietud una ubicación.

Gustabo volvió a mirar a Conway decidiendo si era necesario que se lo dijera, si era necesario informar de aquel extraño mensaje y sopesándolo unos minutos decidió que no, que al menos esta vez no era necesario decirle al abuelo de ese extraño mensaje, que de seguro sería alguna reunión de mierda para mandarlo a vender droga.

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— Yo... sinceramente no entiendo lo que está pasando la verdad — Intentaba mantener su voz calmada y serena, la sensación de frío en pies y manos era como volver a las épocas mala de un invierno crudo. Intentaba no titubear, en su interior se gritaba a sí mismo exigiendo que se calmara y ordenara sus ideas en conjunto a los insultos destinados a la mafia que aparecían en su mente.

— Una lección para su amiguito, que a la familia no se le miente y tampoco se le traiciona — El pausado tono de Nadando se sentía más frío que de costumbre dándole una sensación más parecido al miedo que a la pereza que en ocasiones le causaba.

Aquella frase era clara pero no explicaba mucho, no explicaba porqué Horacio estaba atado de manos, porqué estaba de rodillas frente a todos, porqué su cara lucía varios golpes tiñendola de un color morado verdoso mientras que en algunas secciones de su piel aún se alcanzaba a ver restos de Sangre seca.

— ¿Pero que pudo haber hecho Horacio? — preguntó con su mirada fija en el cuerpo de su amigo que mantenía su mirada fija en el suelo. Aquello lo había tomado por sorpresa, tanto su vida como la de Horacio estaba corriendo peligro y la posibilidad de un escape era nula cuando tenía a cuatro sujetos armados a sus costados, estaban a tomar por culo de la ciudad y además debía agregar que todo su alrededor eran solo montañas empinadas.

— Por un amiguito que tenemos nos enteramos que la policía ya sabe de la nueva droga que anda en las calles, que tienen fichado a nuestro nuevo comprador. Da la casualidad que llegó nuestra mercancía a los laboratorios de investigación del CNP, también da la casualidad que se descubre a quién se la vendemos. Datos importantes cuando ocurre que ustedes dos se quedaron con droga para vender y que fueron los únicos fuera de nosotros que sabían del comprador — todo parecía desmoronarse ante Gustabo y si desde antes se sentía nervioso por la situación, ahora el peligro de que todo acabara mal también aumentaba.

— Pero eso no quiere decir que alguno de los dos pueda ser, quizás tienen a alguien vigilando el club o que se yo. — Intentó responder buscando cubrir sus espaldas a través de mentiras.

— Sí, pero cuando Diablo le preguntó a usted por la droga, usted dijo que Horacio se había encargado de ella y nosotros acudimos a él preguntándole si era cierto y bueno... él terminó aceptado que se quedó con la droga, pero todas las excusas que nos dio no fueron lo suficiente para hacernos creer que no fue él quien entregó información al CNP. Además sabemos por su propia boca que Horacio se le daba bien ser policía ¿O no Gustabo? — Por más que esperara encontrarse con los ojos de Horacio él no levantaba la mirada, por más que los buscara sus ojos no se encontraban, él era el culpable de que Horacio estuviese ahí, sus palabras lo tenían en ese estado atado de manos y golpeado.

Era su culpa.

— Bien y para despejarnos de cualquier duda que tengamos de usted, llegó la hora de su prueba final de lealtad — el frío del metal hizo temblar cada rincón de su cuerpo, su mano pesaba, le era dificil sostener aquella pistola, porque en ella también estaba depositada el peso de todas las acciones que lo había orillado a eso.

— ¿Están seguros que no hay ninguna otra manera de arreglar esto, Nadando? —

— No — No dio lugar a dudas ni réplicas, estaba claro el papel que debía desempeñar frente a ellos y ese era terminar el mismo con la vida de Horacio.

— Gustabo no lo hagas, somos hermanos, familia, juntos los dos contra todo como siempre, Gustabo por favor... — sus ojos por fin había logrado ver los de su mejor amigo y hubiese preferido no ver aquel dolor en ellos, aquel miedo y decepción.

— Ya sabes como funciona esto Horacio... la mafia es familia y a la familia no la jodes. Levántate — Gustabo tomó el cuello de la camisa que llevaba Horacio manchando sus manos con la sangre que aún quedaba en ella, lo obligó a arrodillarse una vez más frente a él, dejando sólo kilómetros de tierra cerro abajo tras el cuerpo de Horacio.

A su espaldas estaba la mafia observando cada movimiento que daba, su mano levantó el arma y la apunto y sólo bastó jalar el gatillo para que la bala saliera disparada, y con aquel mismo disparo el cuerp de Horacio ser lanzado hacia atrás mientras Gustabo observaba cómo rodaba levantando tierra a su paso en una eterna y dolorosa imagen provocada por él mismo.

— Listo, al helicóptero hora de irnos. — todos los integrantes pasaron de ver el cuerpo de Horacio dejando rastros de sangre por donde se arrastraba a seguir las órdenes de nadando.

Gustabo no recordaba en su vida haber sacado y escrito un mensaje tan rápido y con tanta desesperación. Sólo una ubicación, y el texto "Salva a Horacio" fue enviada antes de subirse al helicóptero, esperando que quien recibiera el mensaje actuara lo más rápido posible. 

***

Gracias por todos los mensajes bonitos del disclaimer anterior.

Por cierto aquí viene otro, este capítulo no lo escribí yo, fue Patricia. No me funen.

Des-Inhibition || IntendentePlayWhere stories live. Discover now