Des-Confinamiento

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— Qué cojones...—

El sonido de líquido cayendo al inodoro seguía adornando la estancia, un cuadro casi surrealista al cual el comisario y mano derecha del Superintendente se enfrentó, a un ex oficial de policía y a su superior tomándole la cabeza y provocándole el vómito.

— ¿Volkov, por qué él estaba acá?— La posición en la que estaban no cambió, tampoco su faena de quemarle el esófago a quien estaba controlando.

— Estaba en medio de un tiroteo, en este caso el sujeto armado intentó violentar a Gustabo y frente a su respuesta negativa procedió a darle de tiros. — su mirada seguía fija en cómo Conway parecía hablar con total normalidad a pesar de la extraña situación.

— ¿Llevaba droga encima? — volvió a preguntar.

— No, el sujeto en este caso llevaba sólo una pistola, y condones. —

— Joder con él en este caso Volkov. Y a él ¿Lo cachearon? — preguntó señalando con su barbilla al bulto que intentaba respirar con tranquilidad.

— No llevaba nada extraño, llaves de auto, sus documentos, dinero. —

— Así que la droga la conseguiste tú mismo Gustabín. Espero que hayamos sacado suficiente de tu sistema. — La voz del superintendente retumbó en el oído izquierdo de Gustabo erizandole la piel. Deseaba seguir escucharlo así de cerca al mismo tiempo que deseaba pegarle un tiro entre ceja y ceja.

Su garganta ardía al igual que el inicio de su estómago, el sabor a vómito recorría cada rincón de su boca y hasta sentía el mismo ardor en sus fosas nasales, sus ojos apenas podían ver bien las imágenes por culpa de las lágrimas que había soltado en medio de su tortura, porque para Gustabo eso había sido, una maldita tortura que no parecía terminar, apenas tenía fuerza para levantarse y si no conservara aún algo de dignidad estaría tirado en el suelo esperando que su muerte llegara, más pronto que tarde.

Pero esta no llegó, con la misma delicadeza que había sido tratado durante todo ese tiempo fue levantado de golpe del suelo y llevado hasta los lavamos. Escuchó la llave del grifo abrirse al mismo tiempo que caía agua de ella, su cabeza fue obligada a bajar y sintió como una mano empapadas limpiaba su rostro.

— Bebe — el rubio pensó en negarse, hasta pensó en tomar esa misma agua que le era entregada y escupirla en la cara a Conway, pero conocía demasiado bien al abuelo para saber que algo como eso sólo traería más problema, decidió la opción más segura enjuagar su boca y darle alivio a su irritada garganta.

— Bien nos vamos nenaza. Volkov quedas a cargo por unos días si ocurre algo importante me llamas — Una ceja gris fue levantada ante la orden y un cuerpo fue obligado a tomar un rumbo nuevamente desconocido.

— ¿Para dónde me llevas papu? — pero no hubo respuestas, sólo el completo silencio tras él.

Un silencio que continuó mientras atravesaba la comisaría casi como en un caminata de la vergüenza con su cara y camiseta mojada, sus ojos rojos y aún esposado, un silencio que continuó cuando tuvo que subirse al asiento trasero de un vehículo, un maldito silencio que seguía y seguía mientras las calles avanzaban y mensajes de texto llegaban al móvil del superintendente y contestaba sin decir absolutamente nada.

Estaba jugando con su psiquis, lo sentía, lo presentía, la manera errática de su actuar estaba escociendo su ánimo, el verse detenido, ignorante, preso y siendo pasado por alto le estaba afectando más de lo que podía creer, Gustabo odiaba ser tratado como un mero lastre, como un adorno que calla y se deja maniatar. Su pie comenzó a moverse con desesperación y su lengua paseaba rozando cada uno de sus dientes buscando la paz interior para no comenzar a gritar e insultar al sujeto que no era capaz de decirle una palabra.

— ¿Que mierda quiere de mí? ¿Ya se divirtió con su puta tortura? ¿Se divirtió hacerme caminar por la comisaría como un maldito gilipollas? y aún así, con toda esa mierda tiene los huevos bien grandes para no dar ni siquiera una puta palabra en todo el camino ¿Qué quieres Conway? — le había gritado, se había dejado llevar ya por todo lo que sentía, exteriorizando lo que pocas veces dejaba ver... sus sentimientos, y en este caso el único sentimiento que predominaba en Gustabo era la ira.

— Llegamos, baja—

— ¡Que le den por culo, quíteme estas mierdas y déjeme ir que ya le está durando mucho este teatrito de mierda que se está montando! — si hubiese podido soltar una sonrisa lo hubiese hecho, estaba volviéndose loco, le estaba gritando a ese hombre que cuando perdía la paciencia daba de ostias y porrazos sin miramiento alguno, estaba loco con gritarle y esperar que eso le funcionara.

— ¡Baja ya de una puta vez! — le grita en respuesta y Gustabo no entendía porqué le obedecía, porqué apenas la puerta del coche le fue abierta se bajó sin rechistar encontrándose una vez más frente al hogar que le había dado asilo en su última borrachera.

La caminata de la vergüenza seguía esta vez con un solo espectador que veía cada paso que daba, que chasqueaba la lengua de vez en cuando y pisaba el suelo como si quisiera romperlo a su paso, estaba igual que la última vez, ordenado de una manera hasta el punto obsesiva, donde cada lugar que veía había un vacío, como un hogar sin vida, como si un fantasma habitara en él.

— Me preguntasteis que quería de ti ¿No? ¿Qué piensas que voy a querer de tí, cuando lo único que has traído desde tu llegada un sinfín de gilipolleces y problemas orquestadas por ti y Horacio? — Gustabo lo sabe, está expuesto, sabe que Conway analiza cada uno de sus movimientos tras una pared de cristal.

Sabe que lo está mirando a los ojos, que siente el peso de su mirada contra la suya en una batalla silenciosa entre quien cedía y se declaraba perdedor antes.

— ¿Cómo fue lo otro? Aaah sí, torturándote...claro al pobre Gustabín lo torturaron para que botara ¡Esa puta mierda que te estabas metiendo! Anda habla, habla como lo hacías en el auto, ten los cojones de volver a gritarme — Pero Gustabo no hablo, no le respondió, declarando su completa derrota cuando fue su mirada la que fue a dar al suelo.

— Desde cuándo —

— ¿Desde cuándo qué? — contestó con su mirada fija en el piso.

— ¿Desde cuando andas metiéndote esa mierda que se supone debías investigar? —

— Desde el mismo día que se la dí a usted — Estaba atrapado, había sido descubierto y cayendo ante la repercusión de sus acciones que hasta el momento no había tomado en cuenta.

Gustabo escuchó un suspiro como respuesta y nuevamente silencio.

— Bienvenido a tu retiro de desintoxicación, Gustabín. No te irás de acá hasta que cada partícula de mierda que te metiste por ser un anormal salga de tu puto torrente sanguíneo. — Gustabo tembló — Voy a ser tu sombra, voy seguirte como una puta garrapata pegado a ti, supervisaré lo comes, ves, cagas y hasta las pajas que te haces, y mientras hacemos todo aquello como una bonita pareja de recién casados me vas a explicar qué mierda está pasando contigo. —  

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~Escribo este fic para escapar de lo que está pasando en la serie, 
saquenme de GTA. Esto no es un meme.~

Des-Inhibition || IntendentePlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora