Capítulo 6

1.6K 121 14
                                    


     Esperando a que el semáforo se pusiera en verde, Dante le hizo una sugerencia a Lucía.

      ​  ―Tengo que ir a ver a tu ex, ¿te importa si vamos ahora? Y ya de paso coges toda tu ropa. ​

      ―¿A Raúl? ¿Para qué?―le pilló de sorpresa aquel cambio de plan. ​

      ―Son asuntos del club, guíame hasta tu casa―. Ordenó en tono mordaz. ​

     Lucía le dio la dirección de su antigua casa, la incertidumbre de los planes de Dante y la ansiedad por encontrarse con Raúl la asaltaron haciendo que se pusiera muy nerviosa.

    Llegaron al lugar y aparcó en la misma puerta, Lucía se quedó como una estatua encima de la moto, era incapaz de bajarse y enfrentarse al idiota de su ex. ​Dante se dio cuenta de su indecisión y la ayudó obligándola a bajar de la Harley, le dio la mano y entrelazó sus dedos con los de ella. Esta sonrió agradeciendo el gesto y se sintió protegida y apoyada.

     Subieron a la cuarta planta y Lucía sacó las llaves del bolso, la mano le temblaba y no estaba segura de ser capaz de verlo después de todo. Este le quitó las llaves y abrió él la puerta.

     ​―Chica de cristal, tranquila, estoy contigo y no dejaré que te haga daño ni tan siquiera con palabras. ​

     ―Creo que hoy he demostrado que no soy de cristal, no soy débil ―afirmó un poco molesta. ​

     ―Los cristales son peligrosos, a primera vista parecen frágiles, pero si te descuidas te pueden matar ―explicó con seriedad antes de entrar con paso decidido.

    Lucía sonrió de lado, aquel bruto era una caja de sorpresa. ​Raúl se encontraba en chándal tirado en el sofá viendo la televisión y comiendo pizza. Al ver entrar a Dante se sobresaltó y se levantó rápidamente un poco desconcertado hasta que vio detrás de su espalda a Lucía. No le dio tiempo a hablar porque este le agarró del cuello y lo estampó contra la pared del salón. ​

    ―Hola, gilipollas, quiero que respondas a una serie de preguntas. Si me entero de que me has mentido regresaré y te romperé las piernas. ¿Me has entendido?―Raúl asintió moviendo la cabeza, estaba asustado y el sudor de su frente era la prueba de ello. ​

     Dante lo soltó y lo invitó a sentarse, este miró a Lucía sin entender nada y obedeció sin rechistar. No quería meterse en líos con gente como aquel motero, sabía muy bien como eran los de su calaña. ​

     ―¿Conoces a este tipo? ―preguntó sacando la foto del Negro.

    ​―Sí, le llaman el Negro. Lo veo cada fin de semana desde hace un mes en el club Séptimo Cielo. ​

     ―¿A qué va al club? ​

     ―Nunca lo he visto con ninguna mujer, solo en compañía de Jeff Madison. ​

     Al escuchar ese nombre se preocupó, todos los clubes conocían a la leyenda de Jeff Madison. Era un nómada muy violento que se dedicaba a toda clase de negocios fuera de la ley, mientras ganara dinero le daba igual la ética. Podría ser capaz de vender a su madre por un pitillo insignificante si en ese momento le apeteciera fumar. ​

     ―¿Sabes algo de los asuntos que tratan? ​

     ―No, nada. ​

     ―De acuerdo, te creo. Ahora quédate quieto y sin hablar mientras mi chica coge todas sus cosas.

      Dante se levantó y se cruzó de brazos mirándolo fijamente para ponerlo aun más nervioso. ​Lucía no se llevó gran cosa, cogió todos sus documentos, su cartilla de ahorros, un viejo teléfono móvil y una mochila llena de ropa. Salió al salón y miró a Raúl, se dio cuenta de que no sentía amor por él solo lástima. Sin más abandonó el piso para no volver jamás, por fin su cometido aquella noche de decepciones se había cumplido.

Dante, bajo mis dominiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora