Parte 5

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Ginny se ve preciosa el día de la cita, incluso a pesar de que la práctica se extendió y llegó media hora tarde. Harry ordena un ron añejado en barricas de roble; Ginny opta por una copa de riesling.

–Te ves increíble –dice Harry y Ginny sonríe.

–Gracias –contesta– la práctica se alargó. El reclutador salió del juego del sábado sin decir una palabra, lo que fue un poco decepcionante. Tal vez en el siguiente partido. A Pearson la reclutaron una vez- ah, gracias –Ginny recibe su copa de vino. Harry acepta el suyo con un gesto de agradecimiento y toma un trago– Como sea, el viendo o fue favorable el sábado, y..."

Harry escucha a Ginny hablar. Siempre le ha gustado lo apasionada que es, piensa. Es una de las primeras personas que le enamoraron. Cuando estaban en mitad de la guerra y ella estaba tan llena de una feroz energía, sus ojos brillaban y sus manos firmes mientras levantaba la varita. Nunca se ha visto tan bella como lo hizo durante la guerra, piensa, con su rostro sucio y la túnica rasgada, cuando su fuerza y su espíritu brillaron más que nunca.

Se pregunta si alguna vez verá esa pasión otra vez.

–No hablemos de trabajo esta noche, –interrumpe Harry de repente– hablemos de otra cosa.

–Ah. –Ginny se detiene y mira alrededor del restaurante, como si buscara un tema de conversación– Es interesante, ¿verdad? Este restaurante. Estuve a punto de tocar el menú con mi varita para ordenar la comida. Casi lo olvido.

–Es una buena vista.

–Lo sé, desearía que hubiéramos podido comprar un apartamento en el centro de Londres.

–Lo siento, sé que siempre quisiste-

–Ah, ¡no era una crítica! –dice Ginny rápidamente– Solo decía, eso es todo. No creo que el mismísimo Ministro pudiera permitirse un apartamento de esos. Pero si llego al equipo nacional, ¿quién sabe? A lo mejor... oh, lo siento, estoy hablando del trabajo otra vez.

Pero pronto, su risa se desvanece en silencio y Harry, pensando en mil cosas para decir, pero descartando el trabajo, se aferra desesperadamente de lo primero que se le ocurre.

–¿Recuerdas la batalla?

Ginny se tensa.

–Es un poco difícil de olvidar, Harry.

–Aun así, estuviste brillante.

–Recuerdo el funeral de Fred. –Dice Ginny, distante. Obviamente no está escuchándolo– George aun no logra conjurar un patronus, dice mamá, no cree que alguna vez lo logre de nuevo.

Harry observa su vaso de ron, luego toma un largo trago. El mesero se acerca a su mesa y Harry casi se siente aliviado de verlo.

–Yo quiero cordero de Cornualles y una copa de Appleton Estate –dice rápidamente. Ginny ordena rape asado y otra copa de lo que está bebiendo. El mesero se aleja, llevándose con él los menús.

–Pronto acabaremos las preliminares del distrito –dice Ginny rompiendo el silencio.

Harry no menciona que eso también es trabajo. Escucha como ella habla sobre la temporada que se avecina, sus predicciones, y una leve crítica de su equipo favorito, los Kenmare Kestrels.

–Sé que es un tanto desleal, debería apoyar un equipo inglés, pero las técnicas del buscador son brillantes y muy osadas. Los cazadores han estado trabajando en una nueva formación, que a mí no me molestaría practicar. Debería sugerírsela a Gwen.

Harry se recuesta mientras el mesero pone el otra copa de ron frente a él, esperando a que se marche para tomar un trago. Cuando ya llega la comida tienen por fin una distracción y se ocupan de comer. Ginny ordena más vino y Harry prueba con un whisky de 12 años, luego con un escocés single malt. El mesero probablemente lo considera un alcohólico a este punto, piensa Harry, y para el final de la cena está alegremente alcoholizado, escuchando sólo a medias lo que dice Ginny. Ha bebido mucho para desaparecer, por lo que deben tomar un taxi para ir a casa. Ginny parece disfrutar mucho el viaje, y encuentra muy gracioso el hecho que Harry debe correr al departamento por dinero muggle para pagarle al conductor.

Corriendo en el aire Donde viven las historias. Descúbrelo ahora