29. En el hospital se cuentan mentiras

Începe de la început
                                    

Llego al hospital en autobús. Una vez ahí busco la planta y la sala en donde Cecile me dijo que estaban esperando ella y los demás. La verdad es que no se quienes más están ahí pero tampoco fue algo que vi importante preguntar.

—¡Por fin llegas! —Caitlin se abalanza sobre mi y nos fundimos en un pequeño abrazo.

Le sonrío y observo el panorama a mi alrededor. Los hospitales siempre han sido lugares que no me agradan para nada. En este la mayoría de las cosas son blancas y en vez de transmitirme pureza o incluso paz, solo me hace sentir todo lo contrario.

Ahora Cecile y Candice están sentadas juntas, al lado de Cecile está Daniel y dos o tres más jugadores del equipo de la escuela, entre ellos Nathan. Esta vez está sin Jessica.

Caitlin y yo caminamos para sentarnos en frente de Cecile y Candice. Esta última está devastada porque no deja de llorar mientras que Cecile no para de consolarla e intenta animarla. A su lado Daniel observa en silencio la escena. Lo único que llama mi atención es que tiene agarrada la mano de Cecile y aunque estemos en un momento grave y especial nunca había visto a Cecile agarrándole la mano a un chico. Se me hace raro.

—¿Cómo está Eiden? —pregunto un poco con temor a cuales puedan ser sus respuestas. Candice levanta su cabeza del hombro de Cecile y me mira directamente a los ojos por primera vez desde que he llegado.

—A buena hora llegas.

Su respuesta es lo suficientemente tajante como para notar que no le agrada mi presencia. Trago saliva nerviosa sin saber que decir o que hacer. Tampoco me apetece estar en un lugar donde no quieren que esté.

Con cierta timidez me levanto del asiento y me pongo a esperar en una esquina alejada de los demás. Cecile no tarda en levantarse del lado de Candice y venir junto a mi.

—Está lo bien que podría estar después de recibir la paliza de su vida. Si quieres puedes ir a verle, ya todos hemos pasado. Le estábamos dejando un poco de espacio pero seguro que se alegra al verte —explica señalándome la sala en donde está el susodicho.

—Gracias Cecile.

Mi amiga me sonríe y yo hago lo mismo. Después nos despedimos y me dirijo hacia el cuarto de Eiden.

Al entrar me encuentro con que está tan tranquilo viendo la tele. Me fijo detenidamente en su rostro ensangrentado y en su pierna sujeta hacia arriba. De seguro que se ha roto algo. La verdad es que lo han dejado hecho un cuadro, me pregunto el porqué.

—No pensé que fueras a venir —suelta al darse cuenta de mi presencia.

—Hubiese venido antes si hubiera sido lo suficientemente lista como para no ignorar las llamadas por ir a clase.

Me acerco a él y le dedico una media sonrisa. Me da pena verle en este estado, nadie se merece que le hagan eso.

—Lo importante aquí es que por lo menos estás.

A su lado tiene un ramo de flores y una caja de bombones, seguramente se lo ha comprado Candice.

—¿Qué hiciste para terminar así?

La curiosidad se apodera de mi y es por ello que hago esa pregunta. No puedo imaginarme que puede ser tan fuerte como para que te den una paliza.

El club de las C Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum