Capítulo 38. Valle-Inclán.

20.5K 1.3K 1.7K
                                    

Se sentaron a comer en la mesa de centro del comedor de Alba. Natalia intentando asimilar aún el cambio tan evidente que estaba teniendo lugar en el pequeño interior de Alba Reche, y la rubia sin atreverse a decir más por si la estaba cagando pasándose de sincera. Tendría que hablar con Ici cuando Natalia se fuera a su casa para calibrar posibles daños.


- ¿Quieres poner algo en la tele?

- Lo que quieras, Alba, es tu casa.

- Prefiero hablar contigo, la verdad.

- Ehm... vale. ¿De qué quieres hablar?

- ¿Te puedo hacer una pregunta? No tienes por qué contestar, a lo mejor es muy personal.

- Tú haz la pregunta y ya decido yo si contestar -la animó con una sonrisa.

- ¿Aún te gusto?

- Joder... -Natalia cogió aire y lo fue soltando lentamente. Miraba a la rubia de soslayo y, al verla tan tranquila, pensó que no pasaba nada por descarnar la verdad. Así todo sería mucho más fácil-. Claro, Alba. Eso no se me puede pasar de un día para otro.

- ¿Y por qué? A mí cuando me atrae una chica y me da calabazas, tardo en olvidarme de ella lo que tardo en despedirme y darme la vuelta.

- No estoy hablando de atracción, Alba. Me atraes -dijo antes de que la interrumpiera con esa carita de cachorra que ponía cuando creía que no sentía química hacia ella-, pero no SOLO me atraes, ¿entiendes? -Alba se quedó unos segundos pensando. 

- Sí, lo entiendo, porque ahora me estás rechazando tú y yo no me estoy olvidando de ti -Y otro ataque al corazón marca Reche. Natalia no ganaba para sobresaltos. 

- No te estoy rechazando...

- ¿Ah, no? -se movió en el sofá hasta pegarse a su lado, con una cara de ilusión increíble.

- No es un rechazo definitivo, quiero decir -Natalia corrió el culo para alejarse un poco de ella. No era tan fuerte. 

- Eso es bueno para mí, ¿no? -volvió a escurrirse por el asiento hacia la poeta.

- Depende de lo que quieras.

- Quiero besarte -dijo con un jadeo y el labio de abajo entre los dientes-. Mucho rato. 

- ¿Y luego? -pudo decir apenas mientras tragaba saliva. Su autocontrol empezaba a hacer aguas. Y sus bragas, también.

- Después quiero montart...

- VALE, VALE, LO PILLO -se alejó hasta chocar contra el brazo del sofá con las manos en alto.

- ¡No, Nat, no era eso! Quiero montarte en mi coche y llevarte a un sitio -dijo con su voz de nada, alejándose también un poco avergonzada.

- Ah, vale -suspiró, aliviada.

- Y allí follarte hasta que...

- ¡ALBA! -del salto que pegó subió el culo al reposabrazos, y por poco no cae patas arriba al otro lado de la impresión. 

- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA NAT, QUE ES BROMA -se partía de la risa la muy sinvergüenza, tanto que se tumbó todo lo larga que era, que era más bien poco, en el otro extremo del sofá-. Bueno, no es broma, pero decía lo de ir a un sitio de verdad -se colocó las gafas-. Y luego...

- Luego, ¿qué? -preguntó con suspicacia y los ojos entornados.

- Luego llevarte de nuevo a tu casa y... si tú quieres... darte un beso en el portal.

TunantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora