Capítulo 16 - Mariposas y otros insectos

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Porque hacía mucho que no sentía esto por nadie, esta atracción tan poderosa, tan intensa e irrefrenable. Hacía mucho que ningún hombre me hacía sentir así de bien, así de única y especial. Desde Mark, no hubo ningún otro que consiguiera traspasar mis barreras para llegar a mi corazón, blindado ante la posibilidad de ser engañada de nuevo. Hasta que llegó él. Con esa mirada triste de la que me enamoré la primera vez que lo vi.

Y en estos momentos ya no me parece tan fiero, tan inhumano y cruel como cuando me dedicaba aquellos sermones cargados de significado que sentía como un ataque, sino que aquellas palabras ahora cobran sentido al entender que aquella era su forma de hacerme despertar, de volverme más fuerte, de que esa era su particular manera de protegerme, y puede que incluso, de protegerse a sí mismo de algo contra lo que no puede luchar: su corazón. Porque de no ser así, de no sentir él también algo por mi, no creo que se atreviera a traspasar sus propios límites para besarme con tal pasión, que con sólo recordarlo me hace temblar.

Pero de pronto, el sonido de la puerta al abrirse me sobresalta, provocando que me aleje de él como si acabaran de descubrirme perpetrando un delito. Tras la puerta aparece Mark, que al vernos a los dos solos, a Blaime con el torso desnudo, y a mi tan cerca de él, se queda bloqueado con una mueca de confusión en su rostro.

—¡Oh! Perdón— Se excusa mostrando una sonrisa fingida, tratando de ocultar un destello de celos en sus ojos que miran a Blaime con displicencia. Casi puedo oír el mecanismo de su cerebro encajando las piezas de este rompecabezas, hasta llegar a la conclusión más obvia.

Pero en lugar de retirarse y dejarnos solos, se aproxima aparentando cordialidad, sin apartar la vista de Blaime.

—Vaya, el héroe de la jornada— Y lejos de sonar halagador, su comentario resulta molesto por el tono irónico que emplea. En la cara de Blaime se dibuja una mueca de desagrado que trata de ocultar bajo una máscara de modestia.

—Si hay algún héroe aquí es ella— Responde mirándome directamente, con esos ojos verdes que van perdiendo el brillo de emoción para dar paso a la ira contenida. La respuesta parece sorprender a Mark que alza las cejas en un gesto incrédulo desviando su mirada de Blaime para centrarse en mi.

—Si, mi Sheyla es una heroína, lo sé— ¿Cómo? ¿Mi Sheyla? Me quedo atónita ante su respuesta. No me puedo creer el alarde de hipocresía del que acaba de hacer gala con el fin de mostrarse superior ante Blaime, como si de verdad se creyera con ventaja sobre él.

Inconscientemente desvío mi mirada hacia el soldado, que mantiene sus ojos fijos en Mark con una expresión dura y desafiante, pero no dice nada. No abre la boca para contradecirlo o soltar algún comentario sarcástico tan habitual en él. Tan solo guarda silencio, tenso, en guarda, desconfiando de sus intenciones. Por la contra Mark continúa mostrándose seguro de sí mismo, con su aire petulante haciéndose el macho alfa de la sala, y en un alarde de prepotencia se acerca a él para interesarse por su lesión

—¿Cómo va ese golpe? Tiene mala pinta— Inquiere extendiendo sus manos hacia el costado dañado de Blaime, provocando una reacción de rechazo en él, que evita su contacto como si le repugnara.

—Estoy bien, no es nada— Replica cortante, mostrando una mirada amenazadora imposible de encubrir. La tensión entre ambos es patente, y tengo la incómoda certeza de ser yo el motivo de esta silenciosa lucha de egos masculinos. La situación es de lo más incómoda, por lo que intento calmar el ambiente, volviendo al tema puramente profesional.

—Sólo es una contusión, me parecía que la 9 y la 10 pudieran estar fracturadas, pero no es así— Trato de mostrarme lo más técnica posible a pesar de tener a mi ex supervisando el examen médico de Blaime, al que acabo de besar. Como si fuera una metáfora de mi pasado y mi presente, en la misma habitación. Pero Mark no se da por vencido. Pretende continuar con su dominio de la situación, a pesar de lo que yo le diga, porque para él, Blaime es una amenaza.

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