Capítulo 2

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Ciertamente las puestas del sol tienen algo especial, pero en el pueblo las toman por hecho cada viernes al oscurecer. No hay ciencia de por medio, mas bien religión, una doctrina que los fundadores del pueblo establecieron y hasta el día de hoy se mantiene.

Son pocas las familias que recuerdan el porqué del acto. Se dice que un día comienza a la puesta del sol y ellos, en el antecede de la noche del viernes, dejan de trabajar, no ven televisión ni nada que no implique ayudar al prójimo, guardando así el sábado de su Señor.

Para la familia de Jungkook, en especial su padre, significa una excusa para cerrar las plantaciones temprano y descansar bajo su porche, fiel damajuana junto. Serán las únicas horas del año, a excepción de las fiestas, en que los mandarinos no tendrán compañía; soledad que es bien recibida, las plantas necesitan su espacio para crecer, aconseja la esposa de El Rulo.

Así pues, Jungkook no necesita golpear las ventanas de la casa de Yoongi, cuatro de la tarde en punto, porque el hombre ya lo espera en la acera, entretenido con el proyecto del momento. Jungkook no entiende nada de robótica, pero su trabajo está en traficar piezas, no las que Jimin mezquina, dios quiera jamás nadie toque sus cosas, pero sí las que su padre desecha y Yoongi festeja. Oh, el chico se hace de un festín con los materiales que deja caer a sus pies.

-Tarde -saluda a Jungkook en lo que este se pone cómodo y estira las piernas hasta que sus botas tocan tierra, empujando una piedra de la callecita.

- Sí, bueno, eché una siesta antes de venir -responde sin esperar una invitación para servirse de la jarra que Yoongi mantiene a su lado. Son días calurosos y el agua será lo único que sacie la sed.

- Ya no hay códigos -se queja el rubio medio irónico medio en serio- Antes nos tiraban mal de ojo por hacer ruidos molestos durante las siestas y trabajar hasta la puesta del sol. Ahora solo tenemos lo segundo. ¿Qué nos pasó?

- Tienes veintiséis años, hyung. Estás viejo y yo cansando.

- Mocoso -murmura, pero Jungkook lo deja pasar, tomando una de las baterías que trajo para desarmar.

Jimin y él pasaron todo el miércoles a cargo del trabajo de los cebos, localizaron otros hormigueros en limites vecinos y ganaron picaduras que su madre más tarde alivió con hielo y aloe vera. El jueves no fue mejor, la sequía de diciembre no solo rajó suelos, sino que se encargó de maltratar los tubos de riego y los hizo recurrir a la vieja escuela, sacando de a baldes el agua del pozo. Jungkook espera que el fin de semana los trate amable, o al menos a su hermano.

- ¿Tu hermano?

Yoongi es un coreano que le gusta hablar de sus raíces a quien le interese escuchar y también podría ser psíquico si la robótica no ocupara todo de su tiempo.

- ¿Qué con Jimin? -y a veces a Jungkook le gustaría poder ser tan... tan genial como Yoongi, no detenerse en el miedo y la expectación de una posible pregunta, toda su vida resumida en un quizás lo descubrió.

Pero no, Yoongi extiende la mano, alcanza el tomacorriente y sigue como si nada.

- Papá necesita ayuda con el manejo de cálculos grandes y Taehyung comentó que Jimin domina los números. Preguntaba si le interesaría. Tendrá su paga.

- ¿Y tu hermano?

- ¿Qué con Taehyung? -lo imita, pero ahora es Jungkook el que está ocupado.

- Ya sabes, son amigos. Podría preguntar él mismo.

- ¿Ese mocoso? -Yoongi resopla entre dientes, su idea en manos no cooperando- Taehyung no tiene cabeza para otra cosa que no sea la carga que esta semana llegó a la biblioteca.

Mandarinas al Sol, y Tú. [Kookmin]Where stories live. Discover now