Capítulo 10

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Jimin lo sabe.

Cuando Jungkook guio su mano a su pecho sin previo aviso, lo supo. Fue como tocar un interruptor que todo este tiempo se mantuvo inalcanzable, una barrera que hasta entonces había estado ahí pero que Jimin no se permitió cruzar. El pensamiento llegó y se materializó tan bien dentro de su cabeza que si no hubiera estado en los brazos de su hermano se habría asustado. Pero lo estuvo, y saber que ama a su hermano no le dio otra cosa que paz y serenidad luego de semanas estresantes buscando y pensando qué estaba mal con él.

Ama a Jungkook, su hermano, Santos cielos. Todo debería estar mal. Todo. Aquel deseo de corresponder a sus idas y vueltas, a sus brazos, su sonrisa fácil, retenerlo toda la noche allí consigo para complacerlo, hacerlo feliz, no fue normal, sano o cualquier buen indicio para barrerlo y dejarlo estar bajo su alfombra bordada con los hilos de la hermandad. Esta no es su burbuja, o a lo mejor sí; quizás todo este tiempo su burbuja fue una clase de sentimientos incorrectos creciendo y escondiéndose en una comodidad única, la que ellos crearon. Dios mío. Jimin deseó tanto a Jungkook para él y solo él en ese momento que hoy está asustado. El miedo llegó.

Por lo tanto, no espera por sus viernes de Biblioteca y el lunes en la hora del almuerzo busca a Taehyung y tiene otra crisis. Una gran crisis.

Y esta vez hay lágrimas y apenas un contexto; entrar a la biblioteca en ese estado mental por seguro habría tenido a Taehyung dejando su tarta de acelga y huevo, dispuesto a correr a su lado y obtener cualquier pequeña información que saliera de sus labios para comprender su martirio. Juntó pieza por pieza mientras Jimin confesaba que pasó más tiempo del que le gustaría admitir mirando a cada hombre en el festival, calculando y analizando por cuál su hermano se hubiera interesado. Del sobreesfuerzo que hizo al interactuar con los que pasaron su primera prueba. De cómo, patéticamente, se fue metiendo en un pozo oscuro y terminó comparándose con todos ellos. Odia los celos, lo inseguro y perdido que los hizo sentir. Odió a la amiga de Jungkook por llegar primero y reservarlo más de la mitad de la noche. Jimin había visto a su hermano en las cocinas y no dudó en acercársele por detrás hasta que la chica de mechas verdes lo atrapó del brazo y se lo llevó a una mesa. Pero lo que Jimin en realidad odia es el cargo de conciencia que revivió cuando la vio, por la noche en que ella cenó en casa sola con sus padres porque Jungkook se quedó cuidándolo. Es una buena chica, a un punto que el pueblo no comprende.

Y a pesar de todo el odio que se empezó a desencadenar y son escuchados sin juzgar, le cuenta a Taehyung del odio que más le mata, el que se lleva Jungkook. Lo odia por ser tan dulce, ¡por regalarle una maldita constelación! ¿Quién hace eso?

Jimin ya no puede manejarlo.

- Ángel.

El chico levanta la cabeza ante el apodo, años de no ser escuchado, y su corazón se comprime en un latido.

- Me llamaste ángel -susurra.

Como fue una llegada precipitada (y conmocionada), Jimin se tiró contra el mostrador sin mucha gracia, flexionando los brazos y la cara entre ellos, abrazándose y queriendo así desaparecer. Hacerse una bola como sus sentimientos se sentían.

- Lo hice porque ahora no quiero que te conviertas en uno y tu hermano luego uno a mí. Aunque, déjame decirte, su método no sería muy lindo -habla Tae, colgado en una peor posición, incómodo y lleno de preocupación.

- Jungkook hyung no te haría nada -defiende.

- Jimin, acabas de describir a tu hermano como "dulce". Eso, para empezar, es la locura más grande que escuché en todo tu relato.

- Pero él lo es.

- Contigo. Solo contigo -aclara, apuntándolo con un dedo sin reproche- Pregúntale sino al pueblo para ver si habrá algún alma que se ganó el cariño de lucifer.

Mandarinas al Sol, y Tú. [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora