Capítulo 4

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La primera semana de vacaciones da paso a los últimos preparativos para el festival anual de la Navidad del pueblo. Trabajaron en el armado del decorado gran parte del año, desde mayo, y la bolsa con botellas recicladas que arrastra a la reunión será de las últimas también.

- ¡Jimin! El chico que quería ver -ni bien entra al recinto, la Señora Bae corre a recibirlo, planilla en manos y lápiz peligrando tras su oreja- Estamos desbordados. Mary no vendrá y faltan manos por todos lados. El sector de termoformado tuvo que organizar una nueva tanda de flores, a aquellos bastones les falta una segunda capa de pintura y las luces nuevas presentaron problemas. ¿Esas son más botellas? -señala el obvio bulto a sus pies sin esperar respuesta- ¡Genial! Llévalas al montón y únete a Tseng o donde puedas, hoy esto es un desastre.

Ella tampoco pierde tiempo quedándose a su lado y mucho menos dará una visita guiada, corre a las puertas laterales y las abre de par en par para la carga de los herreros que empiezan a llegar. No es como si Jimin lo necesitara.

Se abre paso entre cajas y bolsas que se apilan por todo el suelo del salón tomado como sede del voluntariado hasta el Señor Tseng, uno de los pioneros extranjeros con más de sesenta años trabajando en las artesanías como así uno de los pioneros para el festival.

Jimin es de los voluntarios más jóvenes a excepción de las madres que traen a sus hijos y los entretienen con alguna tarea sencilla. La iniciativa empezó hace cuatro años, cuando una vecina sacó su viejo árbol a la calle y su vecino colgó una flor de tela. Esa misma semana toda la cuadra hubo aportado algo viejo, prestado y reciclado para embellecer el árbol. Actividad que el año próximo se trasladó a la avenida principal y para el tercero se creó el grupo de voluntarios con la meta de traer el espíritu a todos los rincones. Jimin había dejado libre sus domingos para asistir y ahora diciembre exigiría los detalles finales.

Este año se preparó un inmenso mandarino con estructuras de hierro esferoide para la entrada del pueblo. Sus ramas se envolverían con guirnarlas de luces, hojas de botellas moldeadas con calor, las mandarinas serían adornos de color oro oscuro y su copa llevaría una estrella de alambre forrada con tela.

Vienen días ocupados y de mucho trabajo. Lo mismo para Jungkook en las plantaciones. Esta mañana Jimin lo acompañó en el cuidado del suelo, sacando hileras de maleza que crecían donde no debían, acercándose a las plantas, renovaron la tierra y bajaron abono del camión hasta que su padre mandó a Jungkook por el mozo de cuadra debido a unos caballos sueltos.

Con el sol a pleno de las dos de la tarde, Jimin caminó aquí y no se irá hasta trabajar en esos bastones de caramelo que desde lejos piden atención.

Saludando al Señor Tseng, se suma a su círculo de trabajo enseguida, junto a su nieta y otras tres mujeres mayores. Conoce a la joven, ser dos años menor que Jimin no le impidió tomar los talleres de último año y ser de las más agradables para compartir grupo.

Jimin alcanza un primer bastón y lo ubica en su regazo, mirando crítico los detalles que lo rodean, las partes donde la pintura empieza a desprenderse y el brillo mal pegado se cae. No es para cualquiera la tarea de armar adornos en tamaño real. Hay que tener siempre presente que los mismos estarán bajo el sol del día y el rocío de la noche, deteriorándose, y si no existe una buena base durarán semana y media como máximo, meses de trabajo echados a perder.

Pero no todo está arruinado. Jimin cree que con una capa de pintura y un poco del aerosol protector quedarán listo. Se encargará de terminar estos con los suministros disponibles y empezará los demás con mejor manejo.

Cuando el Señor Tseng se levanta en busca de más lentejuelas, Lixue se arrastra a su lado sin descuidar el encendedor que prendido moldea un bonito moño de plástico.

Mandarinas al Sol, y Tú. [Kookmin]Where stories live. Discover now