18. Dispara.

14.3K 1.7K 154
                                    

- No puedo mas.

Mis nudillos sangraban en cada golpe.

- Necesito descansar.

En el centro del bar había un saco de boxeo colgado, del otro lado estaba un chico llamado Hoseok sosteniendolo y sentado aún lado del escenario estaba el Sr. Kim muy molesto.

Todo lo que había dicho que pasaría sucedió.

En mi primera noche de trabajo despachando cervezas había habido una trifulca por mi culpa.

Me había negado a pintar mi cabello alegando que el color no era un problema. Pero si lo fue.

Yo había terminado en uno de los apartados de los baños llorando por que había hombres golpeándose esperando que yo saliera.

Un par de balazos desde fuera había acabado todo.

Pero el Sr. Kim me había prohibido ir  al bar hasta que no aprendiera a defenderme.

Dos semanas llevaba y aún no conseguía golpear con la suficiente fuerza y no por que no pudiera, si no por que mis manos estaban muy lastimadas.

- Por favor. 

Hoseok soltó el saco, me senté en el suelo desatando las vendas viendo el estado de mis nudillos.

Ya no quería llorar pero no sentía que no había manera de hacerlo sin lastimarme.

- Hoseok enséñale de nuevo cómo se debe golpear.

Me alejé para darle espacio y él comenzó a golpear con fuerza el saco una y otra vez sin quejarse. Cuando hubo terminado sonrió mostrando sus manos.

- Solo tienes que golpear el saco con firmeza si no te seguirás lastimando.

Él se fue de allí cuando vio que limpie mis lagrimas.

- Que patético.

El Sr. Kim se acercó a mi

- ¿Qué sucede contigo? ¿sufriste maltrato físico alguna vez?

Respiré profundo y me levanté. Él podía ser muy hiriente cuando se lo proponía. Apreté las vendas y comencé golpear de nuevo.

- No, nadie me ha golpeado antes.

Él me miraba y yo sólo hacía gestos de dolor en cada golpe.

A lo mejor  tenía razón yo no servía para este ambiente, yo debía ser protegido por alguien más. Alguien fuerte como Jungkook.

A lo mejor me había acostumbrado a su presencia, en el amor que le profesaba pensando que duraría por siempre.

Si yo era patético.

- ¡Detente!

Mi mano derecha sangraba y yo solo contenía las lagrimas.

- ¿Que sucede?

- ¡¿Por que diablos lloras?! - me miró con rabia - ¡dime por qué estoy empezando a creer que me equivoqué al traerte conmigo!

- No, solo deme una oportunidad más se lo juro que aprenderé.

Se acercó más a mi y alzó su mano para golpearme furioso y yo solo cerré los ojos y espere él golpe. Pero nunca llegó abrí los ojos y él me miraba asombrado.

Yo aún te amo.Where stories live. Discover now