Capítulo 24

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Unos golpes en la puerta de mi habitación me despiertan.

— ¡Sheila! ¡Sal ahora mismo!

Me tapo entera con las sábanas para deshacerme del ruido. Por favor, quiero dormir.

— ¡Sheila! ¡Si no sales, entraré yo misma!

Oigo la puerta abrirse, por lo que inmediatamente, aún bajo las sábanas, le doy la espalda a mi madre adoptiva que acaba de entrar.

— Sheila, tenemos que hablar.— dice al lado de mi cama. Su voz está muy cerca.

— Hum... buenos días a ti también... — murmuro.

— ¡Es buenas tardes, vaga!

¿Qué? Me levanto sobresaltada, sentada en la cama. Nada más dejarme ver, mi madre me da una bofetada en toda la cara. La última vez que hizo eso fue hace unos años. ¿Ahora por qué?

Me quedo mirándola, mientras me llevo la mano a la mejilla que ha sido golpeada.

— Sheila, ¿me puedes explicar qué es esto?

Me enseña la pantalla de su móvil. Me está mostrando... la publicación que subí antes, revelando que soy su hija ilegítima.

Oh mierda.

Recobro mi compostura poniéndome recta y sentándome sobre la cama correctamente.

— Te lo puedo explicar.

— ¿Ah sí? — dice cabreada.

— Ese era un secreto muy grande, tarde o temprano alguien se iba a enterar. A la gente le sienta peor cuando se les ha ocultado algo y se enteran por otros. ¿Acaso no es mejor que yo misma lo reconozca?

— ¿Sabes que muchos accionistas quieren dejar de invertir en nuestra empresa? Dicen que pronto me jubilaré, y no habrá nadie para encargarse en mi lugar. ¡Mira lo que has hecho!

— Me han estado amenazando, ¿lo sabías? Si esa persona que me ha chantajeado se ha aprovechado de la situación, es cuestión de tiempo que cada vez más gente haga lo mismo. No puedo permitirme aceptar las amenazas de todos. Esto era lo mejor; el secreto saldría a la luz igualmente, por lo menos quedaremos como personas responsables que saben reconocer sus propias mentiras.

Ella se queda mirándome, parece estar reflexionando sobre mis palabras.

— ¿Quién te ha estado amenazando?

No puedo decirle que yo misma le di la oportunidad a Livvy de chantajearme.

— Alguien.

— No me lo quieres decir, está bien, pero hazte cargo de lo que has hecho. Pon en práctica esas clases que recibiste de pequeña. No me decepciones.— dice enfatizando la última frase.

Desde que tengo uso de razón, siempre he querido ser diseñadora. A cambio, mi madre me obligó a tomar clases en casa; debo saber todo lo necesario para ser la presidenta de Hanaiel algún día.

Ella sale de mi habitación. Me revuelvo el pelo inquieta. Se avecina una guerra; no os podéis imaginar la cantidad de gente que mataría por tener el poder de dirigir una empresa tan poderosa como la de mi familia.

Ahora que saben que legalmente no me corresponde heredar nada, muchos lucharán por quitarme el puesto.

Tengo asimilada desde siempre la responsabilidad que tengo respecto a Hanaiel.
No puedo decir que me guste mucho o poco, simplemente me lo han repetido tantas veces, que al final me ha parecido algo normal; igual que cuando tus padres te enseñan desde bebé a ponerte el cinturón de seguridad; no es que te encante pero lo acabas viendo como una cosa más de la vida.

Beat you, but love youWhere stories live. Discover now