Capítulo 10

74 13 0
                                    

¿De qué quiere hablar? Ese tono no ha sonado nada bien.

— ¿Qué ocurre?— pregunto mientras me acerco a ella.
— Primero siéntate.

Me siento.

— ¿Cuál es la relación que tienes con el chico que estaba contigo durante el accidente?

Frunzo el ceño sin saber qué decir.

— Mmm... somos...¿conocidos?
— ¿Estáis saliendo?

¿Ella también piensa que estoy liada con ese chiflado?

Hay que reconocer que es... un poco atractivo. Sólo un poco. No nos emocionemos. Lo mejor de todo son sus ojos. Ese color que hipnotiza.

— No, no. ¿Por qué preguntas?
— Si quieres salir con él, yo no os lo voy a impedir. De hecho, ese chico me cae muy bien.

¿Por qué a todo el mundo se le ha metido en la cabeza que estamos juntos?

— Mamá... no estamos saliendo, ni lo vamos a hacer.
— ¿Por qué no lo intentáis? Hacéis buena pareja.
— ¿Qué? Ni siquiera lo conozco bien.
— Escucha a tu madre, ¿sí? Ese chico te conviene. En fin, tengo que irme.
— Está bien, pero no te hagas ilusiones; no voy a salir con él..

Ella simplemente alza una ceja cuestionándome, para luego irse, sacudiendo su mano de espaldas a modo de despedida.

¿Por qué quiere que salgamos juntos? Siempre pensé que me querría emparejar con algún chico rico de por ahí para obtener beneficios.

No entiendo nada.

No tengo mucho sueño, prácticamente me acabo de despertar.

De repente alguien abre la puerta. ¿Será mi madre (biológica)? ¿Ya ha vuelto de casa y me ha traído la cena?

Aparece Mark por la puerta.

— ¡Sheilaa! Y yo preguntándome cómo es que no venías al bar. Ya me ha contado Roger lo que pasó. ¿Ahora ya estás mucho mejor, no?— dice mientras me sonríe.

Me alegra verlo. Le devuelvo la sonrisa.

— Sí, estoy recuperada...más o menos.

Se acerca a mí y me abraza. Se acomoda en uno de los sofás.

— Qué aburrido ha tenido que ser el hospital.
— Dímelo a mí. Por cierto, ¿has hecho algún avance con la investigación?
— No, necesito un plan.

Mark ha vivido desde niño en una iglesia, dónde lo cuidaban las monjas, pero a partir de la secundaria, unas personas anónimas empezaron a pagarle la educación, y a entregarle dinero cada mes.

Todo eso a través de las monjas, ellas saben quiénes son, pero no  parecen querer revelar nada.

— Podríamos...revisarles el móvil. Supongo que habrán estado en contacto.
— Buena idea, pero... ¿tendríamos que revisárselo a todas las monjas?
— Mmm...no. Sólo a la monja Mercedes. Es con la que más tienes relación.
— ¿Me ayudarás, a que sí?
— ¿Dudabas de mí?

Nos sonreímos mutuamente.

— Mañana ya me dan de alta. Cuando quieras nos ponemos manos a la obra.
— Perfecto. Uno de los dos la distraerá para que otro intente cogerle el móvil.
— Tú eres genial distrayendo. Yo me encargaré del móvil.
— Cómo usted diga, jefa.— dice en un tono divertido.

Beat you, but love youWhere stories live. Discover now