Capítulo 26

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¿Una película? Es un plan irresistible. ¿No tiene porqué pasar nada malo, no?

Es sólo una peli.

Enciendo las luces algo ilusionada y me siento sobre las sábanas. No sé porqué, pero no puedo dejar de sonreír.

— ¿Qué te gustaría ver?— le pregunto mientras él se acomoda en el sofá.

Deja escapar una pequeña sonrisa, como si le divirtiera el hecho de que esté emocionada por algo tan simple.

Me levanto de la cama para hacerme con el mando de la tele; la enciendo y pongo Netflix.

Pasan unos segundos de silencio.

— Esta tiene que estar muy bien.— digo mientras le enseño una película que me apetecía ver el otro día, pero que no llegué a ver.

— No creo. Será demasiado empalagosa. Pasa a la anterior.

Tras hacer eso veo que se refiere a una que trata de un asesino retirado que vuelve a la acción cuando matan a su perro.

Qué mal gusto tiene el chiflado. ¿Quiere que veamos muertes en plena noche?

Respetos para el perro.

La que yo quería ver era de comedia romántica. Me encanta ese género, es mi favorito; estoy segura de que no soy la única.

La peli está basada en un manga japonés; pero es una versión americana. La protagonista ha vivido siempre en un pueblo. De repente debe mudarse a la ciudad, dónde vivirá con su tío. Un amigo de este es el protagonista, quién también es el profesor de la chica en su instituto. Según he visto en el trailer, hay otro chico tímido que parece ser el rival amoroso del profesor.

Me apetece mucho verla.

— Oh vamos, chifl-,... Asier, la mía es mucho mejor. Porfa.— digo intentando hacer pucheros con mi labio inferior.

Él suspira resignado, pero puedo notar su buen humor.

— Está bien, está bien... ¿Cómo se llama la que tú quieres ver?

No puedo evitar sonreír de oreja a oreja porque ha accedido muy rápido.

— Daytime Shooting Star.

— Pues vamos allá.

— No, espera. — digo mientras entro al armario-mini-habitación.

Abro un cajón en el que se supone que hay ropa, y cojo varias bolsas de nachos. También me llevo salsa de queso. Nadie sabe que guardo esto en mi habitación, sólo Mark y Lena, porque de vez en cuando vienen aquí sin que nadie se entere.

Suelo picar nachos muy a menudo, por eso los tengo aquí conmigo. Están riquísimos con la salsa de queso.

Cuando el chiflado me ve suelta una carcajada.

— Oye... que sepas que esto es imprescindible.

Saco de un cajón una mesa pequeña; esas que se usan como bandeja para comer en la cama, que tienen unas patas cortitas para apoyarlas en el colchón.

La dejo sobre las sábanas, y coloco los nachos y la salsa encima de la bandejita.

Vuelvo a la mini-habitación y, de una nevera pequeña camuflada de armarito, saco dos latas de CocaCola.

Beat you, but love youOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz