ᵉ ˣ ᵗ ʳ ᵃ (²)

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Habían pasado ya algunas semanas desde que pudieron intimar, el trabajo de policías los tenía un tanto alejados. Sus horarios cambiaron impidiendo verse tanto estando de servicio, como fuera en la casa que compartían.

Gustabo estaba frustrado, desde que se quedó a vivir con el mayor su vida sexual había aumentado considerablemente, siempre que podían le gustaba ser torturado, y estar a merced de su compañero. Pero, últimamente estos encuentros habían disminuido.
Cuando lograban coincidir, alguno de los dos caía dormido apenas llegaba a casa.

– Hey, muñeca – Sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia del mayor – ¿Qué haces aquí?

Gustabo giró la silla en la que estaba sentado, había estado esperándole en su despacho, conectaron sus miradas y le sonrió.

– Vine a verle.

– ¿Algo importante? O simplemente viniste por atención – Se cruzó de brazos y miró al rubio con una ceja alzada.

Inmediatamente se colocó de pié y se acercó peligrosamente al contrario, con sutileza rodeó su cuello con sus brazos y le jaló hacia su cuerpo; pegando sus frentes.

– Sí, porque me tiene olvidado.. – Susurró cerca de sus labios.

Conway llevó sus manos a la cintura de otro dando un pequeño apretón.
Sabía que llevaban tiempo sin poder verse a solas o tocarse, por lo que con la simple cercanía del rubio ya se encontraba caliente, usó todo su auto control para no lanzarlo contra el escritorio y follarlo. Debía esperar, quería divertirse con él, pero no tenía lo elementos indicados, además de que estaban en su Oficina y trabajando.

Así que solo atinó a darle un pequeño beso para después acariciar su cabello.

– Lo sé, pero estamos trabajando – Acarició sus labios con su pulgar. – Podemos continuar en casa.

– Pero-..

– No lo hagamos más difícil, dulzura.

Resignado se alejó del mayor asintiendo pausadamente.

– Vamos.. – Colocó una mano en su cadera guiándole fuera de su Oficina. – Hay un Código 3.

(....)

Jadeos y gemidos salían de sus rojizos labios, las corrientes de placer que recorrían todo su cuerpo hacían que tuviera fuertes espasmos. Además de la adrenalina de masturbarse en horario de trabajo y sin el permiso de Conway.

No era su culpa, ¿quién no se excitaría viendo el cuerpo de tu novio recién duchado y lleno de sutiles chupetones algo viejos?. No sabía el por qué, pero cada gota de agua que resbalaba por su torso desnudo aumentaba las ganas de pasar su traviesa lengua y dar lamidas por todo el cuerpo del mayor; agregando que este al darse cuenta de las miradas que le lanzaba el rubio sonrió coqueto. Y eso destruyó el auto control de Gustabo.

Aumentó la rapidez de sus movimientos. Levantó la camiseta blanca de su uniforme y admiró su nueva adquisición mordiendo su labio.

– Mhm~

Hace unos días Horacio había ido a hacerse un nuevo piercing en su oreja, lo quería con temática de Vodka —ya sabemos el por qué— así que le acompaño al local. Estando allí, observaron la tabla donde mostraban todos los tipos, colores y formas.
Así que con una sonrisa el de cresta, ahora Celeste, le dijo que se hiciera uno nada más y nada menos que en los pezones; dándole la excusa de que los hace más sensibles.

Fın De Semαnα. | IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora