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Jack se encontraba recostado en el sofá, tomando bocanadas de aire.
Por alguna razón ese orgasmo había sido muy intenso, todavía podía sentir el cosquilleo de la lengua del menor engullendo su miembro.

- Siéntate..

Su voz había salido ronca, haciendo que el pene de Gustabo diera una sacudida. Rezaba porque el mayor le dejara correrse, estaba muy desesperado.

- Muy bien, mi pet - Acomodó sus vestimentas y se agachó a la altura del rostro del chico.

- Creo que podrás tener tu recompensa - Sonrió de lado.

En ese preciso instante Gustabo juraría que si tuviera una cola, estaría como loca moviéndose de un lado a otro. El mayor con su dedo índice alzando su rostro para tenerlo más cerca, sonriendo de lado y con su tremenda voz; excitaba demasiado al rubio.

- Por favor.. - Dijo tratando de unir sus labios con el de traje, pero este lo apartó colocándose de pié y caminando a un habitación: - No seas impaciente - 

Gustabo en su posición de descanso trataba de mirar que había en esa habitación, pero tan pronto como el mayor salió se acomodó mejor en su lugar, recibiendo una ligera mirada.

Se acercó al pequeño con una caja de color bordo*, su mirada de confusión y curiosidad hizo que una corriente eléctrica pasará de su cabeza a la punta de su pene.
Definitivamente iba a disfrutar esto.

- Ahora, cariño - Dejó la caja a un lado de los dos.

- Hablemos de nuestra palabra de Seguridad, ya sabemos que es importante que los dos disfrutemos - Dijo acariciando sus mejillas y retirando el cabello de la frente del Rubio: - Pero en caso de que nuestro pequeño juego sea mucho para ti, ya sea física o mental, podemos avisarle al otro con la palabra de seguridad, ¿Cuál quieres que sea? -

- "la pizza de piña es una tarta" - Conway sonrió al escuchar la propuesta del menor, era cierto. De los primeros días en los que se conocieron habían discutido con Horacio acerca de la pizza de piña. La frase los definía medianamente, así que o había problema; era perfecta.

- Me parece bien. (...)

No podía ver nada.
Le había quitado la posibilidad de ver sus acciones, lo que hacia más excitante el hecho de no saber que van a hacer con tu cuerpo.

El Juego Había Comenzado.

Sintió como su sentido de la audición se hacia sensible con el pasar de los minutos. Podía escuchar la leve respiración de su acompañante dando vueltas por la habitación, como también podía sentir como le miraba. Mordió su labio un poco nervioso.

- ¡Ah! - Soltó cuando sintió una mano impactar contra su muslo derecho.
Habían decidido no utilizar la mordaza, usando la excusa tonta de que se podía ahogar con la saliva, cuando el mayor solo quería escuchar sus gritos y chillidos.

Gustabo intentó acariciar la zona lastimada, pero sus extremidades habían sido inmovilizadas, cediéndole el placer a los deseos del Superintendente.
Se removió sintiendo como retazos de cuero acariciaba su piel, tragó saliva con el primer impacto en su piel.
Al segundo reprimió su grito, y con el tercero dejó escapar un jadeo. No era tan fuerte pero era lo suficientemente para dejar pequeñas marcas.
Conway miraba deleitándose como la piel blanca pasaba a ser roja, relamió sus labios y acomodó su corbata.
Procedió a azotarlo nuevamente, con algo más de fuerza haciendo que el menor ya no pudiera retener sus gritos.
El cuerpo de Gustabo se veía majestuoso, sentado de rodillas a su merced; con una pequeña capa de sudor haciendo que brillara, su espalda llena de marcas, un pequeño arnés rodeando su torso y la palma de su mano marcada en su muslo.

Fın De Semαnα. | IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora