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Te tomo como una droga.
Te saboreo en mi lengua.

-The Neighbourhood [Daddy Issues]

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Era Viernes por la noche. La ciudad se encontraba tranquila, solo había alarmas de robo de autos. Lo típico, oficiales de un lado a otro. Denuncias leves, un día relajado.

No se podía decir lo mismo de Gustabo, estaba echo un mar de nervios. En especial cuando el y el superintendente cruzaban miradas, o cuando el mayor llegaba de la nada y rozaban sus manos levemente.
Ese hombre le iba a volver loco.

- Mierda Horacio, ya deja de molestar -

- Pero como no, si me dices que el abuelo te invitó a su lujosa casa - El pelirrojo alzó sus manos exageradamente para después reír. - Ya conseguiste un Sugar Daddy y todo -

- Pff, calla - Su cara se torno un poco roja, estaba avergonzado.

- Da igual, ¿me dijiste que te iba a dar clases de que? - Preguntó un poco confundido, Horacio era muy dulce, por lo que temas de dominación no los entendía del todo.

- Olvídalo, luego no quiero que Volkov venga a quejarse conmigo si te lo digo - Cerró su casillero terminando de cambiarse.

Ya casi terminaban su turno, solo tenían que dejar las armas y salir de servicio.

- Venga, pasa un buen fin de semana - dijo su mejor amigo recalcando la última parte, Gustabo rodó los ojos con fastidio tratando de no sentirse apenado.

- Tu novio te busca - avisó rápidamente para que el otro saliera corriendo detrás del Comisario.

- ¡Adiós! Gusnaboo

El nombrado sonrió despidiéndose de su amigo con la mano, para luego ver como la pareja salía de comisaría tomados de la mano.
Una pequeña tristeza le recorrió al pensar que también quería tomar la mano de alguien.

Sumido en sus pensamientos recordó que era Viernes, ya había empezado el fin de semana y el tenía algo pendiente. —ya todos sabemos que es—
Tomó una buena cantidad de aire dándose ánimos, dio media vuelta y caminó lentamente al despacho de su jefe.

Como este le había ordenado, Gustabo hizo un pequeño maletín con ropa para quedarse con el hasta el domingo, lo que el no sabía es que tal vez no era necesaria.

- ¿Superintendente? - Tocó la puerta con duda, sin embargo decidió abrirla al no escuchar respuesta.

Se sorprendió al darse cuenta de que no había nadie en la sala, entró lentamente y comenzó a revisar a sus alrededores. Tal vez estaba en la esquina leyendo archivos.
Pero no, el superintendente no se encontraba en su oficina; tomó su teléfono buscando su contacto para enviarle un mensaje, cuando un pequeño beso depositado en su nuca hizo que soltara un jadeo.

- ¿Me buscabas?, muñeca - Rápidamente se giró haciendo contacto visual con el mayor, mordió su labio al darse cuenta que su jefe había tomado una ducha recién.
Se veía extremadamente caliente con gotas de agua cayendo de su cabello, y su camiseta blanca un poco transparente.

- Sí... -

- Bien, hora de irnos a tus lecciones - Le había tomado de la barbilla alzando su rostro para dejar un beso corto pero profundo. (...)

Fın De Semαnα. | IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora