- Lo hace entonces por el pueblo. - Inquiere Murray.

- Ciertamente. Un rey se debe a su pueblo y esto generaría más oportunidades para ellos. Facilitaría la economía si utilizamos el terreno para la agricultura y ahora que estamos en acuerdos de paz con Lacrontte, sería oportuno para comunicar ambas naciones por medio del tren.

Ambos siguen hablando por un par de minutos. Denavritz lanzando y Somerset refutando. Mientras tanto yo me encuentro haciendo algo más importante.
Detallando a la señorita Malhore.

Lleva un vestido negro con mangas cortas. Me gusta verla en ese color, siento que comparte mi esencia al usar ese tono, aún cuando sé que lo utiliza debido a la muerte de su amigo.

Recuerdo ayer cuando me preguntó que otro color me gustaba, aparte del ya evidente. Y desde que le confesé que era el rojo, no he podido dejar de pensar en ella usando carmín. Sin duda resultaría sus simples rasgos y espero algún día verla en él aún cuando dijo que no le gustaba.

Su cabeza sigue abajo, igual que su mirada. Sus pestañas negras cubren sus ojos, guiando toda la atención hacia sus entreabiertos labios rojizos.

Esta triste, es evidente y me pregunto a que se debe.
Emily no luce bien en ese estado de ánimo y me doy cuenta de inmediato que su único atractivo es verse feliz.

- Son excelentes argumentos. - Apoya Somerset. - ¿Algo con lo que quiera contraatacar Rey Magnus? - Pregunta, sacándome de mis extraños pensamientos.

- Nada por ahora. - Espeto, quitando los ojos por primera vez de Emily.

Murray duda ante mi respuesta y algo ofendido por mi desinterés decide que no esta dispuesto a ceder las tierras por el momento. Que maldita perdida de tiempo.

Se da así por terminada la reunión y solo falta eso para ver a Emily huir hacia el puente del lugar.
Prácticamente debo correr para alcanzarla, deteniéndome a su lado, justo en el punto más alto del puente arqueado.

- ¿Qué te ocurrió? - Inquiero ante su fatídica expresión.

- Nada que sea importante contar. - Su voz es estrangulada y me cuesta escucharla.

Ella mira hacía el río, mientras rebusca algo en los bolsillos de su abrigo. Por fin ha traído uno, aunque me gustaría que solo usará el mío.

Saca un collar con algo de molestia y sosteniéndolo en alto, lo lanza hacia el agua. Antes de que pueda bajar y caer, lo tomo en el aire con la intención de detallar el objeto que tanta le molesta.

Leo la palabra grabada en su interior con algo de incredulidad. Es algo totalmente absurdo y que seguramente tiene detrás la mente estúpida de Denavritz.

- Sempiterno. - Espeto en voz alta. Lo sempiterno no existe. - Es una palabra muy grande. ¿Qué piensas de ella?

- Que es una mentira. - Susurra entristecida.

Enserio que le ha dolido lo que sea que haya sucedido y supongo que ahora sabe que el significado de esa palabra es absolutamente imposible de cumplir y más si esta grabada en una promesa insulsa de amor.

- Tienes toda la razón. - Comento detallando sus gestos. - Nada en esta vida es para siempre. Todo se acaba, la amistad, la vida, el amor, el odio, la guerra, cada cosa que existe tiene fecha de caducidad.

- Tienes un punto a tu favor.

Aquella revelación me deja sorprendido. No puedo creer que me haya dado la razón. Emily Malhore ha dado su brazo a torcer para atribuirme la sabiduría a mi.
Eso es algo que no se ve muy a menudo.

El corazón del Rey. [Rey 3]Where stories live. Discover now