El infierno Del Demonio (Libro 2)

6. Sofía

Sofía.

Alice llega tarde, lo que debería considerar normal, ya que nunca es puntual y siempre tiene excusas para todo. A lo lejos, la veo llegar con el teléfono en la mano y totalmente asumida en la pantalla. Seguramente, contestando al WhatsApp que le mandé hace más de media hora. Es una despreocupada de la vida. En el fondo envidio como es.

—Lo siento mucho. —Se precipita a guardar el teléfono y sonríe de manera inocente. —¿Me perdonas?

Niego desaprobando. No es la primera vez que me deja esperando más de una hora. Ni sé por qué sigo tolerando esta clase de cosas.

—Espero que tengas una buena excusa...

—¿Follar con Miller es una buena excusa? —indaga, en una expresión pensativa.

Ya odio a ese tipo y ni siquiera lo conozco de nada.

—No me gusta para ti.

—Si no te lo he presentado —refuta, casi de inmediato.

Pongo los ojos en blanco. Vuelta a empezar, por una vez que tengo una amistad sincera con alguien, tiene que aparecer alguien mejor que yo en su vida para arrebatármela. Y yo, no puedo competir con una polla. Ahora quisiera tener una.

—Lo he invitado a la fiesta. Así que pronto le conocerás. Te va a encantar —me asegura.

—No me caerá bien —musito, tratando de llevarle la contraria.

—¿Por qué no? —frunce el ceño.

—Porque eres su secretaria y se acuesta contigo, es algo muy cliché.

Alice esboza una sonrisa coqueta y llena de satisfacción. A veces, quiero tratar de entenderla, pero es complicado.  Avanzamos hacia el interior de la cafetería. Pedimos café y unas napolitanas de chocolate. Supongo que después de una sesión de sexo, está hambrienta.

—Miller es una perdición para mí, aunque no quiero que él lo sepa.

—¿Estás enamorada de él? —me sorprendo.

—Perdidamente enamorada y loca por él. Pero siento que me oculta algo. Es demasiado reservado para mi gusto.

Otra que ve cosas donde, igual, no hay nada, creo que en el fondo Matt y ella no se soportan porque son igual de paranoicos.

—Y encima le he mentido...

Frunzo el ceño, confusa.

—¿Sobre ti?

—Sobre que me estoy cuidando, cuando en realidad no es así y hoy terminó dentro de mí.

Pues eso, la persona más despreocupada del mundo. No me gustaría que Alice fuera la clase de mujer que quiere atar a un hombre con un hijo.

—Estás loca, no creo que sea una buena idea. Casi no lo conoces...

Ella da un sorbo a su café, haciéndose la indiferente, sabe de lo que le estoy hablando. Tener un hijo no es un juego, es algo importante que hay que hacer con amor y con la persona adecuada.

Esto me hace pensar en que he estado embarazada de Alex, y que aunque en su momento no quería tenerlo, me habría gustado saber cómo se siente traer una vida a este mundo. Pero como dijo él esa vez, la naturaleza es sabia y un hijo con él solo habría complicado mi situación.

—Sí, lo sé. Pero es el hombre de mis sueños, le gusta lo mismo que a mí... es perfecto para mí, Sof. Tienes que conocerlo.

Sonrío con suficiencia, no quiero quedar como una envidiosa que se aferra a lo que tiene por miedo a salir de mi zona de confort. Por miedo a avanzar y cambiar lo que he conseguido ser. No quiero ser la que se conforma con lo que tiene y no arriesga nada. Alice es todo lo opuesto a mí.