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Rick.

Me toma por sorpresa sentir la mano Elimar tomar mi rostro para juntar sus labios a los míos, pero no pierdo oportunidad y rápidamente correspondo a sus labios con la urgencia y la necesidad que siempre he sentido desde que decidí que la quiero para mí. Su acto me sorprende porque no esperé que tan pronto cayera ante la tentación que sé que provoco en ella.

No soy un simple adolescente como ella dice, no, yo soy más que eso.

Llevo mi mano a la parte trasera de su cuello y poco a poco me levanto de donde estoy de cuclillas llevándola conmigo, ya de pie sin dejar de besarnos rodeo su cintura con mi otro brazo y la aprieto  a mi cuerpo.

Ésta mujer me pone como agua hirviendo.

Un gemido sale de Elimar al sentir como la acerco a mi cuerpo y eso me da a entender que le gusta lo que estamos haciendo, con eso en mente la mano que tenía en su cuello la deslizo lentamente por su espalda hasta llegar a su trasero donde la dejo, hago esto sin dejar de apretar su cuerpo al mío. La mano que había llevado a su trasero la muevo de arriba a bajo acariciando uno de sus mayores atributos.

Ella rodea mi cuello con sus brazos y yo adentro mi mano dentro de su falda de uniforme donde acaricio sus muslos hasta llegar a sus redondas nalgas. Eso la toma por sorpresa y abre los ojos alejándose con la respiración agitada.

No la culpo, mi respiración esta igual de irregular que la de ella.

— No puede ser. —  sus pupilas están dilatadas y sus ojos muy abiertos. — ¡Me has besado! — me señala con su dedo índice.

Esa no es la reacción que esperaba después de un beso ardiente.

— ¿Perdón? — digo lamiendo mis labios y elevando una de mis cejas. — Sino estoy mal fuiste tú quién me beso a mí.

— ¡No! ¡La pelea debió dejarme confundida! — Me causa gracia su cara de sorpresa. — ¡Tú debiste no dejarte besar por mí! — me grita.

Como si fuese a perder tal oportunidad.

— Elimar querida, si te devolví el beso fue porque tú lo iniciaste y habría sido jodidamente vergonzoso que te dejara con las ganas. — Su rostro pasa del asombro a la furia.

— Cabrón,  ¡Tú me besaste! — se queja sabiendo que es una vil mentira.

— Ya Elimar no te sigas humillando, suficiente con el espectáculo de la pelea. — Me encanta hacerla enfurecer.

— ¡¡¡Ashhh!!! ¡No sabes cuanto te odio! — me informa y la verdad es que no me importa en lo más mínimo si me odia en este momento, ya lo dice el viejo refrán: "Del odio al amor solo hay un paso".

— Si, si, si. — muevo mi mano restándole importancia.- Así como me odias te atreviste a besarme. — sonrío de lado y eso parece enojarla más.

Se gira sobre sus talones y se dirige a la puerta, intenta abrir pero no puede.

— ¿Cerraste con llave? — cuestiona.

- Si. — elevo el llavero que tenía en el bolsillo.

— ¿Quién te dio esas llaves? —

No Tan Secreto.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz