† 7 †

66 8 2
                                    

Ése mismo día que Erick Hernández fue presentado a nuestra clase la preparatoria completa se había llenado de susurros y miradas curiosas cuando los demonios pasaban por los pasillos. Las chicas comentando quién de los dos sería el más guapo si los ojos avellana y pelo casi rubio de Rick o si el cabello negro y ojos grises de Erick.

Para mí ambos son atractivos pero debo admitir que me llama más la atención Ricardo y no por su físico.

¡Me declaro "Sapiosexual"! Sí, me atraen en demasía los chicos con gran inteligencia y Ricardo tiene eso en demasía. He sabido que Erick no se queda atrás y que en su antigua escuela era uno de los promedios más altos, incluso estuvo compitiendo contra El Demonio Prodigio en las nacionales de cálculo matemático.

Pero su enemistad no se debe a su rivalidad en las nacionales, no se debe a amoríos por una chica, no, no se debe  a mí. Su enemistad es más profunda que eso.

Erick Hernández y Ricardo Daniel Hernández Andersón comparten no sólo el mismo apellido paterno sino también el deseo de tener a la misma chica por novia. Sí, ya había dicho que su rivalidad no era por mí, y es verdad, se puede decir que el gusto de Erick por mí empezó después de saber del interés que Rick tenía hacia mí.

El padre de Erick y los padres de Rick no tienen una buena relación, no conozco bien los detalles pero el señor Áron Hernández es repudiado por la familia del Demonio Prodigio. Tengo entendido que comparten lazos sanguíneos con él pero los Hernández Andersón nunca me han hablado de eso, ni siquiera Rick.

Al dirigirme a mi próxima y última clase que sería Educación Doméstica por fin pude respirar tranquila ya que Rick no se ha despegado de mí, me acompaña hasta el salón y se va hasta que cree que ya todos los alumnos deben de haber entrado a sus clases. Pero le ha salido el tiro por la culata cuando al dejar mi clase la directora llega para informarnos que la maestra de Educación Doméstica no había llegado y por ende tendríamos ése periodo libre.

— Por fin te ha dejado sola tu perro faldero. — me habla Erick, pone su mano en mi hombro.

— Pero faldero o no, se nota el miedo que tienes a que te muerda. — aparto su mano de mí lanzándole una mala mirada.

Odio esa confianza que cree que tenemos.

— ¡Jah! — se mofa — Que hasta este momento me haya acercado a ti no quiere decir que le tema. — se acerca a mi rostro. — Tú más que nadie sabe lo mucho que me conviene llevar la fiesta en paz.

— No sé de que hablas. — giro buscando el baño de mujeres.

— Oh, vamos Elimar ¿Tan pronto olvidaste el campamento? — me paro en seco, si quería tener mi atención lo logró.

— ¿El campamento? — pregunto.

No he logrado recordar nada, por más que me esfuerce.

—  ¿Aún no te lo ha dicho? ¿Cierto. — Erick ríe con una sonrisa que me da escalofríos. 

— ¿Qué debería decirme? — cuestiono necesito saber que pasó en ése campamento.
 
— ¿Crees que yo te lo diré? — su mano toma mi mentón y sé que quiere besarme.

— Si. — respondo segura.

— ¿Qué gano a cambio yo? — su aliento roza mis labios, y por un momento quedo perdida en esa mirada gris tan fría que posee.

Sus labios se acercan a los míos y yo como una idiota cierro los ojos cuando...

— ¡Una patada en los huevos es lo que vas a conseguir! — Rick aparece y aleja de mí a Erick, no me di cuenta en que momento se acercó ni mucho menos en que momento Erick cayó al suelo.

No Tan Secreto.Where stories live. Discover now