×Capítulo Veinticinco×

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Mangel

Hace unos días desperté aquí, el dolor en mi cabeza se manifestó de una manera muy agresiva y la confusión embargó todos mis pensamientos.
  Cuando abrí los ojos a la primera persona que vi fue a un hombre de cabello blanquecino y piel clara. Al principio me costó reconocerlo pero conforme lo mire con más atención supe de quien se trataba. Rubius me explicó lo que había sucedido: Al parecer después de que termináramos de almorzar los dos tomamos el automóvil y tuvimos un accidente; aunque por alguna razón no logro recordar nada después de que entre a Rosario's Lunch.

  –Listo, sus medicamentos ya fueron abastecidos. Solo siga con el tratamiento y su salud mejorará de poco en poco –dijo el doctor que ha estado a mi cuidado desde que desperté –. Ahora sería bueno que tome una ducha, le ayudara a relajarse.

  –Doctor –le dije antes de que se fuera.

  El se dio la vuelta y espero a que siguiera hablando.

  –No creo que esté tratamiento esté funcionando. Cada día me siento peor.

  El guardó silencio por un momento y se acomodó sus gafas.

  –Por eso es tratamiento, requiere de tiempo y que las instrucciones sean seguidas al pie de la letra –se dio la vuelta y siguió caminando hacia la salida –. Sólo siga mis indicaciones y pronto todo mejorará. Nos vemos mañana joven, que descanse.

  La puerta se cerró y de nuevo me quedé en silencio. Tengo intencion de salir a conocer el lugar pero mi condición no me ayuda, he estado días encerrado aquí, sería bueno para mi despejarme un poco. Me deslize con mucho cuidado por las sábanas ya que cuando me muevo rápido siento mis músculos partirse como porcelana. Me levante y con los pies descalzos me dirigí a la puerta. Gire la manija y me asuste al ver afuera a lo que parece ser un guardia de seguridad.

  Un “oh” fue lo único que mi garganta pudo producir. El enorme hombre me miró con su mano derecha me empujó de nuevo hacia adentro.

  –Por órdenes del doctor no tiene permitido salir –dijo como si se tratara de una máquina programada.

  Su empujón hizo que mi cara generará gestos de dolor. «¿Que clase de guardia es este? , de hecho, ¿por qué hay un guardia fuera de mi cuarto? ¿A caso en esta casa hay guardias en cada habitación?».

–Voy salir un momento. No voy a tardar –dije caminando de nuevo hacia afuera.

  Sin decir nada volvió a hacer lo mismo y me regreso adentro de la habitación.

  –Entonces llamaré a mi amigo, ¿no sabes quien es? Pues es la pereja de tu jefe y cuando se entere...

  –¿Por qué tanto ruido? Sus voces se escuchan por todo el pasillo –dijo un hombre desconocido de cabello inusual.

  –El humano quiere dejar la habitación señor –contestó el guardia al hombre de cabello naranja. Por cómo le habla supongo que es un rango mayor a él.

  «¿Humano? » pensé.

  El recién llegado me miró y sonrió como si se tratara de algo divertido.

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