×Capítulo Catorce×

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£WashingMachineHeart£

Willy

Ha pasado una noche desde que los hombres de Vegetta me trajeron al sótano. Pensé que sería sucio y reducido pero la verdad es que es extenso y organizado. En la esquina del lugar hay un pequeño colchón en el que ahora mismo estoy recostado junto con las cadenas que contienen mis manos y pies.

A pesar de todo lo que tuve que pasar para llegar hasta aquí estoy orgulloso de que nuestro plan haya funcionado, ahora podré estar muy cerca de Vegetta. Una sonrisa se me escapó sin querer.

Me acomodé en el colchón tratando de descansar un poco más. Esos días en el almacén fueron muy duros. Mis ojos se comenzaron a cerrar y yo me entregué dispuesto a dormir.

Escuché ruidos que me hicieron abrir los ojos de golpe. Me quedé quieto y una respiración caliente se hizo presente en mi oído. Yo solo me quede quieto y tenso.

-Es hora de liberarte -susurro la voz de Fargan en mi oído.

Sus fría mano recorrió mi mejilla a lo que yo solo cerré mis ojos con más fuerza. Debería tenerle miedo por ser más fuerte que yo, y tengo miedo pero siempre he tratado de hayar fortaleza y poder dentro de mi, es lo que me ha ayudado a llegar hasta aquí.

Con sus dedos comenzó a acariciar mis labios. Me acomodé en el colchón para poder mirarlo de frente.

El sonrió al verme en esa posición. Por lo poco que lo conozco supongo que se imagino cosas prohibidas.

Extendí las manos mostrando las cadenas. Él sacó una llave de hierro de su bolsillo y me libero. Me toque mis lastimadas muñecas mientras que el comenzó a liberar las cadenas de mis pies.
Cuando quedé totalmente libre de aquellos molestos metales me puse de pie dispuesto a seguir con el plan.

-Auron ahora representa un problema, por lo que logré rescatar él es genio y un excelente guardaespaldas. No podremos conseguir a Rubius con tanta felicidad -dije mientras sigo tocando mis moretones.

-Podrá ser el mejor pero tiene falta de compromiso -dijo Fargan recargando su espalda en la pared blanca -. Con eso nos basta para saber que no tendrá mucho cuidado con Rubius, a él realmente no le interesa.

Dude un poco pero no dije nada, al parecer Fargan sabe lo suficiente para seguir adelante.

-Puedes salir cuando quieras, lo único que no puedes hacer es estar en las reuniones importantes, en el estudio de Vegetta o con Rubius. Son las órdenes -dijo él.

Yo solo sonreí con burla.

-Pronto las órdenes comenzarán a valer poco -dije mostrando mis relucientes dientes. Pase a lado de Fargan hacia la pequeña puerta.

Los dos salimos y la luz del día me deslumbró un poco. Caminamos por un extenso pasillo hasta salir en la recepción. No me había tomado la molestia de notarlo pero unos grandes cuadros con el rostro de Vegetta decoran este lugar. A la derecha está lo que parece ser el comedor y la cocina.
Me dirigí ahí con seguridad pero con cautela. Me encontré con ese chico delgado de cabello similar al mio, Rubius.

-Hola -dije sonriendo falsamente.

El dejo su café a un lado un poco sorprendido y a la vez asustado.

-¿Qué haces aquí? -dijo poniéndose de pie.

Me acerque a él recorriendo la fina madera de las sillas con los dedos.

-Deberías acostumbrarte a mi presencia -dije mostrando un poco de amenaza.

-Fargan -dijo Rubius mirando a este pidiendo ayuda.

-¿Tan débil eres que le tienes miedo a un humano como yo? -me burle.

-¿Humano? -dijo mirándome confundido.

-Willy -dijo Fargan con precaución.

-Sí, soy un humano. No entiendo como Vegetta puede lidiar con alguien tan cobarde y debil como tu -reí.

-Supongo que debiste ser peor que yo para que él ahora esté conmigo -dijo armandose de valor.

Cerré los puños decidido a arremeter contra su vida pero la voz de Vegetta me detuvo.

-Ya basta -dijo entrando al lugar.

Tomó a Rubius del brazo y lo llevó hacia la salida. Al pasar a lado de Fargan se detuvo.

-Haz bien tu trabajo -le susurró Vegetta al de ojos color miel y salió del lugar.

Pude notar el enojo y la frustración en el rostro de Fargan. Ahora entiendo por que quiere tener las riendas de todo esto, lo tratan como a un sirviente.



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