×Capítulo Once×

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£Inside£

Rubius

  A pesar de que ya llevo semanas viviendo con Vegetta siento que cada día es como el primero. Me siento tan ajeno al control de mi vida, pero se que tengo que acostumbrarme. Aunque suene raro Vegetta se esta convirtiendo en una parte fundamental de mi día a día, supongo que he comenzado a delirar o él ya comenzó a tomar control de mis acciones y pensamientos.
  Estoy en su oficina, mirando a través de cristal la ruidosa ciudad con el celular en la mano.

  –Me estas preocupando, Rubius. Llevo semanas llamando a tu celular y no lo contestas, voy a tu casa y no estas. Estoy a punto de llamar a la policia si no me dices que es lo que pasa... –dijo Mangel. Después de tantos días Vegetta me devolvió mi celular y me aterre al ver las llamadas de Mangel y amigos. Ahora que escucho su cálida voz mis nervios se han calmado un poco.

  –No –dije alterado, no quiero que llame a la policía. Vegetta no quiere eso –. No Mangel, estoy bien. Es algo extraño de explicar y puede que al principio te parezca una broma.

  –Rubius, soy tu mejor amigo, ¿desde cuando no puedes confiar en mi? –contestó él.

  Suspire y mire a mis espaldas, ahí está Vegetta, sentado en su sillón de cuero con una copa de vino en la mano. Está atento escuchando la conversación, cuidando que yo no cometa una tontería.
  Lo mire esperando una indicación, él movió la cabeza y esa fue la señal para que yo comenzara a explicar lo que anteriormente él y yo habíamos hablado.

  –Bueno... ¿conoces a Vegetta? –comencé a hablar. No lo puedo creer, le estoy mintiendo a mi mejor amigo, a mi hermano.

  –¿El empresario? Si, ¿pero ese hombre que tiene que ver en esto? –contestó Mangel confundido.

  Suspire de nuevo y apreté el tabique de mi nariz nervioso.

  –Digamos que nos conocimos y surgieron cosas... –dije avergonzado. Sólo escuché su respiración a través de la línea –. Hablamos y decidimos dar un paso importante, ahora estoy viviendo con él ...

  Se escuchó un silencio total y después oí su risa.

  –¿Rubius, hablas enserio? –dijo aún riendo. No lo culpo, es algo muy poco creíble.

  –No te mentiría con tal cosa –dije serio.

  Se escucharon murmuros distorsionados y un suspiro extraño. Supe que Mangel estaba muy confundido y a la vez enojado.

  –Debiste contarme, ¿cuánto tiempo llevas saliendo con ese hombre? –dijo tomando el mismo tono que yo.

  –Ya tiene tiempo, es una historia muy larga que no te puedo contar de esta manera –dije mirando a Vegetta esperando órdenes pero no dijo nada.

  –... ¿Cuando te puedo ver entonces?, ¿o también me vas a negar verte?

  Mire a Vegetta, él sabe que yo quiero ver a Mangel, la cuestión es si él me deja verlo. Milagrosamente asintió con la cabeza y sonreí sin querer.

  –Puedes venir el fin de semana, Mangel. Te mando la dirección por mensaje –dije con una pizca de felicidad en la voz. La primera desde hace mucho tiempo.

  –Joder, es algo extraño pero sé que me lo vas a explicar todo –dijo Mangel –. Te veo el fin de semana... te quiero.

  –Lo vas a saber todo, adiós Mangel –él colgué y suspire con felicidad.

  Vegetta se levantó del sillón y se acerco a mi, extendió su mano y le entregué el celular.

  –Gracias –dije agradecido. Creí que jamás volvería a ver a Mangel y después de tanto tiempo al fin tengo la oportunidad de volver a abrazarlo.

  Él guardó su celular en el bolso de su traje y me miro serio pero con ojos más brillosos de lo normal y con las pupilas dilatadas.

  –¿Solo piensas darme las gracias con palabras? –dijo dando una paso más hacia mi. Por alguna extraña razón no retrocedi.
  Pude notar su corazón palpitar con velocidad y su respiración irregular. Y sin esperarlo de nuevo logró controlarme con esa mirada anormal y atrayente.

  –Por ahora creo que sólo puedo darte esto –dije, seguido coloqué mi mano en su pecho y acerque mi rostro al suyo.

  Así puedo notar más sus largas pestañas y sus definidas cejas, su rostro limpio y perfecto. Junté mis labios con los suyos y él me dejó tener el control. Me di cuenta que inconscientemente he estado deseando sus rosados labios y me odio por eso. Los moví lentamente y él no tardó en despertar de la ensoñación, me tomo el rostro y abrí levemente mi boca para dejarlo hacer de las suyas. Él sabe lo que hace, sabe como besar, como chupar, como morder, y todo eso me lo está regalando a mi. Por primera deje de controlarme, ahora sólo disfruto de sus deliciosos labios sobre los míos.

  Estoy sediendo ante aquel que me jodio la vida.

Unos pasos tras nosotros hicieron que nos separaramos sin siquiera comenzar la mejor parte.

  –Disculpe señor, Fargan ha traído a un apresado. Dice que es urgente que baje a la primera planta –dijo su secretario.

   Vegetta suspiró desesperado y se acomodó el traje y antes de salir me miro con una sonrisa hermosa.

  –Puedes quedarte aquí si quieres –dijo con más entusiasmo –. O puedes ir a cualquier parte... aunque ya sabes, obedeciendo las reglas.

  Yo solo asentí, me dio un leve beso en la frente y salió. No puedo mentir que cada día me da más libertad de hacer cosas. Supongo que ese es su plan, que yo cada día confíe más en él... y lamento aceptar que esta funcionando.

  «Carajo» pensé recargando mi espalda en el cristal. Estoy sediendo como un tonto ante él, sé que está mal pero lo encuentro inevitable, es qud cuando estoy junto a él mi orgullo se va por la basura.

 


DarkAngelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora