V | Persecución en curso

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Pero antes de que apretara el gatillo, Peter lanzó una telaraña, atrapó el arma y se la arrancó de la mano. Se lanzó al ataque, dispuesto a detenerlos, y aun así no advirtió al segundo hombre que tomó una de sus armas extrañas y lo golpeó con algo que lo envió a metros de distancia, aturdiéndolo, y dándoles tiempo a los vendedores para escapar.

Lyann corrió fuera de su escondite, directamente hacia su moto. Peter se enganchó con una telaraña al monovolumen y ahora los traficantes lo arrastraban por la calle. Lyann encendió la moto y arrancó con ganas, pistola en una mano y la otra manejando. Tuvo que tomar diferentes rutas para poder encontrarlos y esquivó de milagro un rayo rosa que iba dirigido hacia Peter, que seguía siendo arrastrado por el auto.

Apuntó con su arma y el mundo desaceleró por unos segundos. Pasó a toda velocidad frente a una casa cuyo perro ladraba. Pudo escuchar los chillidos emocionados de alguna otra fiesta. Una mamá llamaba a sus hijos para que entraran a cenar... Lyann bajó el arma. El disparo llamaría la atención, y ciertamente no quería una bandada de patrullas persiguiéndola. Tampoco pensó en usar su grito, llevaba casi tres meses sin usarlo y tratar de controlarlo luego de un tiempo podría causar mucho más daño de lo que un disparo de esas armas podría.

Furiosa, se conformó con conducir, un ojo sobre Peter y otro sobre el monovolumen. El hombre seguía disparándoles, pero en algún momento el auto pasó sobre un badén y el traficante perdió el control del arma, que cayó en la calle y se hizo pedazos. Lyann se recordó regresar a buscarla; le sería útil. Entonces, Peter también perdió el agarre del auto y se estrelló en la esquina de una casa. Lyann escuchó su grito, diciendo que los alcanzaría y pidió que los mantuviera ocupados; aceleró la moto con, el camino ahora libre.

Al tenerla a ella sola, sabiendo perfectamente quién era, el hombre trató de deshacerse de ella. Tomó un arma y le disparó, pero Lyann lo esquivó y zigzagueó. Él analizó sus movidas evasivas y volvió a disparar, seguro de que daría en el blanco, pero ahí donde el proyectil hizo explosión, de entre el humo una Lyann Evans salió inclinada sobre su motocicleta, ojos fijos en él. Se fijó en el campo de fuerza que la rodeaba y pronto se dio cuenta que se trataba de un escudo. Juró pensar que los ojos de la asesina se burlaban de él.

Entonces Lyann oyó un grito. Alzó los ojos.

Peter los alcanzó, pero algo lo detuvo.

Una especie de hombre... ¿con una armadura voladora? Y ya se lo llevaba lejos por los cielos.

Mierda —gruñó. Con manos habilidosas maniobró con una mano y presionó el botón de su reloj.

Stark respondió enseguida.

—¿Qué sucede?

—Parker está en problemas. Alguien se lo llevó.

—¿Quién?

Lyann esquivó otro disparo.

—¿Qué demonios está pasando?

—¡No hay tiempo, Stark! ¡Se lo llevó un tipo que vuela!

—En camino, entonces...

—¡Stark! —chilló Lyann otra vez, gruñendo cuando su escudo vibró al recibir un impacto—. ¿Qué hago con estos tipos? Creo están conectados con el secuestrador con alas.

—¿Qué me tienes, Demonio?

—Un video. Dejaron un arma.

—Búscala. Yo voy por el niño.

Lyann obedeció, tal y como siempre.

Inclinó la motocicleta a un lado, evitó estrellarse contra piso con una mano y se impulsó desde ahí, estabilizándose otra vez. No volvieron a dispararle mientras se alejaba del monovolumen de regreso por el camino que vino, zigzagueando para evitar que le dieran. Todavía no se acostumbraba al escudo, era nuevo, así que siguió a la vieja escuela y dobló en una calle, notando el brillo rosado del arma que se le cayó al hombre en el patio fronterizo de una casa. Se detuvo, corrió para tomarlo y se echó andar.

[2] Banshee II | Spider-Man: HomecomingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora