Y tras eso, ambos entraron sorprendiendose por la cantidad de lujos que la oficina tenía, pero aún más por las fotos de sus tres hijos con "modificaciones" para que cumplan el parámetro de belleza ideal, operaciones que les haría, estilos de vestimentas, joyería, entre otros. También había fotos de Monoma con el nombre de su padre, como si en la mente de aquella mujer ambos fuesen lo mismo, en otras fotos de su hija adornados con flores doradas y fotos del hijo menor cortadas, rasguños y con quemaduras por toda la pared.

Aquello le causó asco a Mei, quien controlando las ganas de romper todo en esa habitación; de derrumbar cada centímetro con uno de sus artefactos que traía; se mantuvo rondando el lugar. Ella guardaría casa detalle, observando con su quik, cada movimiento, cada hoja de papel, cada escritura, reteniendola en su memoria y en sus cámaras, por si fallaba la naturaleza de la mente.  

Esperaron a que de una puerta oculta entre tantos dibujos y fotografías saliera la mujer, que al verlos se asustó y corrió hacia su escritorio en busca del boton de panico, pero antes de presionar la mano de Izuku la detuvo y la atrajo hacia ella.- Solo veníamos a invitarla a un valz-

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En una clínica, erigida por los renombrados doctores que la conformaban. Un joven de cabello morado, entraba con una idea fija de ir a la oficina del padre de Monoma y eliminarlo directamente, pero debía estar en calma. No precipitarse por la rabia del momento.
Junto a Izuku habían planeado una forma de sorprender a las carnadas, utilizando sus mayores miedos y deseos.

Por ello siguió su camino por los fríos pasillos, llenos de un océano de sensaciones tan paralelas entre sí, que mareaba. Pero no se dejarían llevar por ese oleaje de emociones y mucho menos de recuerdos que aún quemaban en su piel; porque ese dolor que se mantenía en su hecho no se compraba con el dolor que sentía al ver a Neito destruido y su sonrisa falsa en el rostro.

-Tu- Su voz reflejaba clara sorpresa.- ¿Que haces aqui?-

-Vine a hablar-

Aquel hombre que tenia la misma mirada platina de Neito, le miraba completamente distinto. Rabia, desagrado, incluso odio; pero solo sus ojos hablaban ya que su cuerpo se mantuvo tranquilo ante la visión de los pacientes y doctores en el pasillo.

-Ire a mi oficina, no molesten tendre una conversacion...con el amigo de mi hijo- El doctor que estaba con el asintió, despidiéndose con una reverencia. -Sígueme-

Y tras eso lo guió hacia su oficina, está era lo suficientemente amplia, de tonos blancos y negros, con todo perfectamente ordenado. Un librero con carpetas ordenadas alfabéticamente, con ningún ángulo de inclinación entre ellos. Una papelera blanca con los papeles totalmente cortados para usar todo el área posible, los lapices organizados en linea recta sobre una muralla, y dos marcos de fotografía perfectamente inclinados. Ambos de color dorado, con una gran diferencia entre la decoración. La más grande era brillante con flores de oro, y la imagen, dos bellas mujeres una rubia y otra de cabello más oscuro. El segundo marco, mas pequeño, pero con decoraciones sutiles en plata, mostraba la fotografía de un pequeño Kei con smoking.

-¿Ya te cansaste de él?-Fueron las primeras palabras que provinieron de su boca fria y aspera, mientras se sentaba en su sillón.

-Es molesto, pero...-

-Lo entendería ¿Sabes?. Una persona que es incapaz de pensar por si misma y que prioriza emociones sin valor, no es útil. Ese chico no podría hacer nada a futuro con su actitud e ineptitud.- Sacó un bolígrafo y empezó a trazar pequeños cuadrados en una hoja de papel- Hasta un enfermo como tu...se aburriria.-

Sol NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora