Capítulo 5: ¿Quién fue el traidor?

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Creo que siempre tuve esa ligera sospecha, aunque pensé que se trataba de mi incapacidad para confiar en otros y no en un hecho genuino

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Creo que siempre tuve esa ligera sospecha, aunque pensé que se trataba de mi incapacidad para confiar en otros y no en un hecho genuino. Hace rato, Aidée y Tom mencionaron haber hablado de algo importante unos días antes de que él me asesinara, eso quiere decir que se veían a mis espaldas y que ella ya tenía una noción de lo que pasaría conmigo.

Es una auténtica traición, no lo puedo negar. Sin embargo, no estoy molesto, solo los miro sujetarse de las manos, pegar sus cuerpos sudorosos y frotarse el uno al otro en un baile que pretende ser erótico, pero que nada más denota cuan alterados se encuentran sus genitales. Le doy un trago a la sobra de cerveza, ya no tiene gas y está tibia, me da igual, aunque una noche antes, de haber bebido lo mismo, hubiera escupido el líquido en la cara de quien tuviera enfrente.

Empiezo a preguntarme dónde se encuentra Polo. Sé que su hora de llegada está próxima y que para Tom eso no significa algo bueno. Quiero levantarme, ir a zarandearlo, obligarlo a largarse, golpearlo en caso de que se niegue y llevármelo a rastras por el pasto hasta alejarnos lo más que se pueda de ese bar. Comprendo entonces por qué no estoy molesto con Tom: yo también soy un traidor de lo peor.

Mi paranoia se cumple, diviso la gruesa figura de Polo moviéndose entre los enfiestados. Mi cabeza duele y arde, los oídos se me tapan, escucho un fastidioso bip dentro de ellos y sé que se me están muriendo todas las neuronas que me quedaron luego de que Tom me matara de un putazo en la cabeza. Polo se acerca a ellos, sigiloso y seguro de lo que va a hacer, me siento impotente, porque no puedo hacer nada.

A pesar de ser en vano, me levanto y camino entre la muchedumbre, estos me golpean con sus hombros y me pasan a traer. No existo para ellos, aunque ahora que lo pienso, nunca lo hice, ni siquiera estando con vida. Alcanzo a llegar justo cuando Polo está por interceptarlos; Tom se encuentra tan atolondrado que ni siquiera es capaz de notarlo, mientras Aidée ignora a todo lo demás, pues confía en que está segura con él.

Un hombre se pone detrás de ella, quiero lanzármeles encima y destruirles la cara a golpes, pero sé que no puedo. Polo estira la mano, sujeta la huesuda muñeca de Tom y sale de su escondite. Su acompañante estruja los hombros de Aidée, mientras tanto, la música sigue y sigue, y las luces neón de una bola de disco continúan ambientando el lugar.

La fosa a la orilla del río | DISPONIBLE EN FÍSICO| ✅ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora