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Farey


Por clasificación todos los seres humanos somos diferentes pero nos empeñamos demasiado en ser iguales a muchas cosas, nos empeñamos a ser perfectos, nos empeñamos a que todo sea como debe ser y cuándo una cosa es fuera de lo normal se le considera raro y que no pertenece a la sociedad, claro ese no era mi pensamiento.

Soy fiel a mi misma, a que todos somos perfectos tal y como somos, que debemos amarnos tal y como hemos nacido, que debemos dejar de pensar en el que dirán y pensar en que es lo mejor para uno mismo, pero que puedo hacer yo, una chica contra años de lo mismo, pero me enorgullece decir que de apoco más personas somos las que dejamos de pensar en lo que dirán y pensamos en que es lo mejor para nosotros. 

Lo que decían de mí siempre me tuvo sin cuidado, siempre tenían algo que decir en el colegio, en la secundaria y ahora también tienen algo que decir y no me importaba realmente, solo yo sabía cómo era realmente, como dejaba de ser y no ser.
No podía, ni puedo detenerme a pensar qué dirán de mí, de cómo visto, de cómo soy físicamente, de mí forma de expresarme, la vida es una y a veces es bastante corta y tenemos que vivirla de la manera que queramos, pero al final siempre la mayoría por...¿miedo? No se si decirlo así terminaba aceptando las estupidas etiquetas de la sociedad y no hacía lo que realmente le apasionaba.

La chica que ahora me entregaba mi capuchino, su rostro era triste, podría fácilmente decir que estar atendiendo a las personas no era lo que deseaba, que era otra ave que se dejó cortar sus alas por la sociedad.
Una sonrisa ladina apareció en mi rostro luego de pagarle, con el capuchino en la mano camine hasta una mesa al fondo libre al lado del gran ventanal.

Deje el bolso colgado en el respaldo de la silla, mis manos envolvieron el vaso que estaba templado por fuera dándome una grata sensación a las palmas de mi mano, cerré los ojos luego del primer trago que le di a ese delicioso líquido que al final se había vuelto el motor de mi día a día cuando de pequeña lo odiaba con toda mi alma y ahora sin este no vivía, sin duda el destino nos cambiaba.

—Siempre que te veo en una cafetería te encuentro en medio de un orgasmo causado por la cafeína —la voz de Thiara se coló por mis oídos haciendo que abriera mis ojos para mirarla.

Lleva un simple vestido lila pastel, ajustado pero por lo que podía observar muy cómodo y una chamarra de cuero encima de este, su cabello caía en ondas libres por sus hombros, su rostro no tenía ni una gota de maquillaje y aún así parecía que lo tenía, claro está era como un Ángel caído del cielo para quien no supiera su pequeño secreto.

—¿No tienes otra expresión que esa?, ¿Orgasmo? —mis cejas se alzaron mientras mirada estaba puesta en ella

Yo no era como Thiara, los vestidos no eran mis fieles amigos, pero los usaba para fiestas importantes o ocasiones especiales sino cualquier otra cosa sería su suplemento y hoy no iba a hacer la excepción, un jean negro de tres cuartos ajustado pero cómodo adornaban mis no muy flacas piernas, una simple blusa floreada de finos tirantes y un saco de lana fino encima era mi outfit de casi todos los días.

—Pero si tenías cara de tener un orgasmo, no me culpes, tu cara tiene la culpa —apoyó sus codos sobre la mesa haciendo simple movimiento con su mano restándole importancia 

—Bien bien, cambiando de tema, ¿Qué día te irías con Pepe? —bebí otro trago del exquisito capuchino de chocolate 

—Mañana, estoy super ansiosa cuando lo vea le saltara encima y no me le bajaré hasta que allá tendió suficiente de su polla, lo juro —aseguró con toda la confianza que podía tener.

Yo sólo quise que la tierra se abriera y me tragara en ese momento ya justo al momento que terminó de hablar un chico con un suponía café se acercó a nosotras cuando mi adorada amiga confesaba lo que haría con su novio al cual por cierto le decía Pepe.

Mis Elegidos | #VD1Where stories live. Discover now