CAPÍTULO 3 - Buscando a la señora de los recuerdos.

97 13 0
                                    


Caminaron hasta encontrar una plaza desierta con unas bancas que lucían bastante incomodas, pero lo suficientemente espaciosas como para reposar sus cuerpos las dos. Allí pasaron la noche, Mirabelle casi no pegaba un ojo mientras que Glory dormía como un bebé sin preocuparse de nada más que descansar. Estaban abrazadas entregándose calidez. Sus delgados vestidos no las hubiesen amparado mucho, sólo los usaban porque era parte de ser una "señorita", pero gracias a sus largos y gruesos abrigos podían lidiar con el clima. Mirabelle acariciaba suavemente la cabeza de Glory y comenzaba a pensar sobre muchas cosas. Se planteaba el futuro de ellas desde ahora y sobre cómo podrían sobrevivir juntas. La noche se fue rápidamente gracias a que pensó mucho y sin darse cuenta Mirabelle se había dormido. En la mañana, fue despertada por los tiernos rayos del sol sobre su helado y pálido rostro y también gracias al bello canto de los alegres pajaritos, que ya estaban sacando sus alas a volar, alborozados por el nuevo día.

Glory... despierta... ya amaneció—le dijo Mirabelle entre un bostezo, movió ligeramente el cuerpo de Glory quien se avivaba con dificultad.
Ahww—bostezó Glory—Descansé bien, todo es gracias a que eres muy blanda, Belle—sonrió y se giró hacia Mirabelle quien le observaba enternecida.
Y tú eres muy cálida mi querida Glory—Mirabelle se alegró y le tomó de las mejillas para luego regalarle un tierno beso en la frente—Buenos días.
Buenos días...

Se acomodaron en el rígido asiento y observaron a su alrededor curiosas y atentas, Londres estaba comenzando a funcionar. La ciudad se despertaba de nuevo. Los carruajes comenzaban a andar. Las patas con herraduras de los caballos se escuchaban a lo lejos pisotear como un sonido constante, gritos lejanos del que entregaba los diarios y gente que se movía de acá para allá abriendo sus comercios eran parte del móvil paisaje.

Levantémonos—ordenó Glory mientras miraba el escenario con gran curiosidad. Como un niño pequeño descubriendo el mundo todo parecía impresionarle.

Si tenías buen ojo, en Londres, había de todo. Fácilmente podrías encontrar niños pobres con unas ropas bastante desaliñadas y sucias caminando a pies descalzos, y, por otro lado, como si fuese una burla de la vida a hombres de sombrero y trajes elegantes circulando paralelamente. Ellas eran un caso especial, eran un punto medio. No estaban sucias, pero lucían algo desorientadas e inocentes del mundo. Las niñas adineradas no podían tener esos aires. Y ellas tenían cara de pobres, pero no a precisión de pobreza económica, sino que de espíritu y conocimiento. Como unos pequeños y castos pajaritos recién llegados, siendo a penas consciente de la creación. Esa era la ingenuidad de la juventud de unas huérfanas que sólo conocían el recinto y nada más. Algo que, de forma degenerada les encantaba a los hombres y que por otro lado de forma maternal enternecía a las mujeres. Mirabelle y Glory lucían como dos almas desamparadas que sólo se tenían mutuamente. Y así era. Así siempre ha sido. Y siempre será. Como una promesa de vida ellas lo sabían y lo seguían al pie de la letra.

Iremos entonces a aquella tienda de muñecas...—dijo Mirabelle mientras intentaba recordar con dificultad aquellos recuerdos de la niñez que necesitaba que vinieran a su memoria con urgencia, era una necesidad importante el identificar cómo era aquel borroso lugar.

Ambas comenzaron a caminar de forma paralela y Glory mientras tanto intentaba acordarse también para ayudar a Mirabelle.

Oh, mira, Belle, podemos preguntar. —Glory señaló a unas mujeres bastante elegantes y bellas que estaban conversando en otra banca de la plaza, hace poco habían llegado ahí y quizás podrían ayudarlas, parecían ya adultas, de unos 20 años.

Mirabelle asintió y le pareció una buena idea y con Glory entonces se acercaron a estas mujeres.

Buenos días señoritas—Saludó Mirabelle intentando sonar lo más elegante posible y educada también, justo como se le había enseñado en el Grace of God—Disculpen nuestra interrupción, yo y mi amiga necesitamos de su ayuda.

ORFANDAD♟️[EN HIATUS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora