Capitulo IV: Seducción

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Eran más de las dos de la madrugada y gracias a Dios era viernes; si no, no habría forma de despertarme para la escuela al día siguiente.

Me revolvía en la cama y no podía conciliar el sueño, el rostro de Skylar me atormentaba. De un momento a otro sin saberlo me quedé dormida, sentía frio y eso me despertó; eran las cuatro de la mañana y todo estaba oscuro.

Mis padres se habían ido a cerrar un negocio. Papá nunca dejaba a mamá sola, los dos iban juntos siempre, eran como uña y mugre.

Las ventanas de mi habitación estaban abiertas de par en par, pero yo recordaba que las había dejado cerradas antes de irme a la cama a dormir, ¿cómo era posible? El viento movía suavemente las cortinas, me acerqué a ellas y al abrirlas vi hacia la Luna llena estaba en lo más alto y de una tonalidad extraña, era una noche hermosa. El aroma de los eucaliptos del jardín se podía percibir desde el segundo piso donde me encontraba.

El camisón blanco transparente de mangas largas con encaje que tenía puesto se movían salvajemente con el compás del viento, el aire suave se volvió en ráfagas ahora eran agresivas. Las nubes taparon La luna gigantesca y los escalofríos recorrieron mi cuerpo. Mis cabellos volaban entre mis rostro y mi piel se palideció,en mi cuerpo recorría cierto escalofríos y comencé a sudar como si pudiera sentir alguna clase de peligro.

"Que pasa" - Me pregunté a mí misma con miedo, mientras que involuntariamente comencé a temblar.

Vi una figura que se aproximaba a mí como un pájaro enorme, que iba entrar por mi ventana; no veía bien, pero estaba segura que no se trataba de alguna clase de ave. Entré en pánico ya que los pájaros no vuelan de noche y mucho menos a las cuatro de las mañana.

Me alejé de la ventana, paso a paso y lentamente el corazón me latía a mil por hora. Retrocedí más, por instinto.

La figura negra se aproximaba más y más. Sentía que estaba a punto de perder el conocimiento. Todo me daba vueltas, veía puntitos. Los oídos me zumbaban.

-¡Laura,... querida...! - Mis ojos vieron poco. Mis oídos escucharon nada. Solo el "Laura".

Había una persona posada en mi ventana, estaba de cuclillas sobre el alfeizar de la ventana, no pude más y perdí el conocimiento.

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Elegida para la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora